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sábado, 6 de octubre de 2012

Octubre, mes del Rosario

Beatrice Offor: El Rosario.
Celebraremos la fiesta de Nuestra Señora del Rosario, y es como si, cada año, la Virgen nos invitase a descubrir de nuevo la belleza de esta oración, sencilla y profunda". 
Juan Pablo II fue "un gran apóstol del Rosario". (Carta apostólica "Rosarium Virginis Mariae", que dedicó a esta oración). 

"El Rosario es una oración contemplativa y cristocéntrica, inseparable de la meditación de la Sagrada Escritura. Es la plegaria del cristiano que avanza en la peregrinación de la fe, siguiendo a Jesús, precedido por María". 

(Benedicto XVI, Castelgandolfo, 5 de octubre de 2006). 



domingo, 2 de septiembre de 2012

El mendigo que confesó a Juan Pablo II

Por José Calderero en Alfa y Omega

(...)  En Via della Traspontina, a poca distancia del Vaticano, un monseñor se dio cuenta de que el mendigo que estaba en la calle era un sacerdote que se había alejado de su ministerio. Lo reconoció, porque ambos se habían ordenado el mismo día. Tras saludarse, el mendigo le contó al monseñor que había perdido su fe y su vocación.

El obispo, tras realizar las oportunas gestiones, consiguió llevar al mendigo a una audiencia en la Sala Clementina. Previamente había avisado a Juan Pablo II de la presencia del mendigo-sacerdote, y después de la audiencia, el Papa pidió al mendigo que lo acompañase a la sala contigua. El mendigo salió de allí llorando. Explicó que el Papa le había pedido que lo confesase, y después de la confesión le había dicho: «¿Ves la grandeza del sacerdocio? No la desfigures».

(...) El Pontífice pidió al mendigo que escuchara su confesión. El hombre, impresionado, les respondió que ya no era sacerdote, a lo que el Papa contestó: «Una vez sacerdote, sacerdote siempre». «Pero estoy fuera de mis facultades de presbítero», insistió el mendigo. «Yo soy el obispo de Roma, me puedo encargar de eso», zanjó el Papa.

El hombre escuchó la confesión del Santo Padre, y le pidió a su vez a éste que escuchara su propia confesión. Después, lloró amargamente. Al final del encuentro, Juan Pablo II le preguntó en qué parroquia había estado mendigando, y le designó asistente del párroco precisamente allí, junto con otro encargo: la atención a los mendigos.

viernes, 6 de julio de 2012

Arte, un regalo de Dios

Por Jesús Ortiz López en Arvo.net

Pascal afirmaba que el corazón tiene sus razones que la inteligencia no entiende, dado que el ser humano es un misterio abierto al infinito, capaz de grandezas y miserias en un mismo corazón.

Pablo de Tarso invitaba a los creyentes a meterse en el corazón de Cristo para conocer el amor de Dios y reconocerse como hijos de Dios: “Que Cristo habite en vuestros corazones por la fe -escribe-, enraizados y fundamentados en la caridad, para que podáis comprender con todos los santos cuál es la anchura y la longitud, la altura y la profundidad, y conocer el amor de Cristo que supera todo conocimiento, para que seáis colmados de toda plenitud de Dios” (Ef 3,17-19).

El Vaticano II viene a decir lo mismo: “el misterio del hombre sólo se esclarece a la luz del Verbo encarnado” (GS, 22).
El arte es un gran regalo de Dios a los hombres y los artistas son geniales constructores de belleza que nos ayudan a superar la vulgaridad y abismarnos en el misterio del ser. Es un hecho que el cristianismo ese ha aliado con el arte. Desde los primeros tiempos la Iglesia ha necesitado de los artistas para anunciar el Evangelio, reconoce Juan Pablo II en la Carta dirigida a los artistas. La Iglesia nunca ha despreciado la palabra y la imagen, la música y la materia para difundir su mensaje. Lo contrario supondría incluso retornar a la herejía de los iconoclastas.

