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lunes, 19 de septiembre de 2016

Sobre la felicidad

Huevo de pascua 

Por Enrique García-Máiquez en el Diario de Cádiz, 18.09.2016

En la última de Woody Allen, una glamurosa pareja es preguntada por el secreto de su felicidad. Contestan, entre las risas admirativas de todos: "Nos encantan los niños… de los demás". Se ve que es un clima de opinión, porque hace poco El Mundo titulaba un reportaje: "¿Por qué sin hijos serás más feliz?" El trabajo científico que le daba pie lo firmaban Blackstone y Stewart, sociólogos americanos, que entrevistaron a 21 mujeres y 10 hombres que habían decidido no tener hijos. El campo de estudio se parece mucho a una tertulia de amigotes después de una cena y, como se ciñe a quienes habían decidido no tener hijos, el resultado era previsible. 


Pero lo cierto es que la cuestión está aquí, y tenemos los datos de las ex pirámides de población, que mejor llamaríamos "huevos de pascua de población", por la forma que ya tienen y por la pascua que nos terminarán haciendo con las pensiones, la sanidad y hasta con la paz de las relaciones intergeneracionales. Sin embargo, insistir en la pascua es contraproducente. Estoy encantado con mis hijos, pero me entristece verlos como los solitarios sostenedores del futuro estado del bienestar. Si fuera para pagar pensiones, no los tendría. En Italia han hecho una polémica campaña que insta a las mujeres a no dormirse en los laureles: "La belleza no tiene edad, la fertilidad sí". Recordar el reloj biológico tampoco parece muy motivador. Los partidarios de la infertilidad aciertan al poner el punto de mira de su propaganda en la felicidad. 

Aunque una cosa es apuntar, y otra, dar en el blanco. Hablar de la felicidad, mientras no se invente un felicímetro (que iluminaría graves problemas filosóficos y existenciales) no deja de ser algo bastante subjetivo y presuntuoso. Yo no quiero presumir de mi felicidad ni echarla a pelear con la de nadie, pero desde que leí el articulo me obsesiona una idea. No se cuenta en esa felicidad que se propone la de los hijos, que yo sumaría. Quiero decir, la pareja sin hijos puede contar la suya, y me parece genial, y se la deseo inmensa. Lo justo es que a la de mi mujer y a la mía, que no son mancas, se sumen las de nuestros niños, que corretean alrededor de mi mesa mientras escribo esto, y, si ellos tienen hijos, que se sigan sumando felicidades, y, si no los tienen y son muy felices, que recuerden que lo son porque sus padres sí los tuvimos. La felicidad no es sólo la que se tiene, sino la que se da.


viernes, 9 de septiembre de 2016

Rafa

La partida de Rafa Lozano al Cielo tras una dolorosa enfermedad que ha sabido llevar de modo ejemplar, nos ha conmovido y removido a muchos. Tuve la suerte de conocele y tratarle. Lo definiría con cuatro palabras: generoso, alegre, piadoso y coherente. Era una persona acogedora, de esas que te reciben siempre con una sonrisa; una "persona-hogar". En él, la vida interior y el activismo provida iban de la mano, algo difícil de conseguir en estos días en los que todos vamos corriendo a todos sitios. Tengo la seguridad de que tenemos un intercesor en el Cielo.
Dicen que "se muere como se vive", y Rafa se ha ido  rodeado de los suyos, su familia y sus amigos, que han sido muchos y de todo tipo y condición, en un clima de Fe y de Alegría.
He leído mucho estos día sobre él, y me ha gustado especialmante este testimonio de Benigno Blanco, porque pienso que define a Rafa muy bien: 

