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martes, 8 de marzo de 2016

Mujer

Cuando la mujer mira a María, el mundo se humaniza; la humanidad se dignifica. No hay más. Ahí reside el secreto de la verdadera “liberalización de la mujer”. 

Flaco favor nos ha hecho el movimiento feminista histórico. Desde finales del siglo XVIII existe una lucha incesante por instaurar la idea de la mal llamada y mal entendida igualdad entre hombres y mujeres que hoy, a comienzos del siglo XXI nos ha llevado a anular la esencia femenina. Hombres y mujeres somos iguales, sí, iguales en dignidad. En la dignidad que nos confiere ser hijos de Dios. Y gracias a Él, distintos en muchos aspectos: físico, psicológico, biológico… 

Si alguna institución es consciente del valor fundamental que tenemos las mujeres en la sociedad, esa es la Iglesia Católica. Jesús de Nazareth es el primero que da a la mujer el valor que se merece. Para empezar, de los infinitos modos que Dios podría haber elegido para redimirnos, quiso hacerlo encarnándose en el vientre de una mujer. Es en las mujeres en quién Jesús se apoya tantas veces, no hay más que leer los evangelios. Son las mujeres las que permanecen al pie de la cruz en el momento de la crucifixión. Y es a una mujer a quien primero le revela Jesús que ha resucitado. 

A lo largo de la historia tenemos cientos de ejemplos de instituciones
cristianas cuyos miembros han dejado su vida en tierras de misión o zonas desfavorecidas, poniendo sus talentos y formación al servicio de la capacitación de la mujer para que puedan ser independientes social y económicamente. La formación es libertad. 

En la Virgen María tenemos el modelo de mujer. Y el demonio lo sabe, por eso la odia, y de ahí el afán de destruir en nosotras todo lo que pueda hacernos similares a Ella.

Corrientes culturales, el mundo de la moda, nos empujan a alejarnos de todo aquello que nos es intrínseco, haciéndonos caer por una pendiente, hasta el punto de que todo lo bueno y bello es denostado. Algunos incluso, llegan a utilizar la palabra Virgen como un insulto. Y la sociedad ha picado el anzuelo. Se nos ha pretendido engañar, ofreciendo como liberalizador la elección de tener o no hijos y el momento en que debe hacerse. Arrancando algo tan esencial a la mujer como es la maternidad. Políticas antinatalistas y cultura de muerte ofrecen como normal algo tan antinatural como es cegar la fuente de la vida o terminar con ella. 

Hoy, que se celebra el día internacional de la mujer, y porque quiero ser verdaderamente libre, le pido a María, -nuestra Madre-, que todas sepamos parecernos a Ella.

Pilar M-T.

lunes, 12 de enero de 2015

Cómo ser una "mala" madre

(Artículo original en inglés: 12 ways to be the meanest mom in the world de Megan Wallgren). 

Cuando tus hijos te dicen que eres “mala”, debes de tomarlo como un cumplido. No cedas a los caprichos de tus hijos, pueden pensar lo peor de ti ahora, pero te lo agradecerán más tarde. 

Una vez, después de ir de compras, salí de la tienda sin ceder a la rabieta de mi hija por una galleta. Una mujer me detuvo en el aparcamiento y me dijo que era la mejor madre en el centro comercial. Mi hija definitivamente no pensaba lo mismo. Cuando tus hijos te dicen “mala” tómalo como un cumplido. 

La nueva generación ha sido considerada la de los niños más perezosos, más groseros, menos limitados y sin restricciones en la historia. Las cosas que se dicen sobre los niños malcriados y consentidos asustan a la mejor de las madres. La verdad es que: la culpa no es solo de los niños, sino también de los padres. Lo más fácil en la vida es ceder a todos los caprichos de nuestros hijos. Después de todo, ¿acaso no todas queremos ser la mamá molona? 

No cedas a los caprichos, tus hijos pueden pensar lo peor de ti ahora, pero te lo agradecerán más tarde. 