Jesús Fernández Moreno
El Monasterio de El Escorial es una monumental obra de arte concebida según el sentido cristiano de la vida, cuando el antropocentrismo moderno comenzaba ya a descentrar al hombre y a la sociedad. Si el arte es siempre un puente tendido hacia la experiencia religiosa, en El Escorial resplandece la belleza de Dios y la magnificencia del hombre para asombro y elevación de las futuras generaciones. Será suficiente mencionar algunos datos para comprenderlo mejor: sus fachadas tienen 207 mts. Y 160 mts. respectivamente, y las 4 torres llegan a 55 mts. de altura. En total hay 15 claustros, 16 patios, 88 fuentes, 1.200 puertas y 2.600 ventanas.

La Basílica está concebida como el nuevo templo de Jerusalén que ya goza de la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía, y viene precedido por el Patio de los reyes que representa, en su desnudez, a Israel en la espera multisecular del Redentor. La cúpula alcanza los 92 mts. mientras que las torres que flanquean la entrada llegan a 72 mts. En su interior, el Retablo es una catequesis sobre los misterios gozosos, dolorosos, y gloriosos de la vida de Cristo y de María, y está en función del Tabernáculo. Se trata de un templete realizado con mármoles y bronces muy valiosos que tiene 4,50 mts. de altura y 2 mts. de diámetro. Todo este conjunto básico del templo, monasterio, mausoleo y apartamentos reales se realizó en ¡sólo en 21 años! Hoy disponemos de más medios y mejores técnicas pero parece que nos falta corazón: no sabemos hacer catedrales ni iglesias donde brille el esplendor de la belleza.

Si Dios es la belleza y el artista la busca incansablemente, el arte ha de encontrarse con Dios. La belleza, la verdad y el bien, se unen de modo sublime en la persona de Jesucristo. El mundo necesita la belleza y el arte debe contribuir a la Redención, sobre todo los artistas que de verdad creen en Dios, en Jesucristo y en la Iglesia. De ahí que Juan Pablo II les diga: “Os toca a vosotros, hombres y mujeres que habéis dedicado vuestra vida al arte, decir con la riqueza de vuestra genialidad que, en Cristo, el mundo ha sido redimido, redimido el cuerpo humano, redimida la creación entera”.

A los demás mortales se nos pide sólo una mayor capacidad de contemplación y más sentido crítico respecto al arte y al religioso en particular. La sociedad tiene necesidad de grandes artistas y la comunidad cristiana necesita que tengan una buena doctrina y una vida coherente con la fe. Y probablemente todos necesitamos mucha magnanimidad para superar la vulgaridad en el arte sacro y en la liturgia. En El Escorial podemos contemplar una materia transfigurada de belleza porque unos hombres geniales tenían fe en Dios y estaban bien unidos al Artista del universo.

miércoles, 20 de junio de 2012

El "Sí" de una vida

Edward A. Fellowes-Prynne (1854 - 1921), "Ecce ancilla Domini"

"Es fácil ser coherente en la hora de la exaltación, difícil serlo en la hora de la tribulación. Y sólo puede llamarse fidelidad una coherencia que dura a lo largo de toda la vida. El "Fiat" de María en la anunciación encuentra su plenitud en el "Fiat" silencioso que repite al pie de la Cruz"

(Juan Pablo II, de la homilía pronunciada en la catedral de Méjico el 26-01-1979)

William-A. Bouguereau (1825-1905)
Pietà (1876)

martes, 1 de mayo de 2012

Juan Pablo II y la Virgen María

Celebramos el primer aniversario de la beatificación de Juan Pablo II. No es coincidencia que fuese en mayo, mes de María. El papa eligió el como lema de su pontificado "Totus tuus", "Todo tuyo, María". Y si algo dejó claro a lo largo de su vida es que la Virgen María es el camino más corto entre la tierra y el cielo.