"La muerte de Rafa Lozano deja en todos los que le tratamos –junto al dolor inevitable- la férrea convicción de que hemos tenido el privilegio de compartir la vida de un héroe, es decir, de alguien que ha mejorado el mundo en que vivió e influido positivamente en miles de personas, generando dinámicas de bien de amplia proyección en la historia futura, aunque nadie aquí pueda cuantificar ni conocer exactamente los frutos de su vida. Bastaba ver el martes pasado en el tanatorio de la M30 de Madrid a los cientos de personas que venían a despedirse de él y abrazar a su mujer e hijos, para percibir la estela de felicidad y vida que ha dejado Rafa en tantos: una pequeña multitud que rezumaba fe –en su mayoría-, dolor y lágrimas pero con una inmensa alegría. Fe y alegría a pesar del dolor por la separación eran el clima alrededor del cadáver de Rafa. Esa es la estela de su vida.
Cuando besé a Fani, su madre, le dije mientras recogía con mis dedos alguna de sus lágrimas silenciosas, que debía estar contenta por la vida de su hijo y porque había llegado a la meta; Fani me contestó: ¡pero si estoy contentísima! Quizá esto no lo entiendan quienes no tienen fe, pero es la marca de quienes como Rafa y Fani viven cara a Dios y, por amor a Él, entregados a hacer el bien a los demás. Fani apostó en circunstancias muy difíciles por la vida, la vida de aquel que crecía en su seno y se llamaría Rafa, y éste ha dedicado su vida a proteger la vida de tantos. El sí a la vida de una mujer provocó una cadena de otros sí con proyección en la historia y para la eternidad a través de la vida de Rafa.
He tenido la suerte de trabajar con Rafa Lozano durante muchos años, primero en el Foro de la Familia y después en Red Madre, entidades en las que Rafa desarrolló su actividad profesional durante la mayor parte de la última década con un breve intervalo entre ambos trabajos. Lo conocía de antiguo, pero nuestra relación se reforzó cuando se ofreció como voluntario en la organización de la ILP del Foro sobre el matrimonio en 2004 y en las primeras manifestaciones que desde el Foro se organizaron en 2005. Por eso, cuando quedó vacante poco después la dirección general del Foro, le ofrecí que se hiciese cargo de esa responsabilidad y él aceptó con la generosidad y el empuje que le caracterizaban. Durante aquellos años trabajamos mano a mano en las campañas del Foro en defensa del matrimonio, la libertad de educación y la vida (con la promoción de Red Madre, nombre que -por cierto- es invención de Rafa). Incluso en el breve periodo que se dedicó a otras actividades hasta su incorporación a Red Madre como director de la entidad en Madrid, siguió colaborando con nosotros como voluntario. Sé por tanto de quien hablo.
Rafa no era un hombre perfecto –¡buenas broncas le he echado en ocasiones!-, pero fue un héroe benefactor de la humanidad porque veía su vida con vocación de servicio, sabía que su misión era defender la vida en una época en que la cultura de la muerte contamina nuestro ambiente. Se comprometió con la causa de la vida en su juventud allá en las Islas Canarias y después como voluntario o profesionalmente hasta su fallecimiento. Y se comprometió con la vida junto a Lola su mujer recibiendo con alegría esos seis hijos –de Carlota a Jaime- que no podían contener las lágrimas mientras cantaban guitarra en mano con alegría cantos de vida y resurrección en el funeral celebrado en el tanatorio.
Rafa era generoso con su tiempo, estaba disponible las 24 horas (¡literalmente!) para quien lo necesitase; abrió junto con Lola las puertas de su casa a quienes necesitaban de su apoyo y compañía para superar dificultades matrimoniales o a causa de un embarazo o problemas de atracción sexual que les mortificaban. Su compromiso con la vida fue ampliando el abanico de sus dedicaciones: los no nacidos, las mujeres embarazadas, los matrimonios con dificultades, las personas con atracción por el mismo sexo …; según los años pasaban y los problemas se multiplicaban a su alrededor, Rafa y Lola (pues en esto iban siempre de la mano) ampliaban el abanico de sus intereses solidarios. Por eso tenía tantos amigos, por eso tanta gente le quiere, por eso la multitud que pasó por el tanatorio para darle su agradecido adiós.
Humanamente Rafa tenía una personalidad atractiva: sonreía siempre, era pausado, no perdía la calma, jamás hablaba mal de nadie, era muy divertido, le encantaba la gente, la calle, las masas, el megáfono y la pancarta. Era un buen amigo de sus amigos y los tenía, por eso, a miles. Era discreto, nada vanidoso, servicial y generoso con su tiempo (demasiado incluso: no sabía decir que no a nadie que le pidiese ayuda y eso a veces creaba problemas pues el día solo tiene 24 horas).
La raíz última de su personalidad y actividad –así lo percibía él- era su fe en
Dios y su amor a la Iglesia. Amaba a los hombres y los servía porque los veía a la luz de su fe como hijos de Dios. ¡Cómo me recuerda su forma de entender la historia y ver a los demás a la de la santa de Calcuta que era canonizada mientras él fallecía! En sus últimos años ese compromiso con su Dios se concretó de forma especial en la promoción de la devoción a la Virgen, especialmente en sus advocaciones de Guadalupe y Medjugorje. Y así de nuevo abrieron Lola y él su casa, ésta vez a grupos de oración vinculados a estas devociones. ¡Nunca estaban solos Rafa y Lola: las puertas de su casa y sus vidas siempre abiertas a los demás!
Sé útil, deja poso, ilumina con la luminaria de tu fe y de tu amor…” Esta recomendación del santo aragonés se hizo realidad en la vida -¡y en la muerte!- de Rafa. Y seguirá siendo realidad en los que le deben la vida: sus hijos, los que nacieron gracias a su apoyo, los matrimonios que superaron sus problemas con su ayuda, los que centraron su vida y su sexualidad con su consejo, … Esta imagen de continuidad de los frutos de la vida de Rafa se me hizo patente al ver salir del tanatorio rumbo al cementerio la “furgoneta de Rafa conducida por Carlota, su hija mayor, con todos los hermanos detrás. La vida sigue, la furgo la seguirán guiando otros y los frutos de esta vida generosa se multiplicarán hasta el fin de los tiempos. Así sucede con los héroes, aunque sean de aquellos que quizá no pasen a los libros de historia de los hombres".
Benigno Blanco Rodriguez