Aquí hay 12 maneras para que te asegures de ser la madre más mala del mundo: 

1. Asegúrate de que tus hijos se acuesten a dormir a una hora razonable.

¿Habrá alguien que no haya oído hablar de la importancia de una buena noche de sueño para la salud de un niño? Se una madre responsable y manda a tu hijo a la cama a su hora. Nadie dijo que el niño deba desear irse a dormir. Puede resistirse al principio, pero con constancia, va a saber que estás hablando en serio. Después de darle un beso de buenas noches, saborea la paz que trae el silencio o disfruta de tiempo de calidad con tu pareja. 

2. No les sirvas postre a tus hijos todos los días.

Las golosinas deben guardarse para ocasiones que lo merezcan. Esto es lo que las hace especiales. Si solo cedes a las demandas de tu hijo y le das caramelos todo el tiempo, no va a poder apreciar el gesto cuando alguien le ofrezca un regalo dulce de recompensa. Además, piensa en todas las facturas del dentista y del médico que pueden resultar por el exceso de esta indulgencia. 

3. Hazles pagar por sus propias cosas. 

Si quieres algo, tienes que pagarlo. Esa es la forma en que funciona la vida de los adultos. Para asegurarte de que tus hijos no vivan contigo para siempre, es necesario enseñarles hoy que los aparatos electrónicos, videojuegos, salidas al cine, uniformes y equipos deportivos de los que tanto gozan SI tienen un precio. Si tienen que pagar por todo o por parte de ese costo, van a apreciarlos todavía más. También puedes evitar pagar por algo que tu hijo realmente no deseaba. Si él no está dispuesto a pagar la mitad que le corresponde es muy probable que no lo quiera tanto. 

4. No les facilites la vida 

Algunos niños tienen un despertar muy difícil cuando consiguen un trabajo y se dan cuenta de que las reglas en realidad sí se aplican a ellos. Tienen que llegar a tiempo y hacer lo que el jefe les pide. Y, (¡oh no!) habrá muchos aspectos del trabajo que ni siquiera les gustan. 
Si no te agrada el profesor de tu hijo, su compañero de laboratorio, la posición asignada en el campo de fútbol o la ubicación de la parada de autobús, evita la tentación de hacer un escándalo o de mover palancas con tus contactos hasta arreglar la situación a su preferencia. Haciendo esto le estarás robando a tu hijo la oportunidad de aprender o sacar algo bueno de una situación difícil. Enfrentar circunstancias no ideales es algo que tendrán que hacer la mayor parte de su vida adulta. Si los niños no aprenden a manejar y sobrellevar la situación, estarán encaminados al fracaso. 

5. Hazlos hacer cosas difíciles. 

No asumas control automáticamente cuando las cosas se ponen difíciles. Nada les da a tus hijos un mayor impulso de autoconfianza que tomar las riendas de la situación y superar algo difícil para ellos. 

6. Dales un reloj y un despertador.

A tu hija le irá mucho mejor si aprende la responsabilidad de administrar su propio tiempo. No siempre vas a estar ahí para recordarle que apague el televisor y que debe prepararse para salir y llegar a su compromiso a tiempo. 

7. No te preocupes por comprarles el último modelo.

Enséñales a tus hijos a sentir gratitud y satisfacción con las cosas que tienen. Si siempre se preocupan por obtener el móvil más caro y más nuevo estando pendiente de quién ya lo tiene, vivirán encadenados a la deuda y a la infelicidad. 

8. Déjalos saborear las pérdidas.

Si tu niño rompe un juguete, no lo reemplaces. Él aprenderá una valiosa lección sobre el cuidado de sus cosas. Si tu hijo se olvida de entregar la tarea a tiempo, deja que se saque la mala nota que le corresponde o que se arregle con su maestro con una tarea adicional para compensar el crédito perdido. Estás enseñando a tus hijos el concepto de la responsabilidad – acaso no quieres criar hijos responsables? Seguro que ellos te recuerdan de las cosas que se te olvidan a ti. 

