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martes, 5 de abril de 2016
domingo, 25 de enero de 2015
Hoy, más aún
Se cuentan por miles los cristianos que en muchos países, como Nigeria, Pakistán, Siria..., están siendo perseguidos, expulsados de su tierra, -llegando incluso al martirio-, a causa de su FE.
Estas noticias son ignoradas por los gran mayoría de los medios de comunicación.
Quienes vivimos en países como España, no somos conscientes de la suerte que tenemos. Independientemente del relativismo imperante, nos resulta fácil acudir a recibir los sacramentos. Y si tienes la valentía de confesar que eres católico practicante y vivir como tal, como máximo serás carne de escarnio o te harán mobbing en el trabajo, en la universidad, en el instituto... Pero seguimos vivos.
Hoy, la Iglesia celebra la festividad de la Conversión de san Pablo, como colofón a la Semana de oración por la unidad de los cristianos.
Como expresión externa de unidad con nuestros hermanos persguidos, ha surgido la iniciativa de rezar en unión todo el mundo a las 21.00 de esta noche, y colocando una vela encendedia en alguna ventana de casa. Dede aquí nos unimos al acto.
jueves, 22 de noviembre de 2012
Santa Cecilia, patrona de la música
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Domenichino: Santa Cecilia, 1618. |
Perteneciente a una familia
patricia y convertida al cristianismo en su juventud, se dedicó junto con su
marido a enterrar los cuerpos de los mártires. Descubierta, fue denunciada a
las autoridades y condenada a morir.
Según una “passio legendaria” (y
poco fiable históricamente) compuesta en el siglo VI, la noble cristiana romana
Cecilia, en la noche de su boda con el joven pagano Valeriano, revela a éste
que un ángel custodia su virginidad, invitándole al mismo tiempo a creer en un
sólo Dios y a bautizarse como único medio para ver al ángel.
Bautizado Valeriano en la vía
Apia por el papa Urbano vuelve junto a su esposa, a la que encuentra en compañía
del ángel que corona a los esposos con rosas y lirios.
Convertido también Tiburcio,
hermano de Valeriano, y bautizado por el mismo Urbano, ambos hermanos se ocupan
de enterrar a los mártires de la persecución de Turco Almaquio. Denunciados por
esta práctica, son decapitados.
El corniculario Máximo les da
sepultura, por lo que también es ejecutado. Cecilia recoge sus restos y los
deposita junto a los de su esposo y cuñado; es denunciada a su vez y condenada
a ser arrojada al fuego de las termas de su propia casa, pero sale ilesa.
Entonces Almaquio ordena que sea
degollada. El papa Urbano, ayudado por sus diáconos, entierra a la mártir y
consagra su casa como basílica.
Las contradicciones cronológicas
de esta passio no permiten fijar la fecha del martirio. Sin embargo, el
descubrimiento del primer sepulcro de Cecilia en el cementerio de Calixto junto
a la cripta de los Papas (De Rossi, 1854) hace suponer que sea una de las
víctimas anteriores al siglo IV.
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Luis de Madrazo: Entierro de Cecilia, (detalle) |
La historia, que no puede
decirnos más sobre Cecilia, puede en cambio ilustrar el camino seguido por sus
reliquias hasta nuestros días. En el siglo IX el papa Pascual I (817-824)
reformó la iglesia que dedicada a Cecilia existía en el Trastévere y trasladó a
ella los restos de la mártir desde el cementerio de Calixto.
También trasladó desde el
cementerio de Pretextato los restos de los santos Valeriano, Tiburcio y Máximo
y los de los papas Urbano y Lucio. Todos ellos fueron colocados en tres
sarcófagos bajo el altar mayor. La cabeza de Cecilia se puso, aparte, en un
cofre de plata y fue trasladada después por León IV a la iglesia de los Cuatro
Santos Coronados (cfr. Liber Pontificalis 11, 55-58, 116).
En 1599, siendo papa Clemente
VIII, se realizó un reconocimiento oficial de las reliquias.
Se encontraron bajo el altar
mayor los tres sarcófagos mencionados por Pascual I; en el primero de ellos el
cuerpo de Cecilia momificado y en una posición característica (reproducida por
la escultura del Maderno que se encuentra actualmente sobre el altar mayor),
con ricas vestiduras de seda y oro.
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Stefano Maderno: Escultura yacente en Santa Cecilia in Trastevere de Roma |
A partir del siglo XV, por una
mala interpretación de un párrafo de la passio, se considera a Cecilia patrona
de los músicos y de los fabricantes de instrumentos musicales.
