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martes, 28 de septiembre de 2010

Clara Luz

He de reconocer que desconocía la existencia de Chiara Luce Badano hasta que tuve noticia hace unos días de su beatificación.
Me interpela la vida de esta chica Focolar, que murió de un cáncer óseo a los 18 años. ¿Qué la hace distinta al resto de chicas de su edad? La aceptación de la enfermedad como venida de mano de Dios. Clara encuentra en su enfermedad la voluntad de Dios para ella, y le dice Sí.

Fue Chiara Lubich, fundadora del Movimiento Focolar, quien la apodó "Luce". Hoy, gracias a su generosidad, la luz de Clara brilla como un faro al ser propuesta por Benedicto XVI como modelo de santidad.
Me recuerda a aquella otra adolescente, también de la misma edad, Alexia González Barros, que murió en circunstancias similares. O la joven numeraria del Opus Dei, Montse Grases. Las dos, en proceso de beatificación. Son ejemplos cercanos en el tiempo de que la santidad es posible para todos, también para los jóvenes.

viernes, 6 de febrero de 2009

Aquel verano

Fue a mediados de los ochenta. En quella época, toda la familia pasábamos parte del verano en la costa levantina. Los niños formábamos una pandilla junto con los primos y vecinos de la urbanización. Las tardes transcurrían entre la playa, las excursiones en bici, la terraza de cine al aire libre, y la heladería con su famoso helado de pitufo. Aquel verano una nueva chica se unió a la pandilla. Era de Madrid, como casi todos en la zona. Sólo coincidimos ese año, el 86. He de reconocer que no recuerdo su nombre, pero sí lo primero que nos dijo tras las presentaciones de rigor: “¿conocéis a Alexia?”. Era una chica de su clase, que había muerto el invierno anterior a causa de una especie de cáncer. Aunque yo ya había vivido la muerte de alguna compañera del colegio, me impactó lo que me contaba de aquella adolescente como nosotras.

No sé si se lo conté a mi madre, pero al cabo de unos meses nos regaló a mis amigas y a mí la primera biografía de Alexia.
Su lectura me impresionó vivamente. Que una chica de mi edad , con una terrible enfermedad, lo llevase tan bien, con la ayuda de sus impresionantes padres. Ellos le enseñaron a ofrecer todo su sufrimiento a Dios, con la mayor naturalidad del mundo. Alexia se metió en mi vida, y desde entonces no he dejado de acudir a su intercesión.

Hay quienes piensan que a los niños no hay que hablarles del dolor, y evitan a toda costa que se enfrenten al sufrimiento. Pienso que es un craso error. El dolor aparece indefectiblemente en nuestras vidas, y puede ser en cualquier momento. Siempre es bueno tener un punto de referencia.
En mi caso y en el de muchas adolescentes de mi edad, fue Alexia.