9. Toma control de la tecnología que usan. 

Si todos los demás padres dejan a sus hijos saltar de un puente, ¿tú también lo permitirías? No dejes que tus hijos vean un programa de televisión o jueguen videojuegos que no son apropiados para su edad sólo porque todos sus amigos lo han hacen. Si adoptas una postura firme en la educación de tus hijos, otros tal vez seguirán tu ejemplo. Se una influencia positiva en sus compañeros. 

10. Enséñales a que se disculpen 

Si tu hijo hace algo mal, enséñale a aceptar y confesar el error y a enfrentar las consecuencias. No escondas la grosería, la falta de honradez o el bullying bajo la alfombra. Si te equivocas, da el ejemplo y come un bocado de tu merecida torta de humildad. 

11. Cuida sus modales.

Incluso los niños pequeños pueden aprender los conceptos básicos de cómo tratar a otro ser humano con respeto y dignidad. Al hacer de la cortesía un hábito, les estarás haciendo un favor enorme. Los buenos modales pueden llevarte bastante lejos en la vida. Bien dice el dicho: “Se atrapan más moscas con miel que con vinagre.” 

12. Hazlos que trabajen de forma gratuita. 

Ya sea ayudando a la abuela en el jardín o como tutor voluntario para los niños más pequeños, asegúrate de que el prestar servicio sea una parte importante de la vida de tus hijos. Esto les enseña a mirar más allá de sí mismos y a darse cuenta de que otras personas tienen necesidades y problemas, y estos son — a veces más graves que los suyos. 

Y aún con todo el tiempo que pasarás siendo “la mala”, no olvides elogiar, alentar y recompensar a tus hijos por su buen comportamiento. Y también asegúrate siempre de que ellos sepan que los amas. Con un poco de guía y constancia de sus padres, tus niños pueden cambiar la historia y hacer de su generación una que se conozca por su buena voluntad y como una esperanza para el mundo.


viernes, 20 de septiembre de 2013

El cuerpo, imagen de Dios

El cuerpo es el lugar natural de la vida y del amor. Recibimos el cuerpo como un don, y en él recibimos también nuestra identidad sexuada y nuestra singularidad personal. Somos masculinos y femeninos en todo; también en nuestro modo de ser imagen de Dios

La diferencia sexual es un don, pero también una tarea. No se trata sólo de un dato biológico; es, sobre todo, una realidad personal, la vocación propia de todo hombre. Ni la masculinidad ni la feminidad se entienden o se realizan de forma aislada, autónoma o individualista, y mucho menos en oposición, sino siempre en mutua relación. El Génesis afirma que el varón y la mujer fueron creados como ayuda semejante: ayuda mutua en el orden del ser y no tanto en el orden del actuar. 

En la lógica de la fecundidad humana, es propio del varón ser origen y principio de la vida para la mujer y, a través de ella, para el hijo. El varón posee este principio de fecundidad no para sí, pues nunca llega a ser padre en sí mismo, sino siempre en relación a la mujer y al hijo. El varón nunca es principio de fecundidad sin la mediación de la mujer y sin la perfección del hijo. 

Desconozco autoría y fecha de la pintura, pero no deja de ser toda una catequesis sobre el aspecto trinitario de la unión conyugal, donde reside su fundamento. La Santísima Trinidad es Familia.

Ser padre es ser en total donación a la mujer y, a través de ella, al hijo. Que el esposo llega a ser padre significa que existe referido del todo a la esposa y, a través de ella, al hijo. Es padre en cuanto lo da todo a ellos. Su paternidad es a imagen y semejanza de la paternidad de Dios Padre, que en la Trinidad es aquel que posee la vida divina de modo fontal y originario. El Padre la posee siempre dándola a las otras dos personas divinas, y nunca recibiéndola, siempre en relación al Hijo y al Espíritu Santo, y nunca sin ellos. Y así, el Padre nunca es principio de todo sin el Hijo y sin el Espíritu Santo. El Padre nunca es en sí mismo, sino que siempre es en relación con las otras dos personas divinas. Así pues, es propio de lo masculino y del esposo llegar a ser padre, es decir, llegar a ser origen de la vida para la esposa y para el hijo, en modo análogo a como Dios Padre es origen de la vida para el Hijo y el Espíritu Santo

Lo propio de la maternidad es hacer fecunda la masculinidad y hacer padre al varón. La mujer es madre porque acoge y recibe como un don la vida de los dos, del padre y del hijo, en modo análogo a como el Espíritu Santo recibe el don del Padre y del Hijo

En todas las dimensiones de su ser, la mujer está hecha para acoger la vida del otro; pero no la acoge para sí, sino para entregarla hacia fuera, al modo como el Espíritu Santo acoge la vida del Padre y del Hijo para comunicarla en la Trinidad económica hacia fuera, a los hombres. 

