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viernes, 9 de septiembre de 2016

Rafa

La partida de Rafa Lozano al Cielo tras una dolorosa enfermedad que ha sabido llevar de modo ejemplar, nos ha conmovido y removido a muchos. Tuve la suerte de conocele y tratarle. Lo definiría con cuatro palabras: generoso, alegre, piadoso y coherente. Era una persona acogedora, de esas que te reciben siempre con una sonrisa; una "persona-hogar". En él, la vida interior y el activismo provida iban de la mano, algo difícil de conseguir en estos días en los que todos vamos corriendo a todos sitios. Tengo la seguridad de que tenemos un intercesor en el Cielo.
Dicen que "se muere como se vive", y Rafa se ha ido  rodeado de los suyos, su familia y sus amigos, que han sido muchos y de todo tipo y condición, en un clima de Fe y de Alegría.
He leído mucho estos día sobre él, y me ha gustado especialmante este testimonio de Benigno Blanco, porque pienso que define a Rafa muy bien: 

"La muerte de Rafa Lozano deja en todos los que le tratamos –junto al dolor inevitable- la férrea convicción de que hemos tenido el privilegio de compartir la vida de un héroe, es decir, de alguien que ha mejorado el mundo en que vivió e influido positivamente en miles de personas, generando dinámicas de bien de amplia proyección en la historia futura, aunque nadie aquí pueda cuantificar ni conocer exactamente los frutos de su vida. Bastaba ver el martes pasado en el tanatorio de la M30 de Madrid a los cientos de personas que venían a despedirse de él y abrazar a su mujer e hijos, para percibir la estela de felicidad y vida que ha dejado Rafa en tantos: una pequeña multitud que rezumaba fe –en su mayoría-, dolor y lágrimas pero con una inmensa alegría. Fe y alegría a pesar del dolor por la separación eran el clima alrededor del cadáver de Rafa. Esa es la estela de su vida.
Cuando besé a Fani, su madre, le dije mientras recogía con mis dedos alguna de sus lágrimas silenciosas, que debía estar contenta por la vida de su hijo y porque había llegado a la meta; Fani me contestó: ¡pero si estoy contentísima! Quizá esto no lo entiendan quienes no tienen fe, pero es la marca de quienes como Rafa y Fani viven cara a Dios y, por amor a Él, entregados a hacer el bien a los demás. Fani apostó en circunstancias muy difíciles por la vida, la vida de aquel que crecía en su seno y se llamaría Rafa, y éste ha dedicado su vida a proteger la vida de tantos. El sí a la vida de una mujer provocó una cadena de otros sí con proyección en la historia y para la eternidad a través de la vida de Rafa.
He tenido la suerte de trabajar con Rafa Lozano durante muchos años, primero en el Foro de la Familia y después en Red Madre, entidades en las que Rafa desarrolló su actividad profesional durante la mayor parte de la última década con un breve intervalo entre ambos trabajos. Lo conocía de antiguo, pero nuestra relación se reforzó cuando se ofreció como voluntario en la organización de la ILP del Foro sobre el matrimonio en 2004 y en las primeras manifestaciones que desde el Foro se organizaron en 2005. Por eso, cuando quedó vacante poco después la dirección general del Foro, le ofrecí que se hiciese cargo de esa responsabilidad y él aceptó con la generosidad y el empuje que le caracterizaban. Durante aquellos años trabajamos mano a mano en las campañas del Foro en defensa del matrimonio, la libertad de educación y la vida (con la promoción de Red Madre, nombre que -por cierto- es invención de Rafa). Incluso en el breve periodo que se dedicó a otras actividades hasta su incorporación a Red Madre como director de la entidad en Madrid, siguió colaborando con nosotros como voluntario. Sé por tanto de quien hablo.
Rafa no era un hombre perfecto –¡buenas broncas le he echado en ocasiones!-, pero fue un héroe benefactor de la humanidad porque veía su vida con vocación de servicio, sabía que su misión era defender la vida en una época en que la cultura de la muerte contamina nuestro ambiente. Se comprometió con la causa de la vida en su juventud allá en las Islas Canarias y después como voluntario o profesionalmente hasta su fallecimiento. Y se comprometió con la vida junto a Lola su mujer recibiendo con alegría esos seis hijos –de Carlota a Jaime- que no podían contener las lágrimas mientras cantaban guitarra en mano con alegría cantos de vida y resurrección en el funeral celebrado en el tanatorio.
Rafa era generoso con su tiempo, estaba disponible las 24 horas (¡literalmente!) para quien lo necesitase; abrió junto con Lola las puertas de su casa a quienes necesitaban de su apoyo y compañía para superar dificultades matrimoniales o a causa de un embarazo o problemas de atracción sexual que les mortificaban. Su compromiso con la vida fue ampliando el abanico de sus dedicaciones: los no nacidos, las mujeres embarazadas, los matrimonios con dificultades, las personas con atracción por el mismo sexo …; según los años pasaban y los problemas se multiplicaban a su alrededor, Rafa y Lola (pues en esto iban siempre de la mano) ampliaban el abanico de sus intereses solidarios. Por eso tenía tantos amigos, por eso tanta gente le quiere, por eso la multitud que pasó por el tanatorio para darle su agradecido adiós.
Humanamente Rafa tenía una personalidad atractiva: sonreía siempre, era pausado, no perdía la calma, jamás hablaba mal de nadie, era muy divertido, le encantaba la gente, la calle, las masas, el megáfono y la pancarta. Era un buen amigo de sus amigos y los tenía, por eso, a miles. Era discreto, nada vanidoso, servicial y generoso con su tiempo (demasiado incluso: no sabía decir que no a nadie que le pidiese ayuda y eso a veces creaba problemas pues el día solo tiene 24 horas).
La raíz última de su personalidad y actividad –así lo percibía él- era su fe en
Dios y su amor a la Iglesia. Amaba a los hombres y los servía porque los veía a la luz de su fe como hijos de Dios. ¡Cómo me recuerda su forma de entender la historia y ver a los demás a la de la santa de Calcuta que era canonizada mientras él fallecía! En sus últimos años ese compromiso con su Dios se concretó de forma especial en la promoción de la devoción a la Virgen, especialmente en sus advocaciones de Guadalupe y Medjugorje. Y así de nuevo abrieron Lola y él su casa, ésta vez a grupos de oración vinculados a estas devociones. ¡Nunca estaban solos Rafa y Lola: las puertas de su casa y sus vidas siempre abiertas a los demás!
Sé útil, deja poso, ilumina con la luminaria de tu fe y de tu amor…” Esta recomendación del santo aragonés se hizo realidad en la vida -¡y en la muerte!- de Rafa. Y seguirá siendo realidad en los que le deben la vida: sus hijos, los que nacieron gracias a su apoyo, los matrimonios que superaron sus problemas con su ayuda, los que centraron su vida y su sexualidad con su consejo, … Esta imagen de continuidad de los frutos de la vida de Rafa se me hizo patente al ver salir del tanatorio rumbo al cementerio la “furgoneta de Rafa conducida por Carlota, su hija mayor, con todos los hermanos detrás. La vida sigue, la furgo la seguirán guiando otros y los frutos de esta vida generosa se multiplicarán hasta el fin de los tiempos. Así sucede con los héroes, aunque sean de aquellos que quizá no pasen a los libros de historia de los hombres".
Benigno Blanco Rodriguez