Recojo unas palabras del propio Juan Pablo II en sus memorias ¡Levantaos! ¡Vamos! donde habla del papel de la Virgen de Czestochowa en la historia de su Polonia natal

(...) Czestochowa es un sitio especial para los polacos. En cierto sentido se identifica con Polonia y con su historia, sobre todo con la historia de las luchas por la independencia nacional. Aquí se encuentra el santuario de la nación, llamado Jasna Góra. Clarus mons, Claromonte: este nombre, que se refiere a la luz que disipa las tinieblas, adquirió un significado particular para los polacos que vivieron en los tiempos sombríos de las guerras, de los desmembramientos territoriales y de las ocupaciones. 
Todos sabían que la fuente de esta luz de esperanza era la presencia de María en su milagrosa imagen. Así sucedió, quizá por primera vez, durante la invasión de los suecos, que pasó a la historia con el apelativo de diluvio; en aquellas circunstancias -algo significativo- el santuario se convirtió en una fortaleza que el invasor no logró conquistar. La nación consideró este hecho como una promesa de victoria.  
La fe en la protección de María dio a los polacos la fuerza para derrotar al invasor. Desde entonces, el santuario de Jasna Góra se ha convertido en cierto sentido en el baluarte de la fe, del espíritu, de la cultura y de todo lo que determina la identidad nacional.
Así ocurrió especialmente durante el largo período en que se perdió la soberanía del Estado y su territorio quedó desgajado. A esto se refería Pío XII durante la Segunda Guerra Mundial, cuando afirmaba: Polonia no ha desaparecido y no desaparecerá. Porque Polonia cree, Polonia reza, Polonia tiene Jasna Góra. Gracias a Dios esas palabras se cumplieron. 
Sin embargo, más tarde hubo otro período oscuro en nuestra historia, el de la dominación comunista. Las autoridades del partido eran conscientes de lo que significaban para los polacos Jasna Góra, la Imagen milagrosa y la ferviente devoción mariana que había en su entorno desde los inicios. Por eso, cuando por iniciativa del episcopado, y especialmente del cardenal Stefan Wyszyñski, salió de Czstochowa la peregrinación de la Imagen de la Virgen Negra para visitar todas las parroquias y comunidades de Polonia, las autoridades comunistas hicieron todo lo posible para impedir esta visita. 
Cuando la Imagen fue arrestada, por la policía, la peregrinación continuo con el marco vacío, y su mensaje se hizo más elocuente aún. En aquel marco sin imagen se podía leer una señal muda de la falta de libertad religiosa. La nación sabía que tenía derecho a ella y rezó aún más para obtenerla. Aquella peregrinación duro casi veinticinco años y produjo entre los polacos un extraordinario fortalecimiento en la fe, en la esperanza y en la caridad. 
Todos los polacos creyentes van en peregrinación a Czstochowa. Yo también iba allí desde pequeño para participar en una u otra peregrinación. En 1936 hubo una muy grande de la juventud universitaria de toda Polonia, que concluyo con el solemne juramento ante la Imagen. Luego se ha repetido cada año. 
Durante la ocupación nazi hice aquella peregrinación cuando era ya estudiante de literatura polaca en la facultad de Filosofía de la Universidad Jagellónica. Lo recuerdo de manera especial, porque para mantener la tradición fuimos a Czstochowa, como delegados, Tadeusz Ulewicz, yo y una tercera persona. Jasna Góra estaba rodeada por el ejército hitleriano. Los Padres Eremitas de San Pablo nos ofrecieron hospitalidad. Sabían que éramos una delegación. Todo permaneció en secreto. Tuvimos así la satisfacción de haber conseguido mantener, a pesar de todo, aquella tradición (...)
Y añade, sobre Méjico y la Virgen de Guadalupe:

"Quizá de aquellas peregrinaciones a Jasna Góra nació el deseo de que los primeros pasos de mi peregrinar como Papa se dirigiesen a un santuario mariano. Este deseo me llevó, en el primer viaje apostólico a México, a los pies de la Virgen de Guadalupe. En el amor que tienen los mexicanos y en general los habitantes de América Central y del Sur por la Virgen de Guadalupe -amor que se expresa de modo espontáneo y emotivo, pero muy intenso y profundo- hay numerosas analogías con la devoción mariana polaca, que fraguó también mi espiritualidad. Afectuosamente llaman a María la Virgen Morenita, nombre que puede ser traducido libremente como, Virgen Negra. Hay allí un canto popular muy conocido que habla del amor de un muchacho por una muchacha; los mexicanos refieren este canto a Nuestra Señora. En mis oídos resuenan siempre estas melodiosas palabras:

Conocí a una linda Morenita... y la quise mucho. Por las tardes iba yo enamorado y cariñoso a verla. Al contemplar sus ojos, mi pasión crecía. Ay Morena, Morenita mía, no te olvidaré. Hay un Amor muy grande que existe entre los dos, entre los dos..."


lunes, 16 de abril de 2012

Felicidades, Santo Padre

Bendicto XVI cumple hoy 85 años. No puedo dejar que esta fecha pase desapercibida. Resulta admirable que este anciano que hace unos años le pedía a Juan Pablo II retirarse para dedicarse a sus libros y a tocar el piano, esté pastoreando a su grey por todo el mundo... ¡hasta Cuba!

Cualquiera a su edad estaría sentadito tomando el sol en un parque, como mucho... jugando a la petanca. A él lo hemos visto esta Semana Santa, en cada uno de los actos litúrgicos que ha presidido, al pie de la Cruz.

Para querer a alguien hay que conocerlo. Para querer a este Santo Padre, sólo hay que seguirlo, escucharlo y leerlo. Porque no cesa de hablarnos. Y  cada una de las palabras que nos dedica están al alcance de cualquier fortuna, sólo hay que visitar la web oficial del Vaticano.

En tres días celebraremos un nuevo aniversario de elección como Papa. Con motivo de esta doble celebración, la web Catholic.net ha tenido la feliz idea de ofrecernos la oportunidad de poder felicitar a Benedicto XVI. El enlace, aquí.


Si Juan Pablo II definía a los judíos como "nuestros hermanos mayores", Benedicto XVI va mas allá y los llama "nuestros padre en la fe".
Sólo los hombres santos consiguen que se haga posible la verdadera Paz.

viernes, 13 de abril de 2012

Hasta el último aliento



Juan Pablo II, fue un santo que cambió la Historia con la fuerza del amor que emana de una profunda y sincera fe en Dios. Una fe que le llevó a entregarse a los demás hasta el último aliento de sus fuerzas.

Ve la luz la primera biografía novelada del Pontífice con motivo del primer aniversario de su beatificación. El autor, Carlos A. Marmelada, se adentra en su vida no pública, su mundo de afectos, recorre su Polonia natal y lo radiografía con testimonios de quienes rodearon al "santo que cambió la historia".

«Para todos aquellos fieles que el 8 de abril de 2011 aclamaban en la Plaza de San Pedro "Santo súbito" para que el Papa Juan Pablo II fuese beatificado, el personaje era queridísimo, uno de los líderes más influyentes del siglo XX y trascendental para el mundo contemporáneo, pero la persona es tremendamente desconocida».

Del relato de la "vida no pública" de Karol Wojtyla se ha encargado quien así habla, el profesor Carlos Alberto Marmelada, que acaba de publicar la primera biografía novelada del predecesor de Benedicto XVI (Ediciones Sekotia). Se trata de un volumen distinto a los ensayos y libros que abordan el pensamiento del Papa polaco para saltar a su mundo espiritual, a sus afectos, emociones y sentimientos.

Con un recorrido cronológico muy original, la biografía narrada «y realista» del devenir de Juan Pablo II lleva por título Hasta el último aliento. Juan Pablo II, el santo que cambió la historia, y comienza con el día de su fallecimiento, la noche del 2 de abril de 2005, con 84 años. Después, en un flash-back muy estructurado retorna a su infancia para trazar el periplo que le llevó de sacerdote a obispo, arzobispo y el Juan Pablo II al «que quería todo el mundo». 
Las últimas páginas del libro obedecen a los acontecimientos fechados el 1 de mayo de hace un año, con su beatificación, cuyo día de celebración será el 22 de octubre. Esta fecha es la del inicio de su Pontificado como el 264º Santo Padre de la historia de la Iglesia cristiana y ahora, santo.