La fuerza espiritual de la mujer radica precisamente en su maternidad: en la vida que recibe y en la vida que, a su vez, ella da a los demás. Por eso, su vocación singular está especialmente orientada hacia la cultura de la vida y la civilización del amor.  

Por Carmen Álvarez Alonso, profesora de la Universidad San Dámaso. Participante en la XV Semana de Teología de Asidonia-Jerez, cuyo tema ha sido La familia tiene futuro.
Publicado en alfayomega.es.
_______________________ 

El cuerpo humano, como don de Dios, y templo de la Santísima Trinidad, merecen todo el respeto. Es ahí cuando adquieren sentido el pudor y la modestia.

sábado, 1 de junio de 2013

Maternal

Eugène Anatole Carrière (1849 –1906): Amor maternal
Eugène Anatole Carrière (1849 –1906): Maternidad
Eugène Anatole Carrière (1849 –1906): El niño enfermo
Eugène Anatole Carrière (1849 –1906)
Eugène Anatole Carrière (1849 –1906)

martes, 7 de mayo de 2013

Madre

Dorothea Sharp, (1874 – 1955): Madre e hijos en el lago Como.

Te digo, al llegar, madre
que tú eres como el mar;
que aunque las olas
de tus años se cambien y te muden,
siempre es igual tu sitio
al paso de mi alma.

Gavin Calf: Madre e hijo en Bretaña.
 
No es preciso medida
ni cálculo para el señalamiento
de ese cielo total;
el color, hora única,
la luz de tu poniente,
te sitúan,¡oh madre!,entre las olas,
conocida y eterna en su mudanza.

Juan Ramón Jiménez.


sábado, 19 de enero de 2013

10 frases reveladoras de médicos abortistas


Las 10 frases más reveladoras que se les escaparon a médicos abortistas
Fuente: Religionenlibertad.com

En España es famosa una frase que le dijo el dueño del abortorio Dator de Madrid, al doctor Jesús Poveda, veterano activista provida que a menudo la recuerda en público: "yo le pregunté cómo es que él, siendo médico, sabiendo lo que es de verdad un aborto, puede realizarlos", explica Poveda, "y él me respondió: ´Hasta yo me asombro de las cosas de que soy capaz por dinero".

En una sociedad de la comunicación, los técnicos y empresarios del aborto hablan (o escriben: en congresos, memorias, diarios...) y sus frases permanecen. 
En LiveActionNews.org han recopilado 10 frases reveladoras:

1. "A ellas no se les permite nunca mirar la pantalla de ultrasonidos, porque sabemos que si lo hacen y escuchan el latido del corazón, no querrían hacerse el aborto".
Dr. Randall, antiguo abortista

2. "Incluso hoy lo siento como algo un poco peculiar, porque como médico fui entrenado para conservar la vida, y aquí estoy, destruyéndola".
Dr. Nejamin Kalish, abortista.

3. "Tienes que llegar a ser un poco esquizofrénico. En una habitación, animas a una paciente y le dices que la ligera irregularidad cardíaca del feto no es importante, que tendrá un bebé bueno, sano. En la otra habitación, le aseguras a otra mujer, a la que le acabas de hacer un aborto salino, que es buena cosa que el latido del corazón sea ya irregular, que no se preocupe, que no tendrá un bebé vivo. De repente, uno se da cuenta de que en el momento de la infusión salina había mucha actividad en el útero. No eran corrientes de fluido. Era, obviamente, el feto dañado al tragar la solución de sal concentrada y pateando violentamente, y eso es en cualquier sentido el trauma de la muerte. Alguien tiene que hacerlo, y desafortunadamente somos los ejecutores de este acto.  
Dr. John Szenes, abortista.