jueves, 19 de julio de 2012

El decoro en la cuerda floja

Por: Josefina Figueras en asmoda.com

En nuestra convulsiva época se suele hacer una calificación muy “sui generis” que coloca algunas palabras y conceptos entre lo llamado “políticamente incorrecto”. Y la palabra decoro es uno de ellos. Sin embargo, desde la otra orilla, muchos se esfuerzan por reivindicar el verdadero significado del decoro como el respeto que la persona se debe a si misma y como consecuencia a los demás. El debate cobra especial intensidad cuando llega el verano porque si se prescinde del decoro se puede caer en una plaga por desgracia bastante corriente: la chabacanería ambiental.

La pérdida del decoro, que es un claro síntoma de retroceso social, puede expresarse de muchas maneras pero una de las más sintomáticas -y que en verano alcanza niveles altísimos- afecta a la forma de vestirse o mejor aun de desvestirse. Contra esta plaga se han alzado ya algunos ayuntamientos para exigir decoro como una forma de cuidar la imagen de la población y también respondiendo al aumento de las quejas ciudadanas.

Frente a la pretensión de algunos de pasearse casi desnudos por las calles, especialmente en poblaciones cercanas a la costa, se han arbitrado algunas medidas cortando los excesos con prohibiciones concretas, sujetas a multas, como por ejemplo no permitir además del desnudo el pasearse por las calles en bañador “para proteger el derecho de las personas como consecuencia de la falta de respeto a las pautas mínimas generalmente admitidas en relación con la forma de vestir que exige la ley”, como se publicó por ejemplo no hace mucho en Barcelona.

