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jueves, 18 de abril de 2013

jueves, 12 de julio de 2012

Generosidad


Hace unos días conocíamos la historia de Bárbara Castro, periodista de 31 años que perdía la vida a causa de un cáncer. Hasta aquí, algo desgraciadamente habitual; no es la primera vida joven que se va a causa de la fatal enfermedad.
Pero la decisión de Bárbara ha hecho que su caso sea conocido a nivel nacional.

Bárbara y su pequeña
Casada con Ignacio, a los 5 meses de embarazo se entera de que sufre un cáncer de lengua. Ante la disyuntiva de adelantar el parto de su hija para así poder recibir ella el tratamiento para su enfemedad (con el consiguiente riesgo para la vida de su hija), decidió que el embarazo siguiese su ritmo natural, y posponer su tratamiento al parto.
La pequeña Bárbara nació, y su madre, tras dos años tratándose, "nació a la vida" el pasado miércoles.

Ha sido una difícil decisión, supongo que no exenta de polémica. Seguro que cuando su hija crezca y sea consciente de la decisión de amor de su madre, será la niña más orgullosa del mundo.

Desde aquí, mi reconocimiento a Bárbara y a su familia, todo un ejemplo de generosidad y amor. Le pido que desde el cielo, nos envía a todos un poquito de su valentía para luchar por la vida.

jueves, 31 de mayo de 2012

Y la Madre de Dios se olvidó de sí misma

Jakob Hans Strüb. La Visitación (1505)

(Lc 1,39-56) En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena del Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo:
«Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!».

Y dijo María:
«Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, Santo es su nombre y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los que son soberbios en su propio corazón. Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada. Acogió a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como había anunciado a nuestros padres- en favor de Abraham y de su linaje por los siglos».
María permaneció con ella unos tres meses, y se volvió a su casa.


lunes, 30 de abril de 2012

Ofrenda lírica

Iván Kramskói. Anciano con muleta (1872)
Iba yo mendigando de puerta en puerta por el camino de la aldea, cuando tu carro de oro apareció a lo lejos como un sueño magnífico. Yo me pregunté maravillado quién sería aquel rey de reyes. Mis ilusiones volaron hasta el cielo y pensé que mis días malos se había acabado. Tu generosidad me sacaría de la pobreza...

La carroza se paró a mi lado. Me miraste y bajaste sonriendo. Sentí que la felicidad de la vida me había llegado al fin. De pronto, tú extendiste tu mano diciéndome:

- ¿Puedes darme alguna cosa? 
Yo me quedé pasmado. ¡Qué ocurrencia, pedirle a un mendigo! Estaba confuso y no sabía qué hacer. Al fin saqué despacio de mi saco un granito de trigo y te lo di. ¡Qué sorpresa la mía, cuando al vaciar por la tarde mi saco encontré un grano de oro entre la miseria del montón!... ¡Qué amargamente lloré por no haber tenido corazón para dárteme del todo!

miércoles, 25 de abril de 2012

El regreso del hijo pródigo

(Fuente: Jesús de las Heras Muela - Ecclesia Digital)
Libro EL REGRESO DEL HIJO PRÓDIGO. Reflexiones ante un cuadro de Rembrandt" de Henri J. Nouwen, PPC, Madrid, 1993.
(Extracto del libro)


1. Rembrandt Harmenszoom von Rijn.

Rembrandt (1606- 1669), pintor holandés, es uno de los principales autores de toda la historia de la pintura. Es el maestro del claroscuro y uno de los más caracterizados pintores del barroco. Llevó una vida azarosa, inestable, conflictiva y dura. Se casó dos veces y, al final, vivió con una mujer que no era su esposa, tras graves problemas familiares. Un año antes de su muerte falleció su hijo Tito.

Estuvo arruinado en varias ocasiones. Un aspecto importante en su vida, en el ambiente permisivo de Amsterdam, fue su tolerancia religiosa -estuvo cerca de algunas sectas protestantes y fue muy proclive a los judíos, a quienes pintó en distintas ocasiones- y, al final de su días, vivió una sincera y quizás angustiada búsqueda de Dios.


Rembrant. El regreso del hijo pródigo (1669)
Hermitage Museum, San Petersburgo.