4. "Decirle a esas mujeres que sus fetos sienten dolor es acumular tormento sobre tormento. Esas mujeres tienen un dolor real. No llegaron con facilidad a esta decisión. Crear otra barrera para ellas para alcanzar el cuidado médico que necesitan es realmente injusto". 
Dave Turok, abortista.



5. "Esta es la razón por la que odio el uso excesivo del forceps: las cosas se rompen. Sólo hay dos tipos de doctores que dicen nunca han perforado un útero, los que mienten y los que no hacen abortos".
Abortista anónimo.

6. "Me fui donde ya no tuviese que soportar ver cuerpecitos nunca más".
Dra. Beverly McMillan, antigua abortista.

7. "Creo que he sido afortunada por formar parte de esto. Si no me hubiera implicado, habría ido por la vida perfectamente satisfecha de acudir a fiestas de la sociedad médica y habría resultado muy, muy soso. Me habría aburrido como una tonta". 
Dra. Jane Hodgson, abortista pionera.

8. "La pena, bastante distinta al sentimiento de vergüenza, la exhiben de una forma u otra prácticamente cada una de las mujeres a las que les he practicado un aborto, y eso son unas 20.000 a fecha de 1995. La pena se revela en el hecho de que la mayoría de ellas lloran en algún momento durante la experiencia. El proceso de duelo puede durar unos pocos días o varios años. El duelo a veces se aplaza. El duelo puede yacer sublimado y dormido durante años". 
Dra. Susan Poppema, abortista.

9. "Si veo un caso, de más de 20 semanas, donde francamente eso es un niño, para mí, realmente me hace pensar y sufrir, porque ¡el potencial está aquí tan inminente! Por otro lado, tengo otra postura, que creo que es superior en la jerarquía de preguntas, y es esta; ¿quién posee ["owns"] a este niño? Tiene que ser la madre". 
Dr. James McMahon, abortista.

10. "Sabemos que es matar, pero el estado nos permite matar bajo ciertas circunstancias".
Dr. Neville Sender, abortista.

jueves, 2 de agosto de 2012

Historia de tres fetos

Por Alfonso Ussía en la Razón. 23/07/12

 El ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, ha anunciado que en la próxima reforma de la Ley del Aborto se suprimirá el supuesto de la malformación del feto para solicitar la interrupción del embarazo. Hoy, cuando escribo, leo en LA RAZÓN diferentes casos protagonizados por matrimonios admirables que se opusieron al aborto a pesar de las recomendaciones de sus ginecólogos y respetaron el derecho a la vida de «los monstruos» que iban a nacer. Las voces de las izquierdas han llamado retrógado y cavernícola al ministro, lo cual carece de importancia.

 Hace años, una mujer embarazada fue informada de que era portadora de un ser deforme y monstruoso en sus entrañas. Esa mujer, y espero que me disculpe si hago pública su identidad, se llama Beatriz Ramírez de Haro. Es hermana de Fernando Ramírez de Haro, y por ende, cuñada de Esperanza Aguirre. «Un feto deforme y sin posibilidad de sobrevivir». Pero ella siguió adelante. Su marido apoyó su decisión. Las mujeres bien educadas y con valores y principios no matan a los indefensos. Además, Beatriz contaba con el apoyo de su formación cristiana, y decidió que si Dios le ponía esa terrible prueba, ella tenía que superarla.
 Se acercaba la fecha límite aprobada por la entonces vigente Ley, y Beatriz había recorrido la mitad de España y una cuarta parte del mundo visitando ginecólogos. Todos coincidían en el diagnóstico primario. Su única salida era la interrupción inmediata del embarazo y prescindir de la vida de la deforme masa de carne que crecía en su cuerpo. Pero Beatriz es muy tozuda, y se mantuvo en sus trece. «Lo que Dios me ha enviado, que sea bienvenido». Una postura imbécil e irresponsable para las defensoras de las trituradoras del doctor Morín y las clínicas en las que se practican diariamente miles de abortos de seres humanos no deseados. Todavía recuerdo la científica precisión de Bibiana Aído. Un feto, hasta que no alcance determinados meses de crecimiento, no es un ser humano. Se le preguntó cuándo comenzaba a ser una jirafa el feto de una jirafa y no supo responder. Es lógico, porque la ministra se dedicaba a enseñar a bailar sevillanas.