Algunas asociaciones, que defienden el derecho prehistórico de ir “sin ropa”, se han sentido “perseguidas” con estas prohibiciones y otras parecidas y lo han calificado incluso de “nudofobia”. Otros consideran que prohibir estos excesos es un ataque a la libertad. Sin embargo, considerando las cosas con objetividad, las medidas restrictivas en las calles y también en las entradas de algunas catedrales y monumentos históricos, tienen que ver con la educación y el respeto, pilares en los que se apoya la convivencia y el decoro que se quiere borrar del diccionario y de las calles.

En el fondo de este debate late un concepto equivocado de la libertad individual, que se quiere definir como un derecho de hacer y vestir cada uno según le venga en gana sin que nadie tenga derecho a poner determinados límites. En verano esta libertad abusiva toma mayores alas y cuando llega el buen tiempo hay quienes creen que los parques públicos son como la terraza de su casa y colocan la toalla sobre el césped, se embadurnan con el bronceador y se ponen a tomar el sol en bañador o en bikini. Y además de estos hay otros que ni se molestan en ponerse una camiseta y salen de casa en traje de baño y chanclas para defenderse mejor del calor reinante. O creen que los minishorts es una prenda adecuada para las calles de las ciudades.

Se suele alegar que estas actitudes no hacen daño a nadie. Pero, además de hacer daño a la vista, lo hacen a la imagen de las ciudades a las que hay que cuidar no solo manteniendo el aspecto de los jardines y los monumentos históricos, sino de su componente principal que son las personas. La convivencia es un pacto que dicta unas normas a las cuales todos tenemos que ajustarnos. Y deben tener también en cuenta el sentido ético y estético. No da lo mismo pasearse en bañador o vistiendo con una falta clara de la decencia más elemental, que casi siempre puede catalogarse en el apartado de la ordinariez y el mal gusto.

Detrás de estas actitudes, además del concepto equivocado de libertad, hay una muestra de mala educación y una de falta de respeto a los demás. La moda, con el decoro en la cuerda floja, tiene también una misión educativa que consiste en enseñar a vestir de la forma adecuada para cada ocasión sin quitar a nadie la legítima aspiración de querer un mundo en el que el buen tono, la estética y la decencia tengan también su lugar.

domingo, 29 de abril de 2012

Nada puede pasar que Dios no quiera...





José Villela Vizcaya, médico de profesión, nunca pensó que a sus 24 años de edad, su vida cambiaría drásticamente, con uno de los episodios más aterradores, al quedar atrapado en su vehículo cuando salía de ejercer sus prácticas como estudiante en hospital, y ser sorprendido en su vehículo con la caída de un camión de basura que perdió el control sobre el distribuidor vial del periférico en la Ciudad de México.


martes, 3 de abril de 2012

Reinventarse


Aunque no hay nada nuevo bajo el sol. 
Estos días se trata de mirar dentro de uno mismo y ver a la luz de los ojos de Jesús, lo que no va. Y acercarse al confesionario, y contarle al sacerdote, que en esos momentos no es hombre, sino Dios.
Y como a la mujer peadora, te coge, te sana, te perdona, y quedas limpio. 
Y luego... paz. Pero la de verdad. Porque nadie te condena. 


Es Dios, que nos tiende la mano. Siempre nos está esperando. ¿Se lo vas a negar?
Esto es la reinvención... al alcance de cualquier fortuna.



sábado, 21 de enero de 2012

Lo más libre

Distintas clases de oración.

Sebastian Millet es un violoncelista inglés y una de las personas que ha participado en el documental “Inspirados para amar. Diálogo con san Josemaría”. "Una de las cosas en las que san Josemaría Escrivá me ha ayudado es a relacionar, de modo práctico, lo que hago durante el día con Dios".