jueves, 12 de julio de 2012

Generosidad


Hace unos días conocíamos la historia de Bárbara Castro, periodista de 31 años que perdía la vida a causa de un cáncer. Hasta aquí, algo desgraciadamente habitual; no es la primera vida joven que se va a causa de la fatal enfermedad.
Pero la decisión de Bárbara ha hecho que su caso sea conocido a nivel nacional.

Bárbara y su pequeña
Casada con Ignacio, a los 5 meses de embarazo se entera de que sufre un cáncer de lengua. Ante la disyuntiva de adelantar el parto de su hija para así poder recibir ella el tratamiento para su enfemedad (con el consiguiente riesgo para la vida de su hija), decidió que el embarazo siguiese su ritmo natural, y posponer su tratamiento al parto.
La pequeña Bárbara nació, y su madre, tras dos años tratándose, "nació a la vida" el pasado miércoles.

Ha sido una difícil decisión, supongo que no exenta de polémica. Seguro que cuando su hija crezca y sea consciente de la decisión de amor de su madre, será la niña más orgullosa del mundo.

Desde aquí, mi reconocimiento a Bárbara y a su familia, todo un ejemplo de generosidad y amor. Le pido que desde el cielo, nos envía a todos un poquito de su valentía para luchar por la vida.

lunes, 30 de abril de 2012

Ofrenda lírica

Iván Kramskói. Anciano con muleta (1872)
Iba yo mendigando de puerta en puerta por el camino de la aldea, cuando tu carro de oro apareció a lo lejos como un sueño magnífico. Yo me pregunté maravillado quién sería aquel rey de reyes. Mis ilusiones volaron hasta el cielo y pensé que mis días malos se había acabado. Tu generosidad me sacaría de la pobreza...

La carroza se paró a mi lado. Me miraste y bajaste sonriendo. Sentí que la felicidad de la vida me había llegado al fin. De pronto, tú extendiste tu mano diciéndome:

- ¿Puedes darme alguna cosa? 
Yo me quedé pasmado. ¡Qué ocurrencia, pedirle a un mendigo! Estaba confuso y no sabía qué hacer. Al fin saqué despacio de mi saco un granito de trigo y te lo di. ¡Qué sorpresa la mía, cuando al vaciar por la tarde mi saco encontré un grano de oro entre la miseria del montón!... ¡Qué amargamente lloré por no haber tenido corazón para dárteme del todo!

miércoles, 18 de febrero de 2009

A vueltas con la vida

Desde que mataron a Eluana Englaro ando dándole vueltas al tema. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Cómo puede progresar una civilización que se mata a sí misma?
Durante estos días, hablando con madres jóvenes, he tenido que escuchar cómo utilizan todo tipo de anticonceptivos. Como si el principal objetivo de su matrimonio fuese evitar a toda costa tener hijos. No entro a juzgarlas. Cada una tiene sus motivos, aparentemente respetables: que si hay crisis y cuesta mucho mantener un hijo, no te digo dos o tres; que si tendrían que renunciar a su realización profesional. Que no van a trabajar para invertir su sueldo en niñeras, etc.
Pero creo que si te casas es para formar una familia, con todas sus consecuencias. Y que un hijo no es un objeto de lujo o desgracia a merced del capricho personal. Una vida es tan grande, que no puede estar sometida a una simple elección, ni a un referéndum.