 Con la lógica preocupación, abrumada por su futuro, le llegó a Beatriz la hora de su alumbramiento. Todo preparado en el quirófano para permitir el nacimiento de un ser deforme y sin porvenir. El ser deforme, con la luz de la vida a su alcance, se dividió en tres cuerpos. Y nació la primera de esas partes escindidas del horror, y era un ser perfecto. Y apareció la cabeza de la segunda parte, y era un niño perfecto. Y para no ser menos que sus compañeros de aventura, sus hermanos, nació el tercero de los trillizos, estallante de salud. Hoy, los tres, que ya no son tan niños, mirarán a sus padres con la admiración y gratitud que merecen por su coraje, su valor y su defensa de la vida.

 La historia del «ser deforme y monstruoso» que se empeñó su madre que naciera, no es la única. Ahora son tres historias diferentes, tres vidas distintas y tres rumbos elegidos desde la libertad. La sabiduría del hombre y los adelantos técnicos y científicos se han desarrollado en las últimas décadas. Pero esa sabiduría y esos adelantos tienen la obligación de estar al servicio de la vida, no sometidos al negocio de la muerte. Comprendo y entiendo, aunque no comparta el procedimiento, las situaciones límite que llevan a muchas mujeres a abortar. Pero no por capricho. No por desentenderse de una vida que ellas han creado con otro ser humano. En España, últimamente, no se ha abortado con rigor científico. Se ha asesinado con violencia a centenares de miles de inocentes. Por eso me ha parecido agradable contar esta historia monstruosa.

jueves, 12 de julio de 2012

Generosidad


Hace unos días conocíamos la historia de Bárbara Castro, periodista de 31 años que perdía la vida a causa de un cáncer. Hasta aquí, algo desgraciadamente habitual; no es la primera vida joven que se va a causa de la fatal enfermedad.
Pero la decisión de Bárbara ha hecho que su caso sea conocido a nivel nacional.

Bárbara y su pequeña
Casada con Ignacio, a los 5 meses de embarazo se entera de que sufre un cáncer de lengua. Ante la disyuntiva de adelantar el parto de su hija para así poder recibir ella el tratamiento para su enfemedad (con el consiguiente riesgo para la vida de su hija), decidió que el embarazo siguiese su ritmo natural, y posponer su tratamiento al parto.
La pequeña Bárbara nació, y su madre, tras dos años tratándose, "nació a la vida" el pasado miércoles.

Ha sido una difícil decisión, supongo que no exenta de polémica. Seguro que cuando su hija crezca y sea consciente de la decisión de amor de su madre, será la niña más orgullosa del mundo.

Desde aquí, mi reconocimiento a Bárbara y a su familia, todo un ejemplo de generosidad y amor. Le pido que desde el cielo, nos envía a todos un poquito de su valentía para luchar por la vida.

sábado, 5 de mayo de 2012

La maternidad embellece

Frederic Leighton. Madre e hija (1865)

Cuando nos encontramos próximos a la celebración del día de la Madre, con frecuencia me vienen a la cabeza unas palabras que San Josemaría Escrivá, fundador del Opus Dei, solía repetir cuando alguna madre de familia numerosa se dirigía a él en los encuentros catequéticos que mantuvo por España y Latinoamérica hacia el final de su vida. Antes de responderle, recordaba con gracia a todos los presentes el dicho de que «la maternidad embellece». 

Esta realidad que comporta la maternidad contrasta hoy con la abundancia de tantos centros de estética, algunos de ellos muy especializados. La proliferación de este tipo de establecimientos es señal de que existe una creciente valoración por la imagen que uno da.