Pienso que la música es el mejor idioma para comunicarse con cualquier persona. No es necesario aprender el idioma: es universal. Y por eso, en cierto sentido, la música es lo más libre que conozco. Especialmente también porque no se puede ver, no se puede tocar. Es algo que está ahí en la atmósfera, por todos lados. Es espiritual en sí misma, como el espíritu: no se la puede tocar, no se la puede ver. Y por eso con ella me siento enormemente libre. Cuanto toco una pieza musical, siento que no hay ninguna barrera entre cualquier persona que me esté escuchando y yo. 
Hay distintas clases de oración. Antes de comenzar un concierto, si estoy nervioso hay una clase de oración… de desesperación. Y le digo a Dios: por favor ayúdame en esta situación. Y luego hay una clase de oración en la que tengo tiempo, y puedo ir tranquilamente a una habitación en casa, lo cual es muy difícil ahora con niños de tres años a mi alrededor. Pero puedo tener un rato tranquilo, en el que rezo simplemente hablándole a Dios sobre todos mis problemas y las cosas que necesito, y las cosas que me gustarían para otras personas. Y luego está la clase de oración cuando estoy con los niños y no tengo tiempo para ir a un lugar tranquilo, y sólo puedo hablar con Él mientras camino con el cochecito de bebé. 
Una de las cosas en las que san Josemaría me ha ayudado es a relacionar, de modo práctico, lo que hago durante el día con Dios. Así, por ejemplo, si decido ensayar con el violoncelo durante media hora, podría decir: bien, esto es por una de mis hijas, que no se encuentra bien. Y no pienso en ello mientras realizo el trabajo, pero lo tengo en la cabeza, en el subconsciente. Sé que el esfuerzo que pongo en realizar ese trabajo llega, está presente ante Dios, si quieres, por mi hija o por algún enfermo. Entonces, durante el día, si recuerdo hacerlo, es una forma de dar valor sobrenatural al trabajo que estoy haciendo.


http://www.inspiradosparaamar.org/

lunes, 16 de enero de 2012

Mentira y verdad en la vida personal

Por Alfonso López Quintás

I. La mentira nos enferma

En el juego, a veces complicado, de la vida, puede parecer en casos que la mentira es rentable en cuanto le permite a uno salir airoso de ciertos apuros y montar estrategias eficaces para vencer sin necesidad de convencer. Da incluso la impresión de que, si se va con la verdad por delante, no se llega lejos.

Frente a ello debemos subrayar que el ser humano vive como persona y se desarrolla como tal cuando es fiel a la realidad en torno y a su misma realidad, y esa fidelidad se traduce en veracidad. Ser veraces, mostrarse a los demás tal como uno es, tener palabra de honor, mantener las promesas dadas es condición para el encuentro, en sentido riguroso. Si te miento, no suscito en ti confianza, y, si no confías en mí, no me haces confidencias y no te encuentras conmigo.

El que rechaza la verdad rechaza el encuentro auténtico y bloquea el desarrollo de su personalidad: digamos que enferma espiritualmente. Esta enfermedad afecta al que rechaza la verdad por sistema, el que toma la mentira como un recurso de éxito y deprecia el valor de la verdad, a la que considera inútil o incluso contraproducente. Uno puede errar y por tanto faltar a la verdad, puede incluso mentir en un momento dado por debilidad pero reconocer en el fondo el inmenso respeto que merece la verdad. Entonces se halla en camino de realización personal. Pero, cuando considera que la verdad no le obliga, que no tiene poder alguno sobre él, que sólo él es dueño de sus pensamientos y manifestaciones, enferma espiritualmente, deja de vivir una vida en el espíritu.

II. La verdad nos sana

La mentira nos enferma. Bloquea la verdadera comunicación, y, como ésta es esencial al desarrollo del hombre, deforma la personalidad. Con profundo sentido, Carlo Collodi nos revela que a Pinocho le crecía la nariz cuando mentía (1) . La nariz es la parte central del rostro, y éste constituye el lugar por excelencia de expresión de la persona. El crecimiento desmesurado de la nariz simboliza, por ello, la deformación de todo el ser humano.

En cambio, la veracidad nos pone en forma espiritualmente, nos permite desarrollar al máximo nuestra personalidad, nos da nuestra configuración justa y, con ella, la máxima belleza. El que es veraz se manifiesta como es, se abre al otro con franqueza y genera confianza en su ánimo. La confianza lleva a hacer confidencias y a encontrarse. El encuentro desarrolla a las personas, las hace auténticas. Se considera auténtico al que es un verdadero hombre. Autenticidad y veracidad van unidas.

Ante una interpretación excelente, por ejemplo de una obra de Bach, solemos decir: "¡Esto es verdadero Bach!". Nos parece un Bach perfecto y modélico no porque se acomode a un modelo de interpretación que tengamos ante la mente, sino porque se manifiesta ante nosotros perfectamente realizado.

Amar la verdad es querer ajustarse a la realidad y hacer que aparezca en toda su excelencia. Ser veraz significa más que ser un espejo fiel de la propia realidad y las realidades del entorno sobre las que uno habla. Es ayudarles a ser cuanto están llamadas a ser. He ahí por qué profunda razón el que es veraz colabora con el Creador. El que es falaz, por el contrario, provoca un cortocircuito en la marcha normal de la vida.