2. El cuadro "El regreso del hijo pródigo".

Es quizás su última obra, pintado al final de su vida, en el año 1669. Es una cuadro de grandes proporciones -2,50X2 metros-. En 1766 fue adquirido por la Zarina Catalina la Grande e instalado en la Residencia de los Zares en San Petesburgo, capital de la Rusia Zarista, en lo que hoy es el Museo Hermitage.

3. Descripción del cuadro.

El cuadro, pintado en esplendorosa técnica del claroscuro y del tenebrismo -rasgos definidores de la pintura barroca- representa dos grupos de personajes. A la derecha del cuadro, el abrazo entre un anciano y un joven harapiento, y a la izquierda, cuatro espectadores u observadores de la escena -dos hombres y dos mujeres-.

Destaca en el cuadro la luz centrada sobre el abrazo entre los protagonistas de la escena. También aparece iluminado uno de los cuatro espectadores, en el que surge en el extremo izquierdo.

La luz emana del anciano -el Padre de la parábola del hijo pródigo- y vuelve hacia él. Destaca también el juego de colores: la gran túnica roja del Padre, el traje roto en dorado del joven -el hijo pródigo- y el traje similar al del padre del espectador principal -el hijo mayor de la parábola-. El fondo es oscuro a fin de que resalte más la escena principal.

4. Algunos rasgos y simbolismos más acusados.

4.1. Los rostros y las miradas

Merece contemplarse con detenimiento el rostro del Padre, que se muestra íntegro, y los rostros de los dos hermanos, que sólo aparece en una de sus faces. La mirada del Padre aparece cansada, casi ciega, pero llena de gozo y de emoción contenidas. La cara del hijo menor trasluce anonadamiento y petición de perdón. El rostro del hermano mayor aparece resignado, escéptico y juez. El hijo mayor, correctamente ataviado, surge en el cuadro desde la distancia.

4.2. La fuerza del abrazo y de las manos del Padre

La centralidad del cuadro, el abrazo del reencuentro entre el Padre y el hijo menor, emana intimidad, cercanía, gozo, reconciliación, acogida. 


El Padre estrecha y acerca al hijo menor a su regazo y a su corazón y el hijo, harapiento y casi descalzo,  se deja acoger, abrazar y perdonar. El Padre impone con fuerza y con ternura las manos sobre su hijo menor. Son manos que acogen, que envuelven, que sanan -el simbolismo del gesto cristiano y religioso de la imposición de las manos.

4.3. Simbolismo e interpelación

El cuadro nos interpela acerca de nuestra propia vida cristiana en clave de hijo menor -¡tantas idas y venidas!, ¡tanto buscarnos sólo a nosotros mismos, raíz del pecado!, ¡tantas mediocridades y faltas!- y de hijo mayor -el que todo lo sabe, el perfecto, el bien ataviado, el responsable, el cumplidor, el irreprensible, el juez que también se busca sólo a sí mismo y está lleno de soberbia soterrada- que cada uno de nosotros podemos llevar encima y ser.

Nos llama y nos urge a ser el Padre de la parábola, en la acogida, en el perdón, en el amor, en la reconciliación plena y gozosa, sin pedir explicaciones, no exigir nada, sólo dando. El cuadro expresa el gozo inefable de la vuelta a casa, del regreso al hogar. ¡Yo soy casa de Dios! Todos y cada podemos ser mutuamente el Padre que acoge, perdona y ama.

5. Otras consideraciones sobre esta parábola.

5.1. La mejor de las parábolas. 
Es, sin duda, la bella y conocida de las parábolas del Evangelio. Es quizás la que mejor expresa quién es Dios y cómo es el hombre. Se encuentra el capítulo 15, versículos 11-32, del Evangelio de San Lucas.

5.2. Los cuatro símbolos que usa el Padre.

El anillo: signo de filiación, ahora reencontrada.
Las sandalias: signo de la libertad recuperada. En la cultura hebrea y antigua, los esclavos iban descalzos; los hombres libres, iban calzados con sandalias.
El traje nuevo: signo del cambio y de la reconciliación. Imprescindible para una vida nueva y para la fiesta que después llegará.
El sacrificio del mejor novillo: preanuncio del sacrificio del Cordero de Dios que quita el pecado del mundo y signo de la fiesta, a la que acompañarán la música y los amigos. Es expresión de la fiesta de la reconciliación.

jueves, 5 de abril de 2012

Nos amó hasta el extremo

Ford Madox Brown. El lavatorio de los pies.
 Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo,
los amó hasta el extremo (Jn, 13, 1).