El libro es un homenaje para ese primer aniversario del proceso de beatificación más corto de la Iglesia moderna —seis años y treinta días, superando en un mes al proceso de Santa Teresa de Calcuta—, aunque los fastos se ultimen para el 22 de octubre. «Cuando observas a jóvenes de 17-18 años preparar esas celebraciones, compruebas que a Juan Pablo II lo quería muchísimo la gente, porque cuando murió en abril de 2005 esos chavales tenían 10-11 años». Sorprendido habla el profesor Marmelada que resume el tempo de la novela: «El 80% de la obra trascurre en una semana, y eso que recorre más de un siglo de historia».

Marmelada (Barcelona, 1962) es licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación e imparte clases en la Universidad Internacional de Cataluña. El autor de la biografía novelada irradia adoración por los cuatro costados por el Pontífice al que ha radiografiado apoyándose solo en un pequeño puñado de personajes ficticios, como el "narrador" de la obra e investigador de la vida de Wojtyla, el padre Kowalski. Durante su conversación con ABC.es se va involucrando entusiasmado en las virtudes del "Papa viajero" a quien se ha aproximado con una labor minuciosa de ambientación de la Polonia de la época, sus costumbres, la travesía vital de un muchacho nacido en Wadowice, marcado por su orfandad de madre desde los nueve años, fichado por la Gestapo y luego combativo con el comunismo que se hizo también con su país natal y, especialmente, en su mundo de afectos gracias a los testimonios y contactos con decenas de sus compañeros de la infancia, el seminario (a partir de octubre de 1942) y el colegio cardenalicio en el Vaticano. «Muchos de esos testimonios son de octogenarios, otros han muerto ya... y todos, chicos y chicas, destacan la gran facilidad de Karol Wojtyla para encontrarse con la gente y hacer amigos».

- «¿Cuando habla de sus compañeras quiere decir que tuvo novias?», interrogamos con un punto curioso al autor. 
Y él traza: - «Ésa fue una de las cosas en las que trató de desprestigiarle el Gobierno comunista prosoviético que se instaló en Polonia y cursó una investigación de espionaje al Papa, pero nunca se le achacará nada. Tiene un pasado intachable y él vivía la amistad sin género». 

En el libro se recopilan incluso declaraciones de una famosa mujer con la que públicamente se le atribuyó un idilio en su juventud. «Ella misma, la hija del director del colegio donde estudiaba Wojtyla, lo niega y secunda que nunca le vio ni un gesto fuera de lo cortés y respetuoso», agrega el autor, que lo describe como un joven alto, rubio y con ojos azules, «el yerno que toda madre quiere» para sí.

Pero Wojtyla andaba adentrado ya en el mundo del rezo, influenciado por varios modelos de santidad, como su padre, que oraba sin descanso tras la pérdida de su esposa Emilia Kaczorowska y con una fe católica insondable, además del hermano Alberto (fundador de una orden hacia los desamparados), o el llamado "santo del rosario viviente", Jan Tyranowski, a quien beatificó ya siendo Pontífice. En su recorrido de huida de la Alemania nazi y la ocupación polaca, su refugio en catacumbas de Cracovia, su internamiento en un grupo de teatro... se forjó un Papa definido por sus circunstancias. 
Marmelada lo acerca al lector como un «Papa humilde, de máxima entrega a los demás y renuncia a sí mismo y preocupado por los jóvenes, con gran desapego hacia las cosas. Esos son sus rasgos definitorios».

Volvemos a interrogar al autor: 
- «¿Es compatible esa renuncia a lo material con vivir en el Palacio Apostólico del Vaticano posteriormente, se sentiría a disgusto rodeado de tanta fastuosidad?». 
Marmelada: - «Todo el mundo que conocía a Juan Pablo II sabe que le regalaban algo y le duraba cinco minutos. No quería nada, ni un euro habría sabido tener un minuto sin dárselo a quienes lo necesitaban, sin repartirlo. Un vistazo a su habitación lo retrata: una cama pegada a la pared, una sillita con una mesa con una lamparita, un cuadro de la Virgen y una fotografía de sus padres. Le bastaba con eso».