Con profunda sabiduría nos alecciona El libro de los Proverbios de esta forma:

"Aparta de ti la lengua tramposa,
aleja de ti los labios falsos;
que tus ojos miren de frente
y tu mirada se dirija hacia delante;
fíjate dónde pones los pies,
que todos tus caminos estén firmes,
no te desvíes ni a derecha ni a izquierda,
aparta tus pasos del mal.

(...) Labio sincero dura largo tiempo,
lengua embustera sólo un instante.
(...) El Señor aborrece el labio embustero,
el hombre sincero obtiene su favor".

(Prov. 4, 24-27; 12, 19,22)

domingo, 14 de noviembre de 2010

La naturalidad de lo natural

Que dos y dos son cuatro lo sabemos todos, aunque haya quienes quieran hacer creer que son 5 ó 3. Es lo que ocurre con la idea de que cualquier conjunto de seres vivos de origen humano, vegetal, animal o cibernético pueden ser una familia. Los mismos que lanzan esas proclamas en los medios se echan las manos a la cabeza cuando narran sin ningún tipo de pudor y a cualquier hora del día (aún en horario de protección infantil) aberrantes sucesos de violencia, crímenes, robos... La conclusión siempre comprende los mismos argumentos por parte de los "comunicadores": "Claro, era una familia desestructurada"; "... Es que una madre sola tiene difícil educar a un hijo", "Es que el ambiente de promiscuidad que había en la casa..."
Y es que, como decía el refrán, y no sin razón: "Lo que es, es". Y como es, sale a flote, a pesar de los pesares. Y la realidad es que la familia es la columna vertebral de la sociedad; y que los pretendidos sucedáneos artificiales y rocambolescos sólo llevan sino a al derrumbe de los cimientos sociales.

La familia es un bien necesario para los pueblos, un fundamento indispensable para la sociedad y un gran tesoro de los esposos durante toda su vida. Es un bien insustituible para los hijos, que han de ser fruto del amor, de la donación total y generosa de los padres. Proclamar la verdad integral de la familia, fundada en el matrimonio -indisoluble, entre un hombre y una mujer- como Iglesia doméstica y santuario de la vida, es una gran responsabilidad de todos. Invito a los gobernantes y legisladores a reflexionar sobre el bien evidente que los hogares en paz y en armonía aseguran al hombre, a la familia, centro neurálgico de la sociedad. Esto es una ayuda notable a la sociedad, de la cual no se puede privar, y para los pueblos es una salvaguarda y una purificación. Además, la familia es una escuela de humanización del hombre. La experiencia de ser amados por los padres lleva a los hijos a tener conciencia de su dignidad de hijos.

La fe no es una mera herencia cultural, sino una acción continua de la gracia de Dios que llama, y de la libertad humana que puede o no adherirse a esa llamada. Los padres cristianos han de procurar que la llamada de Dios y la Buena Nueva de Cristo lleguen a sus hijos con la mayor claridad y autenticidad. En la cultura actual se exalta muy a menudo la libertad del individuo concebido como sujeto autónomo, como si se hiciera él solo y se bastara a sí mismo, al margen de su relación con los demás y ajeno a su responsabilidad ante ellos. Se intenta organizar la vida social sólo a partir de deseos subjetivos y mudables, sin referencia a una verdad objetiva previa como son la dignidad de cada ser humano y sus deberes y derechos inalienables a cuyo servicio debe ponerse todo grupo social. La Iglesia no cesa de recordar que la verdadera libertad del ser humano proviene de haber sido creado a imagen y semejanza de Dios. Por ello, la educación cristiana es educación de la libertad y para la libertad.
Benedicto XVI, discurso y homilía: V Encuentro Mundial de las Familias.
Valencia, España (2006)

miércoles, 21 de julio de 2010

Voluntad


Por J.M. Alimbau en La Razón

En todas las lenguas existen dos palabras muy importantes. Son «sí» y «no». Saber pronunciarlas fortifica, es signo de madurez, de poseer una voluntad forjada, de ser una persona de carácter.

Se cuenta de un joven que había recibido una buena educación. En la universidad o en el trabajo, rompió con sus ideales.
Se dejó arrastrar por las pasiones. La abulia invadió su interior. Se sentía abatido, triste, esclavo, anulado en su auténtica personalidad. Quería una cosa y hacía otra.
Un día encontró a una persona sabia. Le citó unos pensamientos de un esclavo, como cuenta Epícteto:
- «No te preocupes de satisfacer las necesidades de tu cuerpo, de tu estómago, sino aquellas que pertenecen a tu espíritu, a tu alma». Después le dijo que «podía rehacer su perso nalidad, recobrar su antiguo vigor reeducando, fortaleciendo su voluntad, enseñándole a vencerse a sí mismo, en pequeños actos, y convertirlos en hábitos».