sábado, 17 de marzo de 2012

Sin... vergüenza

Entre la mucha gente políticamente incorrecta, valiente y desvergonzada (en el buen sentido de la palabra) que tengo el gusto de ir conociendo a lo largo de mi vida (aunque sea virtualmente), se encuentra María Vallejo-Nágera. Ya he tenido ocasión de hablar de ella y de sus libros en el blog. Exquisita, educada y sin pelos en la lengua. Me gusta por su descaro para hablar de Dios, y de su Madre, y de todas las personas y cosas importantes que otros nos saben ver.
Hace unos días leí su columna en la revista Misión, y no me resisto a traerla aquí.

Proclamando a Cristo, proclamando mi fe 
NO HAY que tener vergüenza de amar y hablar de Cristo, querido lector. Ni siquiera en las situaciones mís extrañas... También a mí me tiemblan las piernas en algunas ocasiones, pero por pura gracia de Dios saco fuerzas y me tiro al ruedo. ¡Y me llevo cada santa sorpresa! Lea y asómbrese de lo que me pasó al respecto hace tan solo un mes durante un viaje a la ciudad de Nueva York: 

Mientras esperaba junto a dos muchachos la llegada del ascensor en el piso 59 de un hotel, caí en la cuenta de que uno de ellos me era familiar. Se trataba del joven nominado a varios Óscares Mark Wahlberg, modelo, actor y productor de películas tan taquilleras como El planeta de los simios, La tormenta perfecta o Boogie nights. Como soy amante del cine, había leído artículos sobre su persona y, tristemente, sabía que este joven tan admirado por millones de fans había tenido un pasado muy turbio. Había sido procesado 25 veces por delitos como hurtos, adicción a la cocaína, violencia racista, tentativa de asesinato y hasta por propinar una salvaje paliza a un joven vietnamita, a quien dejó tuerto. Fue encarcelado y cumplió una seria condena. Sin embargo, también oí que, por pura gracia de Dios, había experimentado últimamente un "leve" acercamiento a Dios, y que había hecho declaraciones muy hermosas: "Nada deseo más que encontrarme con aquel a quien dejé tuerto, pedirle perdón... Solo cuando comencé a hacer el bien al prójimo, pude empezar a vivir en paz. Estoy conociendo poco a poco a Jesús...". Y, entonces, envalentonada por este recuerdo, me lancé... ¡Pero qué vergüenza me daba! "Va a pensar que estoy chalada...", me dije.

"Hola Mark. Mira, soy...", dije. No me pregunte cómo, querido lector, pero en un minuto le había hablado de mi conversión, de mi amor por Cristo, y le animaba a seguirle para vivir centrado en su paz. ¡Y antes de que ambos nos quisiéramos dar cuenta, ya éramos amigos! Me hizo muchas preguntas sobre mi fe bajando en ese ascensor... Justo antes de perdernos de vista para siempre (al llegar a la planta baja), en un impulso inexplicable, me quité el rosario que siempre llevo al cuello y se lo colgué. Me miró lleno de asombro... "¡Qué bonito!", exclamó. "Es un arma contra el diablo", dije. "El elemento de oración más hermoso que nos ha regalado nuestra Madre del Cielo. Aprende a rezarlo y vivirás bajo su protección." "¡Muchísimas gracias!", dijo, dándome un abrazo. "Adiós, María; seguiremos en contacto".

Eso fue todo, querido lector. Me pidió una tarjeta y le perdí entre la gente del hotel. 
Cómo iba a imaginar que ayer mismo iba a recibir una llamada desde Los Ángeles: "Doña María, perdone que la moleste. Soy el agente del señor Walhberg. Ha estropeado el rosario que usted le regaló por exceso de uso... Lo llevaba siempre al cuello y oraba con él. Está desolado y le ruega encarecidamente que le envíe otro lo antes posible. Le atrae mucho su poderosa intercesión. ¡Considera que usted le ha ayudado mucho con su ejemplo de fe y le agradece que le haya enseñado el poder del Santo Rosario! ¿Puede hacerle este favor?".  
¡Qué cosas, querido lector! Y yo, por temer que me considerara una chalada, casi ni me había atrevido a decirle nada...
Más info sobre Mark Wahlberg (en inglés): http://www.youtube.com/watch?v=cKAyExg_kJ0&sns=fb

www.mariavallejonagera.com