La representación más antigua es
el fresco descubierto por De Rossi en S. Calixto que representa a Cecilia en
actitud orante.
En el siglo VI aparece en el
mosaico de la Procesión de las vírgenes en san Apolinar Nuevo (Rávena). También
aparece en el mosaico absidial del s. IX en la iglesia del Transtévere. Sus atributos
son la palma del martirio, el libro de los Evangelios, que guardaba junto a su
corazón, la corona de rosas y lirios y, desde el Renacimiento, los instrumentos
musicales, especialmente el órgano.
Entre las numerosísimas
representaciones de Santa Cecilia destacan la de Rafael, que se conserva
en la Pinacoteca de Bolonia, y las de Domenichino y Guido Reni en las
iglesias romanas de S. Luis de los Franceses y Santa Cecilia respectivamente.
(1)
La referencia histórica más
antigua sobre Cecilia se encuentra el Martyrologium Hieronymianum, lo que
indica que en el siglo IV la Iglesia romana ya la conmemoraba. En este
martirologio de Jerónimo su nombre se menciona el 11 de agosto, que es la
fiesta del mártir Tiburcio. Pero evidentemente se trata una adición equivocada
y tardía, debido al hecho que este Tiburcio, que fue enterrado en la Vía
Labicana, fue identificado erróneamente con Tiburcio, el cuñado de Cecilia
mencionado en las Actas de santa Cecilia.
En el mismo martirologio se la
menciona el 16 de septiembre, con una nota topográfica: «Appiâ viâ in eâdem
urbe Româ natale et passio sánctæ Cecíliæ virginia» (‘en la Vía Apia de la
ciudad de Roma, nació y murió la santa virgen Cecilia’). El 16 de septiembre
podría ser el día del entierro de la mártir. La fiesta de la mártir que se
menciona el 22 de noviembre, en cuyo día se celebra todavía, fue preservada en
el templo dedicado a ella del barrio del Trastévere en Roma. Por consiguiente,
su origen probablemente se remonta a esta iglesia.
Las primeras guías medievales de
los sepulcros de los mártires romanos señalan su tumba en la Via Apia, al lado
de la cripta de los obispos romanos del siglo III. De Rossi localizó el
sepulcro de Cecilia en las catacumbas de Calixto, en una cripta adjunta a la capilla
de la cripta de las papas; un nicho vacío en una de las paredes que
probablemente contenía un sarcófago. Entre los frescos posteriores que adornan
la pared del sepulcro, aparece dos veces la figura de una mujer ricamente
vestida, y aparece una vez el papa Urbano I (quien —según las Actas de santa
Cecilia— había tenido una estrecha relación con la mártir).
Venancio Fortunato, obispo de
Poitiers muerto en el año 600, en su libro Miscellánea (1.20 y 8.6) escribió
que entre el 176 y el 180 (en la época del emperador Marco Aurelio) había
muerto una Cecilia en la isla de Sicilia. Ado (Martirologio, «22 de noviembre»)
sitúa el momento de la muerte de Cecilia en el reinado de Marco Aurelio y
Cómodo (aproximadamente el 177). De Rossi (en Sotterránea de Roma, 2.147),
intenta demostrar que la declaración de Venancio Fortunato es la más segura
históricamente.
En otras fuentes occidentales de
la baja Edad Media y en el Synaxaria griego, el martirio se sitúa en la
persecución de Diocleciano (aunque se refiere probablemente a una mártir
verdadera llamada Cecilia, africana, quien sufrió la persecución de este
emperador, y su día se conmemora el 11 de febrero).
P. A. Kirsch intentó fijar la
fecha en el tiempo del emperador Alejandro Severo (229-230); Aubé, en la persecución
de Decio (249-250); y Kellner, en la de Juliano el Apóstata (362).
![]() |
Guido Reni, (1575-1642): Santa Cecilia |
La parte más antigua de esta
catacumba fecha todos estos eventos al final del siglo II; por consiguiente,
desde ese momento hasta la mitad del siglo IV es el período dejado abierto para
el martirio de Cecilia: 180 a 350. En las firmas del Concilio Romano de 499 se
menciona al templo de Cecilia como títulus sánctæ Cæcíliæ.