Agustín de Tagaste enseñaba: «Homines sunt voluntates», «los hombres son voluntades».

martes, 23 de febrero de 2010

El poder de una sonrisa

Practica una caridad alegre, dulce y recia, humana y sobrenatural; caridad afectuosa, que sepa acoger a todos con una sincera sonrisa habitual; que sepa comprender las ideas y los sentimientos de los demás.


—Así, suavemente y fuertemente, sin ceder en la conducta personal ni en la doctrina, la caridad de Cristo —bien vivida— te dará el espíritu de conquista: tendrás cada día más hambre de trabajo por las almas.

(San Josemaría, Forja, nº 282)

sábado, 13 de febrero de 2010

Amistad que salva


Un día cuando era estudiante de secundaria, vi a un compañero de mi clase caminando de regreso a su casa. Se llamaba Carlos. Iba cargando todos sus libros y pensé: "¿Por qué se estará llevando a su casa todos los libros el viernes? Yo ya tenía planes para todo el fin de semana: fiestas y un partido de fútbol con mis amigos el sábado por la tarde, asíque me encogí de hombros y seguí mi camino.

Mientras caminaba, vi a un monton de chicos corriendo hacia él.
Cuando lo alcanzaron le tiraron todos sus libros y le hicieron una zancadilla que lo tiró al suelo. Vi que sus gafas volaron y cayeron al suelo como a tres metros de él. Miré hacia arriba y pude ver una tremenda tristeza en sus ojos. Mi corazón se estremeció, así que corrí hacia él mientras gateaba buscando sus gafas. Vi lágrimas en sus ojos.

Le acerqué a sus manos sus gafas y le dije, "esos chicos son unos descarados, no deberían hacer esto". Me miró y me dijo: " ¡gracias!".

Había una gran sonrisa en su cara; una de esas sonrisas que mostraban verdadera gratitud. Lo ayudé con sus libros. Vivía cerca de mi casa.

Le pregunté por qué no lo había visto antes y me contó que se acababa de cambiar de una escuela privada.
Yo nunca había conocido a alguien que fuera a una escuela privada.
Caminamos hasta casa. Lo ayudé con sus libros; parecía un buen chico.

Le pregunté si quería jugar al fútbol el sábado conmigo y mis amigos, y aceptó. Estuvimos juntos todo el fin de semana. Mientras mas conocía a Carlos, mejor nos caía, tanto a mí como a mis amigos.

Llegó el lunes por la mañana y ahí estaba Carlos con aquella enorme pila de libros de nuevo. Me paré y le dije:
"Hola, vas a sacar buenos músculos si cargas todos esos libros todos los días". Se río y me dio la mitad para que le ayudara.

Durante los siguientes cuatro años nos convertimos en los mejores amigos. Cuando ya estábamos por terminar la secundaria, Carlos decidió ir a la Universidad de Georgetown y yo a la de Duke. Sabía que siempre seríamos amigos, que la distancia no sería un problema. El estudiaría medicina y yo administración, con una beca de fútbol. Llegó el gran día de la graduación. El preparó el discurso. Yo estaba feliz de no ser el que tenía que hablar. Carlos se veía realmente bien.

Era uno de esas personas que se había encontrado a sí mismo durante la secundaria, había mejorado en todos los aspectos, se veía bien con sus gafas. Tenía más citas con chicas que yo y todas lo adoraban. ¡Caramba!, algunas veces hasta me sentía celoso...

Hoy era uno de esos días. Pude ver que él estaba nervioso por el discurso, así que le di una palmadita en la espalda y le dije:

-"Vas a estar genial, amigo". Me miró con una de esas miradas (realmente de agradecimiento) y me sonrió:

-"Gracias", me dijo. Limpió su garganta y comenzó su discurso: "La Graduación es un buen momento para dar gracias a todos aquéllos que nos han ayudado a través de estos años difíciles como tus padres, tus maestros, tus hermanos, quizá algún entrenador... pero principalmente a tus amigos. Yo estoy aquí para decirles que ser amigo de alguien es el mejor regalo que podemos dar y recibir y, a este propósito, les voy a contar una historia".

Yo miraba a mi amigo incrédulo cuando comenzó a contar la historia del primer día que nos conocimos. Aquel fin de semana él tenía planeado suicidarse.

