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domingo, 2 de septiembre de 2012

El mendigo que confesó a Juan Pablo II

Por José Calderero en Alfa y Omega

(...)  En Via della Traspontina, a poca distancia del Vaticano, un monseñor se dio cuenta de que el mendigo que estaba en la calle era un sacerdote que se había alejado de su ministerio. Lo reconoció, porque ambos se habían ordenado el mismo día. Tras saludarse, el mendigo le contó al monseñor que había perdido su fe y su vocación.

El obispo, tras realizar las oportunas gestiones, consiguió llevar al mendigo a una audiencia en la Sala Clementina. Previamente había avisado a Juan Pablo II de la presencia del mendigo-sacerdote, y después de la audiencia, el Papa pidió al mendigo que lo acompañase a la sala contigua. El mendigo salió de allí llorando. Explicó que el Papa le había pedido que lo confesase, y después de la confesión le había dicho: «¿Ves la grandeza del sacerdocio? No la desfigures».

(...) El Pontífice pidió al mendigo que escuchara su confesión. El hombre, impresionado, les respondió que ya no era sacerdote, a lo que el Papa contestó: «Una vez sacerdote, sacerdote siempre». «Pero estoy fuera de mis facultades de presbítero», insistió el mendigo. «Yo soy el obispo de Roma, me puedo encargar de eso», zanjó el Papa.

El hombre escuchó la confesión del Santo Padre, y le pidió a su vez a éste que escuchara su propia confesión. Después, lloró amargamente. Al final del encuentro, Juan Pablo II le preguntó en qué parroquia había estado mendigando, y le designó asistente del párroco precisamente allí, junto con otro encargo: la atención a los mendigos.

martes, 3 de abril de 2012

Reinventarse


Aunque no hay nada nuevo bajo el sol. 
Estos días se trata de mirar dentro de uno mismo y ver a la luz de los ojos de Jesús, lo que no va. Y acercarse al confesionario, y contarle al sacerdote, que en esos momentos no es hombre, sino Dios.
Y como a la mujer peadora, te coge, te sana, te perdona, y quedas limpio. 
Y luego... paz. Pero la de verdad. Porque nadie te condena. 


Es Dios, que nos tiende la mano. Siempre nos está esperando. ¿Se lo vas a negar?
Esto es la reinvención... al alcance de cualquier fortuna.



martes, 16 de agosto de 2011

¡Fiesta!

- ¡Felicidades!
-¿Por...?
- Porque hoy hay fiesta en el Cielo. Cada vez que una persona se confiesa, en el Cielo hay fiesta.

Es lo que el sacerdote le dijo a Marta el día de su primera confesión. Han pasado muchos años, y cada vez que acude a contarle a Jesús como le ha ido en los últimos días, a pedirle perdón, y a decirle que quiere recomenzar - en definitiva, en eso consiste el sacramento de la confesión- imagina la escena en el Cielo.
Una pandilla de ángeles, con su ángel de la guarda a la cabeza, avisando al resto de la corte celestial:
"ya viene, ya viene", mientras Marta se acerca al confesionario. Su ángel le va soplando, para que no olvide nada de lo que había visto hace un rato, mientras hacía su examen de conciencia.
Cuando el sacerdote, que en ese momento es el mismo Dios, va a darle la absolución, después de unos cuantos consejos para ir luchando hasta la próxima confesión, su ángel vuelva a avisar al resto: "ya", y tocan campanas. Para que todos se enteren allí arriba, que Jesús está de fiesta, porque una de sus ovejas, vuelve o quiere seguir en el redil.

Marta piensa en la fiesta del perdón JMJ, ¿cómo será la fiesta en el cielo? ¿Te imaginas al ángel de cada una de las miles de personas que pasarán por los confesionarios del Parque del Retiro avisando a todos. ¡¡¡Cómo será la hipermegafiesta en el Cielo!!! Cuantas historias de amor entre Dios y cada uno de esos penitentes. Y habrá ángeles diciéndole a los demás, que su custodiado viene de lejos, de hace años, o que es la primera vez que.
Y Marta da gracias a Dios, porque Madrid es una fiesta. Y cuanta razón tuvo el primero que dijo que "de Madrid al Cielo".



jueves, 29 de abril de 2010

La confesión cambia vidas

Leonardo Mondadori

Sin llegar al extremo de las conversiones en el lecho de muerte, la edad madura, cuando se hace balance de la experiencia acumulada, puede ser otra oportunidad para Dios. Es lo que le ocurrió al Jesús Polanco italiano, Leonardo Mondadori, Presidente de la editorial del mismo nombre, una de las más importantes de Italia. Providencialmente, se reconcilió con la Iglesia en 1994, dos años antes de que le fuera diagnosticado el cáncer de páncreas que acabó con su vida en 2002.