Precisamente esa búsqueda del desprotegido es la que le marca ya como arzobispo de Cracovia, cuando «se ganó el afecto de todos los fieles y sacerdotes porque viajaba de diócesis en diócesis porque sabía que sólo así se podía aproximar y conocer realmente los problemas de la gente. Luego también lo hizo como Papa y si Pablo VI había salido nueve veces de visita durante su Pontificado y todas ellas a lugares de Italia, Juan Pablo II realizó más de 140 viajes en Italia y 104 intercontinentales», desgrana su biógrafo. Visitó 129 países.

El "Papa viajero" marcó un antes y un después en la Iglesia y la historia con fe (y no muerte y destrucción, subraya el autor, como otros personajes definitivos) y se granjeó a pulso y con cientos de kilómetros a sus espaldas ese cariño profesado en la beatificación más multitudinaria que se recuerda en la Ciudad Estado que palpita dentro de Roma. Una prueba de ello es que al comenzar su Pontificado, la Santa Sede tenía relaciones diplomáticas con 84 estados, y al fallecer, eran 173.

Hablaba italiano, francés, alemán, inglés, español, guaraní, portugués, ucraniano, ruso, croata, el esperanto, griego antiguo y latín, idiomas que emplearía para ser tener un papel decisivo y explícito en la mejora de las relaciones de la Iglesia católica con otras confesiones, como el judaísmo, el islam, la Iglesia ortodoxa oriental y la comunión anglicana, para encontrarse en una imagen histórica con Fidel Castro en La Habana en 1998, para ser el Papa más canonizador y beatificador y para, en una palabra, posicionar a la Iglesia que lideraba con 1.900 millones de fieles como el faro y la guía del mundo que le tocó vivir.

El hombre de las decisiones pacientes

A Juan Pablo II tampoco le faltaron detractores, como todos aquellos que despotrican contra la figura por ser líder de un credo que no comparten, aunque el profesor catalán destaca que en la recreación histórica de los 26 capítulos de su vida, con un contexto histórico distinto y perfectamente recogido en esta publicación, uno se acerca a la personalidad del Papa y sabe que lo que «uno en su lugar hubiese hecho lo mismo que él». «Tradicionalmente se le imputa abordar problemas desde un punto de vista sobrenatural, pero él analizaba todo con tranquilidad, tenía mucha paciencia, le gustaba documentarse y nunca tomaba decisiones en caliente. Podía esperar veinte años en tomarla si era la correcta y cuando presenciaba discusiones de los cardenales delante de él, se retiraba para ser ecuánime y tomar una determinación clara».

Hay una parte de los feligreses que recordarán siempre a Karol Wojtyla como el "Papa de todos los católicos". No quiere significar que no se acepte a Joseph Ratzinger, matiza el autor de esta biografía, sabedor como es de las masas que arrastraba a su paso su predecesor al que pidió en varias ocasiones jubilarse y retirarse a su Baviera natal para seguir cultivando su estilo áspero y escolástico que le valieron la fama como el "intelecto del Vaticano". «Juan Pablo II no le dejó, tenía trabajo preparado para él», coteja Marmelada, y aprecia: «Como Santo Padre, Benedicto XVI está sorprendiendo también a los fieles, como ocurrió en su visita reciente a Inglaterra, presentándose afable, sonriente y simpático también, por qué no».

«El tiempo le hará justicia a Joseph Ratzinger —completa el profesor—, quizás póstumamente». Como no ocurrió con otro Papa, al que ya se le tributó en vida, Juan Pablo II, y prosiguen los homenajes, como este libro.

Por Érika Montañés en ABC. 12 abril 2012

Puedes leer el primer capítulo del libro aquí.

Vídeo de presentación del libro en Intereconomía, aquí.

martes, 17 de mayo de 2011

Tal día como hoy...

... hace 19 años, Juan Pablo II, -hoy beato-, proclamaba beato a Josemaría Escrivá. A los que tuvimos la suerte de estar en Roma ese día, nos emociona volver a ver estas imágenes.