Habló de cómo limpió su armario y por qué llevaba todos sus libros con él: para que su madre no tuviera que ir después a recogerlos a la escuela.

Me miraba fijamente y me sonreía. "Afortunadamente fui salvado. Mi amigo me salvó de hacer algo irremediable". Yo escuchaba con asombro como este apuesto popular chico contaba a todos ese momento de debilidad.

Sus padres también me miraban y me sonreían con esa misma sonrisa de gratitud. En ese momento me di cuenta de lo profundo de sus palabras:

- "Nunca subestimes el poder de tus acciones: con un pequeño gesto, puedes cambiar la vida de otra persona, para bien o para mal. Dios nos pone a cada uno frente a la vida de otros para impactarlos de alguna manera".

Los amigos son una joya muy rara. Ellos hacen que uno sonría, lo animan a que se tenga éxito en lo que se desea. Ellos saben escucharte, comparten sus palabras de aprecio y siempre quieren abrir su corazón hacia nosotros.

lunes, 8 de febrero de 2010

El optimista


Forjar un modo de ser entusiasta, dinámico, emprendedor y con los pies sobre la tierra, son algunas de las cualidades que distinguen a la persona optimista.
El optimismo es el valor que nos ayuda a enfrentar las dificultades con buen ánimo y perseverancia, descubriendo lo positivo que tienen las personas y las circunstancias, confiando en nuestras capacidades y posibilidades junto con la ayuda que podemos recibir.

La principal diferencia que existe entre una actitud optimista y el pesimismo, radica en el enfoque con que se aprecian las cosas: empeñarnos en descubrir inconvenientes y dificultades nos provoca apatía y desánimo. El optimismo supone hacer ese mismo esfuerzo para encontrar soluciones, ventajas y posibilidades; la diferencia es mínima, pero tan significativa que nos invita a cambiar de una vez por todas nuestra actitud.

Alcanzar el éxito no siempre es la consecuencia lógica del optimismo. Por mucho esfuerzo, empeño y sacrificio que pongamos, algunas veces las cosas no resultan como deseábamos. El optimismo es una actitud permanente de “recomenzar”, de volver al análisis y al estudio de las situaciones para comprender mejor la naturaleza de los errores y contratiempos. Sólo así estaremos en condiciones de superarnos y de lograr nuestras metas.

Normalmente, la frustración se produce por un fracaso, lo que supone un pesimismo posterior para actuar en situaciones similares. La realidad es que la mayoría de nuestro tropiezos se dan por falta de reflexión. ¿Para qué sirve entonces la experiencia? Para aprender, rectificar y ser más previsores en lo futuro.

El optimista sabe buscar ayuda como una alternativa para mejorar o alcanzar los objetivos que se ha propuesto, es una actitud sencilla y sensata que en nada demerita el esfuerzo personal o la iniciativa. Sería muy soberbio de nuestra parte, pensar que poseemos el conocimiento y los recursos necesarios para salir triunfantes en toda circunstancia.

Cualquiera que ha sido campeón en alguna disciplina, llegó a colocarse en la cima por su esfuerzo, perseverancia y sacrificio, pero pocas veces, o mejor dicho nunca, se hace alusión a su optimismo, a esa entrega apasionada por alcanzar su fin, conservando la confianza en sí mismo y en las personas que colaboraron para su realización. El optimismo refuerza y alienta a la perseverancia

El optimista no es ingenuo ni se deja llevar por ideas prometedoras, procura pensar y considerar detenidamente todas las posibilidades antes de tomar decisiones. Si una persona desea iniciar un negocio propio sin el capital suficiente, sin conocer a fondo el ramo o con una vaga idea de la administración requerida, por muy optimista que sea seguramente fracasará en su empeño, ya que carece de las herramientas y fundamentos esenciales para lograrlo.

En otras circunstancias nos engañamos e inventamos una falsa realidad para hacernos la vida más fácil y cómoda. Basta mencionar al estudiante que se prepara poco y mal antes de sus evaluaciones, esperando obtener la calificación mínima y necesaria para “salir del paso”, sin darse cuenta que su falso optimismo lo llevará –tarde o temprano- al fracaso.

Se podría pensar que el optimismo nada tiene que ver con el resto de las personas, sin embargo, este valor nos hace tener una mejor disposición hacia los demás: cuando conocemos a alguien esperamos una actitud positiva y abierta; en el trabajo, una personalidad emprendedora; en la escuela, profesores y alumnos dedicados. Si nuestras expectativas no se cumplen, lo mejor es pensar que las personas pueden cambiar, aprender y adaptarse con nuestra ayuda. El optimista reconoce el momento adecuado para dar aliento, para motivar, para servir.