Y bien mirado, podemos decir que una madre tiene algo especial. Es algo que le confiere una belleza peculiar y única. No se trata solamente de una cuestión hormonal o física. Se trata de algo más profundo. La relación que se establece entre una madre y sus hijos la transforma, y ese cambio, que es interior y trasciende fuera, la embellece.

No es difícil ver que las madres tienen un papel insustituible en la vida de sus hijos. Escribía el Dr. Nagai, médico japonés que trabajó mucho tiempo en un orfanato, que «nuestra infancia es feliz porque podemos llorar. Sabemos que si lloramos nuestra madre vendrá y nos consolará. Una persona mayor no puede llorar a gritos, sólo un niño que tiene madre puede hacerlo». Había observado que si un huérfano llora, los demás se reían de él. Entonces éste aprende a la fuerza la astucia de contener las lágrimas. Probablemente no haya peor mal para una persona que sentirse solo y poco comprendido.

Además de saber consolar a sus hijos, la madre también les ofrece algo impagable: una sonrisa sincera. Trabajar o convivir con una persona que sonríe habitualmente tiene un influjo en el resto de la gente, que se aprecia cuando esa persona se marcha o se ausenta. Así, cualquiera que haya visto a una madre jugar y divertirse con sus hijos habrá tenido un comprensible deseo de ser capaz de mirar igual que ella. Los ojos de la madre revelan que algo se ha encendido por dentro. Y esa sonrisa todavía es más preciosa cuanto más dependiente sea el hijo. Es el caso, por ejemplo, de un bebé o de un hijo que sufra una discapacidad.

¿Qué le pasa a una mujer cuando corresponde al don de la maternidad? Le pasa lo más grande que le puede ocurrir a una persona: aprende a querer con toda su interioridad. Una madre vive para su hijo. Casi sería más preciso decir que se desvive por él. Habrá días luminosos y otros días más nublados, o incluso con tormentas; podrá haber bonanza económica o quizá se vivan momentos de recorte presupuestario en casa. Pero toda madre sabe que es capaz de sonreír y de consolar a su hijo, aunque las circunstancias no acompañen o se encuentre rota por dentro. Es capaz de elevarse por encima de sus capacidades con tal de ayudar a sus hijos. A partir de entonces, el bien de los hijos es fuente de alegría para una madre.

Hoy más que nunca esta relación puede aparecérsenos como difícil o utópica. Parece que los valores actuales apuntan en otra dirección. Estamos acostumbrados a medir la eficacia de nuestras acciones en función de nuestro interés o en términos económicos. Quizá por eso a muchos la maternidad les parezca una carga incomprensible. Y en cierto modo tienen razón. Porque la maternidad es un misterio. A una madre se le ha confiado algo único: cada hijo es irrepetible y portador de una esperanza. El vínculo que se genera lanza a los padres, y en particular a la madre, a una aventura diaria con cada hijo. Y en un mundo como el nuestro que busca seguridades y teme comprometerse, la madre generosa goza de un gran atractivo por cuanto ha asumido el riesgo de la auténtica hazaña: la entrega abnegada por el bien del otro.

La relación de una madre con sus hijos llega muy hondo. Romano Guardini reflexionó sobre este misterio: 
«¿Cómo ama la madre a su hijo? ¿Cómo nace ese amor? La madre ama ya, por su disponibilidad para concebirlo, al que no existe todavía pero se formará un día con su propia sangre. Más tarde, siente agitarse dentro de sí algo viviente, y su amor crece a medida que se desarrolla ese cuerpo distinto al suyo. Y ella, la madre, tiene conciencia de ese amor y cree en el sentido y cumplimiento de la existencia de ese hijo. Y cuando éste nace y lo mira en sus brazos, sus ojos se tornan capaces de una clarividencia más profunda, pues su corazón ha hecho ya un largo aprendizaje en la escuela de la paciencia y del amor».
La maternidad embellece porque enriquece el corazón. Lo que hace grande a una persona no es su sueldo o el poder que haya acumulado, sino su capacidad de amor. El amor de una madre por su hijo poco tendrá de romántico y mucho de sacrificado y desinteresado. El auténtico amor es el que lleva a entregarse y desvivirse por el bien del otro. Toda madre lo sabe. Y todos —puesto que todos somos hijos— las admiramos.