Cuenta la historia Giuseppe Corigliano, Director de la oficina del Opus Dei en Italia y amigo del editor: después de que Mondadori editara Camino, de san Josemaría Escrivá, «me dijeron que Leonardo Mondadori quería reunirse conmigo porque sentía curiosidad por la temática de Camino. Fui encantado y encontré a un señor simpático y muy vivaz que quería dar vida a un filón cultural que fuese en dirección opuesta» al modelo imperante, jacobino-libertino. «Le gustaba el tema de la santificación del trabajo, aunque, en homenaje a la cultura laica imperante, optamos por llamarla ética del trabajo. Tenía coraje y deseo de hacer cosas. Al mismo tiempo, permanecía un poco cerrado porque advertía que su estilo de vida no era del todo justo. Su vida se había complicado con dos divorcios y era, como poco, desordenada».

Don Giuseppe subraya que «es bello cuando un laico colabora con un sacerdote para acercar un alma a Dios. Se debe superar el muro sacramental, es decir, la Confesión. Cuanto antes empiece a confesarse, más rápido será su progreso espiritual». Por ello, un día, mientras comían, se ofreció a presentarle a don Leonardo a un sacerdote. Don Umberto de Martino, el elegido, «era delicado y exigente al mismo tiempo. Yo también lo frecuentaba. Le precisé a Leonardo: Mira que no es un tipo que haga rebajas. Si no te sientes cómodo, te recomiendo otro».

«Leonardo encontró en él -continúa don Giuseppe- la claridad del mensaje cristiano sin rebajas ni atenuaciones. Creo que lo más determinante en su conversión fue la decisión de ser sincero en la confesión. Llamar a la virtud, virtud, y al pecado, pecado, fue lo que le gustó y le hizo cambiar. Evidentemente, era la gracia de Dios. Mes tras mes, lo encontré cada vez más contento y con más ganas de hacer cosas. También aumentó la confianza y no escondía nada de su vida».

Leonardo Mondadori tuvo aún la oportunidad de hacer mucho bien: «Con él, la editorial Mondadori resultaba casi una familia. Y dio un testimonio bellísimo en su ambiente milanés de la alta burguesía, rica y despreocupada. Su cambio impresionó a muchos». 
Su deseo de hacer cosas se tradujo en varias aportaciones al mundo editorial: editó un libro sobre el Opus Dei de Vittorio Messori; otro sobre el matrimonio para preparar a los jóvenes y evitarles el sufrimiento que supusieron para él sus dos fracasos matrimoniales; y, sobre todo, Cruzando el umbral de la esperanza, el libro-entrevista a Juan Pablo II, también de Messori. Fue este mismo autor el que colaboró con Mondadori para publicar el relato de su conversión, pocos meses antes de su muerte.

viernes, 26 de febrero de 2010

Puesta a punto

Dice el refrán que "el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra". La experiencia demuestra, que no sólo 2, sino en muchas ocasiones metemos la pata.
Los católicos tenemos la suerte de poder acudir al sacramento de la confesión siempre que nos haga falta. Instaurado por Jesucristo, sabemos que el mismo Dios nos perdona a través del sacerdote.
Me gusta imaginármelo como un padre que limpia las heridas a su hijo pequeño después de una caída, lo abraza, lo mima. ¡Y a seguir jugando!

La cuaresma es un buen momento para hacer examen de conciencia y plantearnos una puesta a punto. La paz que queda después, merece la pena el esfuerzo.

La Archidiócesis de Boston ha elaborado un vídeo donde se explican los pasos a seguir para hacer una buena confesión:

sábado, 12 de septiembre de 2009

Torreciudad

Hoy tengo la cabeza en Torreciudad. Se celebra hoy allí la XX Jornada Mariana de las Familias. He asistido en varias ocasiones, y es una maravilla. La explanada se llena de familias venidas de toda España, de Portugal, de Francia... dispuestas a vivir una mañana dedicada a la Virgen en familia.

Se celebra la santa Misa en la explanada; hay actuaciones infantiles; y la cripta de los confesionarios se pone a rebosar de gente dispuesta a limpiar su alma y recomenzar.

Sólo María sabrá la de milagros que se producen allí un día como hoy: pequeñas y grandes conversiones. Tanta gente pidiéndole, dándole gracias...


Hoy, que celebramos "El Dulce Nombre de María", cuántas felicitaciones a la Virgen se habrán alzado al cielo desde Torreciudad.

¡Felicidades, María!