En la amistad y en la búsqueda de pareja también es necesario ser optimista. Algunas personas se encierran en sí mismos después de los fracasos y las desilusiones, como si ya no existiera alguien más en quien confiar. El optimismo supone reconocer que cada persona tiene algo bueno, con sus cualidades y aptitudes, pero también sus defectos, los cuales debemos aceptar y buscar la manera de ayudarles a superarlos.

El paso hacia una actitud optimista requiere de una disposición más entusiasta y positiva, es tanto como darle la vuelta a una moneda y ver todo con una apariencia distinta:

- Analiza las cosas a partir de los puntos buenos y positivos, seguramente con esto se solucionarán muchos de los inconvenientes. Curiosamente, no siempre funciona igual a la inversa.

- Haz el esfuerzo por dar sugerencias y soluciones, en vez de hacer críticas o pronunciar quejas.

- Procura descubrir las cualidades y capacidades de los demás, reconociendo el esfuerzo, el interés y la dedicación. Esto es lo más justo y honesto.

- Aprende a ser sencillo y pide ayuda, generalmente otras personas encuentran la solución más rápido.

- No hagas alarde de seguridad en ti mismo tomando decisiones a la ligera, considera todo antes de actuar pues las cosas no se solucionan por sí mismas. De lo contrario es imprudencia, no optimismo.

No es más optimista el que menos ha fracasado, sino quien ha sabido encontrar en la adversidad un estímulo para superarse, fortaleciendo su voluntad y empeño; en los errores y equivocaciones una experiencia positiva de aprendizaje. Todo requiere esfuerzo y el optimismo es la alegre manifestación del mismo, de esta forma, las dificultades y contrariedades dejan de ser una carga, convirtiéndonos en personas productivas y emprendedoras.

martes, 2 de febrero de 2010

Lo que implica un "Fiat!"

Y no me refiero a la casa automovilística, sino al Fiat! (Hágase) que María le dijo a san Gabriel en el momento de la Anunciación: "¡Hágase en mí según Tu Palabra!".
Hágase sin condiciones, pasando desapercibida.



La ley mosáica dictaba que 40 días después del nacimiento de un niño, fuese presentado en el templo para ofrecer a Yavé el primogénito y purificarse la madre de la mancha legal.
Y allí que se presenta la "sin mancha", con su esposo y su Hijo, con dos tórtolas, que era la ofrenda de los pobres.

Un ejemplo emocionante la humildad de la Madre de Dios; la obediencia de la Sagrada Familia.


martes, 5 de enero de 2010

Abiertos a la verdad

"Lo que maravilla en la actitud de los Magos,es que se postraron en adoración ante un simple niño en brazos de su madre, no en el marco de un palacio real, sino en la pobreza de una cabaña en Belén (cfr. Mt 2, 11). ¿Cómo fue posible? ¿Qué convenció a los Magos de que aquel niño era "el rey de los judíos" y el rey de los pueblos? Ciertamente los persuadió la señal de la estrella, que habían visto "al salir", y que se había parado precisamente encima de donde estaba el Niño (cfr. Mt 2, 9). Pero tampoco habría bastado la estrella, si los Magos no hubieran sido personas íntimamente abiertas a la verdad. A diferencia del rey Herodes, obsesionado por sus deseos de poder y riqueza, los Magos se pusieron en camino hacia la meta de su búsqueda, y cuando la encontraron, aunque eran hombres cultos, se comportaron como los pastores de Belén: reconocieron la señal y adoraron al Niño, ofreciéndole los dones preciosos y simbólicos que habían llevado consigo."

(Benedicto XVI, Homilía en la solemnidad de la Epifanía, 6-I-2007)



martes, 1 de septiembre de 2009

Salutación del optimista

Siempre es agradable encontrarse con personas optimistas. El optimista tiene el don de enfrentarse con buen ánimo a todo lo que se le presenta. Sabe hacer fácil lo difícil. Ve motivos para crecer donde otros ven obstáculos. Siempre encuentra soluciones, y sabe ver lo positivo de los que le rodean.

Una persona optimista sabe cómo sacar lo mejor de los demás. El optimista no es ingenuo, sino que sabe que siempre hay motivos para disculpar. Para él, siempre pesa más la balanza de las virtudes que la de los defectos.

El optimista sabe que sobre las nubes, siempre está el sol.