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lunes, 12 de enero de 2015

Cómo ser una "mala" madre

(Artículo original en inglés: 12 ways to be the meanest mom in the world de Megan Wallgren). 

Cuando tus hijos te dicen que eres “mala”, debes de tomarlo como un cumplido. No cedas a los caprichos de tus hijos, pueden pensar lo peor de ti ahora, pero te lo agradecerán más tarde. 

Una vez, después de ir de compras, salí de la tienda sin ceder a la rabieta de mi hija por una galleta. Una mujer me detuvo en el aparcamiento y me dijo que era la mejor madre en el centro comercial. Mi hija definitivamente no pensaba lo mismo. Cuando tus hijos te dicen “mala” tómalo como un cumplido. 

La nueva generación ha sido considerada la de los niños más perezosos, más groseros, menos limitados y sin restricciones en la historia. Las cosas que se dicen sobre los niños malcriados y consentidos asustan a la mejor de las madres. La verdad es que: la culpa no es solo de los niños, sino también de los padres. Lo más fácil en la vida es ceder a todos los caprichos de nuestros hijos. Después de todo, ¿acaso no todas queremos ser la mamá molona? 

No cedas a los caprichos, tus hijos pueden pensar lo peor de ti ahora, pero te lo agradecerán más tarde. 

Aquí hay 12 maneras para que te asegures de ser la madre más mala del mundo: 

1. Asegúrate de que tus hijos se acuesten a dormir a una hora razonable.

¿Habrá alguien que no haya oído hablar de la importancia de una buena noche de sueño para la salud de un niño? Se una madre responsable y manda a tu hijo a la cama a su hora. Nadie dijo que el niño deba desear irse a dormir. Puede resistirse al principio, pero con constancia, va a saber que estás hablando en serio. Después de darle un beso de buenas noches, saborea la paz que trae el silencio o disfruta de tiempo de calidad con tu pareja. 

2. No les sirvas postre a tus hijos todos los días.

Las golosinas deben guardarse para ocasiones que lo merezcan. Esto es lo que las hace especiales. Si solo cedes a las demandas de tu hijo y le das caramelos todo el tiempo, no va a poder apreciar el gesto cuando alguien le ofrezca un regalo dulce de recompensa. Además, piensa en todas las facturas del dentista y del médico que pueden resultar por el exceso de esta indulgencia. 

3. Hazles pagar por sus propias cosas. 

Si quieres algo, tienes que pagarlo. Esa es la forma en que funciona la vida de los adultos. Para asegurarte de que tus hijos no vivan contigo para siempre, es necesario enseñarles hoy que los aparatos electrónicos, videojuegos, salidas al cine, uniformes y equipos deportivos de los que tanto gozan SI tienen un precio. Si tienen que pagar por todo o por parte de ese costo, van a apreciarlos todavía más. También puedes evitar pagar por algo que tu hijo realmente no deseaba. Si él no está dispuesto a pagar la mitad que le corresponde es muy probable que no lo quiera tanto. 

4. No les facilites la vida 

Algunos niños tienen un despertar muy difícil cuando consiguen un trabajo y se dan cuenta de que las reglas en realidad sí se aplican a ellos. Tienen que llegar a tiempo y hacer lo que el jefe les pide. Y, (¡oh no!) habrá muchos aspectos del trabajo que ni siquiera les gustan. 
Si no te agrada el profesor de tu hijo, su compañero de laboratorio, la posición asignada en el campo de fútbol o la ubicación de la parada de autobús, evita la tentación de hacer un escándalo o de mover palancas con tus contactos hasta arreglar la situación a su preferencia. Haciendo esto le estarás robando a tu hijo la oportunidad de aprender o sacar algo bueno de una situación difícil. Enfrentar circunstancias no ideales es algo que tendrán que hacer la mayor parte de su vida adulta. Si los niños no aprenden a manejar y sobrellevar la situación, estarán encaminados al fracaso. 

5. Hazlos hacer cosas difíciles. 

No asumas control automáticamente cuando las cosas se ponen difíciles. Nada les da a tus hijos un mayor impulso de autoconfianza que tomar las riendas de la situación y superar algo difícil para ellos. 

6. Dales un reloj y un despertador.

A tu hija le irá mucho mejor si aprende la responsabilidad de administrar su propio tiempo. No siempre vas a estar ahí para recordarle que apague el televisor y que debe prepararse para salir y llegar a su compromiso a tiempo. 

7. No te preocupes por comprarles el último modelo.

Enséñales a tus hijos a sentir gratitud y satisfacción con las cosas que tienen. Si siempre se preocupan por obtener el móvil más caro y más nuevo estando pendiente de quién ya lo tiene, vivirán encadenados a la deuda y a la infelicidad. 

8. Déjalos saborear las pérdidas.

Si tu niño rompe un juguete, no lo reemplaces. Él aprenderá una valiosa lección sobre el cuidado de sus cosas. Si tu hijo se olvida de entregar la tarea a tiempo, deja que se saque la mala nota que le corresponde o que se arregle con su maestro con una tarea adicional para compensar el crédito perdido. Estás enseñando a tus hijos el concepto de la responsabilidad – acaso no quieres criar hijos responsables? Seguro que ellos te recuerdan de las cosas que se te olvidan a ti. 