(1) JOSEMARÍA REVUELTA
primeroscristianos.com
sábado, 22 de enero de 2011
De dioses y hombres

«Claro que hay que perdonar, Dios nos lo pide»
En 1996, la comunidad de monjes trapenses del monasterio de Thibirine (Argelia) sufrió el ataque de varios fundamentalistas islámicos. Secuestraron a siete hermanos, y pocos días después, los decapitaron. La película De dioses y hombres, que reconstruye aquellos sucesos. A continuación pueden leer una entrevista a uno de los supervivientes de aquel martirio, el Hermano Jean Pierre Schümacher, quien hoy es uno de los monjes trapenses de la comunidad de Nuestra Señora del Atlas (Marruecos)
¿Dónde estaba usted cuando pasó todo?
Estaba en la puerta. Era el portero y responsable de la puerta principal. Ellos entraron por la puerta de abajo, cogieron al guardia del monasterio y le obligaron a llevarlos a todos a las celdas de los Hermanos.
¿Cómo era su vida antes de los asesinatos?
Éramos una comunidad contemplativa. Teníamos poca vida social, trabajábamos en el campo y en la huerta. Teníamos un Hermano médico, muy mayor, que llevaba un pequeño dispensario. Celebrábamos los oficios...
¿Cómo era su relación con los musulmanes que vivían aquí?
Había gente que vivía en casas alrededor de nosotros; estábamos en la montaña y las relaciones con ellos eran muy buenas, muy fraternales. Éramos como una familia. El monasterio era de clausura, pero había un portero que recibía a la gente. Asistíamos a actos religiosos y entierros, lo que quería la gente. Teníamos muy buenas relaciones con ellos.
En nuestra comunidad, el Prior nos daba una exhortación todos los días; nos hablaba de la Regla de san Benito, nuestro fundador. Había otro Hermano encargado de la liturgia, de las oraciones y los cantos. Otro se ocupaba del trabajo. Teníamos una pequeña asociación para cultivar la huerta junto a cuatro padres de familia que trabajaban con nosotros. Cada uno tenía un pequeño terreno asignado y vendía sus productos. Al final del año, repartíamos los beneficios. Era una bonita forma de vivir juntos formando una familia. No hablábamos mucho de religión, pero teníamos entre nosotros muy buenas relaciones y, a través de ellos, nos comunicábamos con sus familias.
¿Había musulmanes fundamentalistas en su entorno?
No creo que los hubiera alrededor de nosotros, entre nuestro vecindario... Pero estábamos en plena montaña y la montaña estaba ocupada por los islamistas. Por eso estábamos indefensos.
Cuando se volvió la situación peligrosa, ¿por qué no se fueron?
Porque escogimos estar allí, de acuerdo con nuestra comunidad de origen en Francia. Escogimos estar con ellos y compartir su vida... Ésa era nuestra vocación. Para aprender a conocer a la gente, hay que vivir entre ellos y compartir su vida. Ir hacia Dios, guardando nuestra propia religión. Era nuestra vocación. Además, el peligro era el mismo tanto para nuestros vecinos como para nosotros. Al quedarse con nosotros, se sentían seguros. Éramos como un matrimonio: vivíamos juntos para lo bueno y para lo malo.
El padre Christian, su Superior, antes de morir, se refirió a su asesino como mi amigo del último minuto. ¿Siguen siendo los islamistas sus amigos hoy?
Lo que había era una buena relación entre cristianos y musulmanes. Si hay una dificultad entre diferentes culturas y religiones es porque no nos conocemos bastante. Cuando nos conocemos mutuamente, somos como hermanos.
¿Y rezan todavía por ellos, por los asesinos?
Sí, rezo para que el espíritu de Dios actúe en ellos. Para que evolucionen hacia la fraternidad universal; para que, a pesar de las diferencias entre las religiones, las nacionalidades y las culturas, aprendamos a conocernos y a ayudarnos mutuamente.
¿Cree que tiene sentido ser un mártir hoy?
¿Pregunta si deseo, si quiero ser mártir? No, para nada. Estamos aquí para vivir con la gente y no para ser asesinados.
¿Cree que es posible perdonar?
Claro que hay que perdonar. Dios nos pide amarnos los unos a los otros. Al leer el testamento del padre Christian, nuestro Prior, verá cómo termina, va muy lejos: perdonando al que le ha matado.
¿Qué le ha parecido la película De dioses y hombres?
Me ha gustado muchísimo. Expresa muy bien el mensaje de lo que hemos vivido.
M.M.L. y J.L.V.D-M en www.alfayomega.es nº 720
Traducción: Linita y Jorge Farnié
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