(Por Tomás Baviera Puig en almudi.org)

lunes, 25 de octubre de 2010

Una hora es una eternidad

Tras la triste noticia del congreso pro-aborto que ha tenido lugar en Sevilla, leer cartas como la que el semanario Alfa y Omega publicaba en su número 708 del 21 de octubre, te reconcilian con la humanidad:

Os escribimos a los muchos amigos que, con vuestras oraciones y vuestro cariño, nos habéis ayudado a prepararnos para el nacimiento de nuestra hija María en esta tierra y para su nacimiento definitivo a la vida eterna. Como ya seguramente sabréis, la niña vivirá pocos días fuera del seno materno, incluso horas, debido a una hernia diafragmática que está impidiendo el desarrollo de sus pulmones.
Desde que lo supimos, la principal prioridad de nuestras vidas ha sido que María sintiera, en su corta existencia, el amor y la alegría. Que sintiera la seguridad de unos padres que están convencidos de que la dignidad humana no depende de su grado de perfección. Que para nosotros ella es un ser humano único, con un valor infinito: nada llenará el vacío que nos deje su pérdida.
Desde las primeras ecografías, pudimos oír su corazón latiendo, ver su cabecita, sus manos... En las ecografías de tres dimensiones la hemos visto moverse y hemos descubierto sus rasgos: su boca, su nariz... Tiene la misma carita que su hermano pequeño. ¡Es preciosa!
La familia es el único grupo humano en el que se aprecia a cada uno por ser quien es, y no por lo que vale o representa. Hace diez años que nos casamos para formar una familia que Dios ha bendecido con tres hijos varones, y ahora, con esta hija, a la que queremos, no por lo que vale o por lo que representa, sino porque es... ¡nuestra hija!

Una hija que ha vivido con su familia la Primera Comunión de su hermano mayor, las Bodas de Plata de la jura de bandera de su padre, la fiesta de fin de curso de sus hermanos, la victoria de España en el Mundial de fútbol... Esa noche, María estaba dormida, mientras en casa, como en cualquier familia española, sufríamos con la final del Mundial. En el minuto 116 del partido se despertó y comenzó a dar patadas. Sus hermanos estaban convencidos de que vendría el gol de España, ¡y así fue! Esa noche sintió la alegría de su familia, de su barrio, de toda su patria.
Mañana miércoles llega el día de inducir el parto: María nacerá, lo hará querida y acompañada. Y cuando muera lo hará querida y acompañada, porque sus padres no quisimos ceder a la presión de los que han sido incapaces de ver en ella, y en su madre, a un ser humano. Junto al profundo dolor de saber que no la tendremos más con nosotros en esta vida, tenemos la serenidad de haber intentado comportarnos como unos buenos padres, también con ella.
Mañana más que nunca necesitaremos vuestras oraciones. ¡Qué Dios os bendiga!

Siso y Pilar

María nació el 6 de octubre, a la una y media del mediodía. Mientras le realizaban los primeros cuidados en el mismo paritorio, fue bautizada y confirmada por un sacerdote.

Su madre pudo vivirlo todo con gran lucidez gracias a que el parto fue fácil. Hubiera deseado tenerla más tiempo con ella, pero lo mejor para la niña era llevarla a la incubadora. Allí su padre pudo estar acariciándole y hablándole. Sus constantes vitales eran tan bajas que las enfermeras ofrecieron apagar el monitor que estaba sobre la incubadora: ¡No, por favor!, la verdad ha sido la mejor aliada de María para tener una vida digna y una muerte digna, y no vamos a volverle la espalda.

Pasadas las dos y media, su padre dejó por un instante de acariciarla para recordarle al pediatra: Nuestra principal preocupación es que no sufra. Al volverse hacia la niña, su corazón había dejado de latir: Dios Padre ya la había acogido en sus brazos.

Cuando se trata de amar, una hora es una eternidad.
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