9. Toma control de la tecnología que usan. 

Si todos los demás padres dejan a sus hijos saltar de un puente, ¿tú también lo permitirías? No dejes que tus hijos vean un programa de televisión o jueguen videojuegos que no son apropiados para su edad sólo porque todos sus amigos lo han hacen. Si adoptas una postura firme en la educación de tus hijos, otros tal vez seguirán tu ejemplo. Se una influencia positiva en sus compañeros. 

10. Enséñales a que se disculpen 

Si tu hijo hace algo mal, enséñale a aceptar y confesar el error y a enfrentar las consecuencias. No escondas la grosería, la falta de honradez o el bullying bajo la alfombra. Si te equivocas, da el ejemplo y come un bocado de tu merecida torta de humildad. 

11. Cuida sus modales.

Incluso los niños pequeños pueden aprender los conceptos básicos de cómo tratar a otro ser humano con respeto y dignidad. Al hacer de la cortesía un hábito, les estarás haciendo un favor enorme. Los buenos modales pueden llevarte bastante lejos en la vida. Bien dice el dicho: “Se atrapan más moscas con miel que con vinagre.” 

12. Hazlos que trabajen de forma gratuita. 

Ya sea ayudando a la abuela en el jardín o como tutor voluntario para los niños más pequeños, asegúrate de que el prestar servicio sea una parte importante de la vida de tus hijos. Esto les enseña a mirar más allá de sí mismos y a darse cuenta de que otras personas tienen necesidades y problemas, y estos son — a veces más graves que los suyos. 

Y aún con todo el tiempo que pasarás siendo “la mala”, no olvides elogiar, alentar y recompensar a tus hijos por su buen comportamiento. Y también asegúrate siempre de que ellos sepan que los amas. Con un poco de guía y constancia de sus padres, tus niños pueden cambiar la historia y hacer de su generación una que se conozca por su buena voluntad y como una esperanza para el mundo.


sábado, 15 de febrero de 2014

Huyendo de Herodes

Hoy es el Día mundial del niño con cáncer. Suerte, hijo mío, de haber nacido y vivir en España, porque en Bélgica te matan...


Una niña canadiense de tan solo cuatro años pide al rey de Bélgica que no firme la ley de la eutanasia pediátrica... pero no le han hecho caso:

domingo, 14 de noviembre de 2010

La naturalidad de lo natural

Que dos y dos son cuatro lo sabemos todos, aunque haya quienes quieran hacer creer que son 5 ó 3. Es lo que ocurre con la idea de que cualquier conjunto de seres vivos de origen humano, vegetal, animal o cibernético pueden ser una familia. Los mismos que lanzan esas proclamas en los medios se echan las manos a la cabeza cuando narran sin ningún tipo de pudor y a cualquier hora del día (aún en horario de protección infantil) aberrantes sucesos de violencia, crímenes, robos... La conclusión siempre comprende los mismos argumentos por parte de los "comunicadores": "Claro, era una familia desestructurada"; "... Es que una madre sola tiene difícil educar a un hijo", "Es que el ambiente de promiscuidad que había en la casa..."
Y es que, como decía el refrán, y no sin razón: "Lo que es, es". Y como es, sale a flote, a pesar de los pesares. Y la realidad es que la familia es la columna vertebral de la sociedad; y que los pretendidos sucedáneos artificiales y rocambolescos sólo llevan sino a al derrumbe de los cimientos sociales.

La familia es un bien necesario para los pueblos, un fundamento indispensable para la sociedad y un gran tesoro de los esposos durante toda su vida. Es un bien insustituible para los hijos, que han de ser fruto del amor, de la donación total y generosa de los padres. Proclamar la verdad integral de la familia, fundada en el matrimonio -indisoluble, entre un hombre y una mujer- como Iglesia doméstica y santuario de la vida, es una gran responsabilidad de todos. Invito a los gobernantes y legisladores a reflexionar sobre el bien evidente que los hogares en paz y en armonía aseguran al hombre, a la familia, centro neurálgico de la sociedad. Esto es una ayuda notable a la sociedad, de la cual no se puede privar, y para los pueblos es una salvaguarda y una purificación. Además, la familia es una escuela de humanización del hombre. La experiencia de ser amados por los padres lleva a los hijos a tener conciencia de su dignidad de hijos.

La fe no es una mera herencia cultural, sino una acción continua de la gracia de Dios que llama, y de la libertad humana que puede o no adherirse a esa llamada. Los padres cristianos han de procurar que la llamada de Dios y la Buena Nueva de Cristo lleguen a sus hijos con la mayor claridad y autenticidad. En la cultura actual se exalta muy a menudo la libertad del individuo concebido como sujeto autónomo, como si se hiciera él solo y se bastara a sí mismo, al margen de su relación con los demás y ajeno a su responsabilidad ante ellos. Se intenta organizar la vida social sólo a partir de deseos subjetivos y mudables, sin referencia a una verdad objetiva previa como son la dignidad de cada ser humano y sus deberes y derechos inalienables a cuyo servicio debe ponerse todo grupo social. La Iglesia no cesa de recordar que la verdadera libertad del ser humano proviene de haber sido creado a imagen y semejanza de Dios. Por ello, la educación cristiana es educación de la libertad y para la libertad.
Benedicto XVI, discurso y homilía: V Encuentro Mundial de las Familias.
Valencia, España (2006)