Años y años de anticoncepción sólo traen consigo egoismo, y empobrecimiento personal. Ahí sólo ganan las empresas farmaceúticas, los fabricantes de material quirúrgico, los abortorios… Las consecuencias para la sociedad las estamos pagando: muerte y más muerte. Contemplar impasibles en los telediarios como un padre pide que se mate a su hija en coma, eso sí, “dignamente”. Por lo visto lo de morir dignamente consiste, por ejemplo, en que en vez de matarte de módo rápido; lo hacen durante tres días.
Ayer fue en Italia, mañana puede ser aquí, y pasado en …

Por suerte también conozco a matrimonios con varios hijos, que se quieren, y verlos hace que te reconcilies con la humanidad. ¿Acaso no son conscientes de lo arriesgado que es? Claro que sí, y ahí reside su valentía y el sentido de su familia. A pesar de lo que cuesta sacarlos adelante; de las noches en vela; de los problemas que cada uno a su edad conlleva; de la enfermedad y mil cosas más. Pero también son los que hace que la sociedad progrese. La gente generosa es la que hace que el mundo siga girando.

No me resito a copiar aquí algo que he leído esta tarde. Se titula “Mis dos ángeles”. Y dice así:

"Hablamos poco de él, señal de que lo recordamos poco.
Y si lo recordamos poco es señal de que nunca le pedimos nada, y sin embargo es el más poderoso servidor que Dios ha puesto a nuestra disposición, y el no acudir a él o sea el olvidarnos de él nos priva de beneficios incalculables.

Claro está que él, por su cuenta, y aunque nosotros lo olvidemos, cumple con la misión que se le ha confiado, pero también es cierto que su actividad en servicio de nuestras almas y de nuestros cuerpos sería mucho más eficaz si por nuestra parte colaborásemos con él, le abriéramos el corazón y le pidiéramos franca y decididamente lo que creemos que nos hace falta y a su tiempo le agradeciéramos lo que haya hecho, que siempre será lo que más nos convenga y él en esto sabe más que nosotros.
Estoy hablando del ángel de la guarda. Todos los seres humanos, aún los más rebeldes y alejados de Dios, tienen a su lado su ángel, que los sirve y los conduce o quiere conducirlos por los buenos caminos y cuyos misteriosos consejos atendemos unas veces y desatendemos otras. Y hay seres humanos que los desatienden siempre, porque se dejan llevar por los consejos del diablo, que infesta los aires y rodea a los hombres buscando devorarlos, como se dice en los libros santos.

Pues bien, desde que me he puesto a pensar seriamente en lo que nos vale la ayuda de nuestro ángel, estoy tratando de conversar a menudo con el mío, encomendándole no solamente los problemas grandes, sino también los menudos, para que él busque la solución de todo.
Pero no me he contentado con tener frecuentes conversaciones, sino que le he dado alguien que lo ayude y que estoy seguro que no lo deja ni a sol ni a sombra, cuando se trata de servirme a mí o de servir a las otras personas de mi familia, que es la de él.

Voy a explicarme. El primogénito de mis hijos tendría ahora cincuenta años, pero Dios me lo quitó –bendita sea su voluntad- cuando era un ángel en la tierra, demasiado hermoso, demasiado inteligente, demasiado bueno, si es que en esto puede haber demasías.
Después de él vinieron a nuestra casa doce hermanitos más. Pero él fue el único a quien Dios eligió, cuando tenía tres años y medio, para hacerlo un angelito suyo y de la Santísima Vírgen.
¿Por qué se me arrasan los ojos pensando en esto? Bendita sea la voluntad que lo dispuso. ¿Y por qué en medio de las batallas de la vida, al acordarme de él, se me vienen a la memoria estas palabras del Cantar de los Cantares: ¨Yo soy quien ha encontrado la paz¨.

Se llamaba José Ignacio, y en la intimidad del hogar, Pepito.
Como estoy seguro de que no se ha olvidado de sus papás, que tanto lo quisieron en la tierra, yo lo he conversado y le he pedido que acompañe al ángel o a los ángeles que nos sirven y los ayude todo lo que pueda.

Y en lo que a mí respecta le he suplicado, con no menos ternura que cuando era nuestro, que al terminar cada uno de mis días, junte tres gavillas con mis acciones.
Una de espigas doradas, como el trigo en sazón, que serán mis acciones buenas, y ayúdeme él y ayúdeme el ángel de la guarda para que esta gavilla no sea demasiado flaca.
La segunda será de flores rojas, como las amapolas que también nacen en los trigales, y serán los beneficios y junto con ellos las tribulaciones, pruebas, tentaciones de todo el día, recibidos unos de donde vienen los dones del cielo, y permitidos los otros por Dios para ensayar mi fé.
La tercera de espinas, como las que nacen a las orillas de los sembrados, y son realmente las culpas que no he sido capaz de evitar.
Que todo esto, mi obra de un día, forme un solo haz, que lo abarquen los brazos de nuestro Pepito y se lo entreguen al ángel, para que él lo lleve en un vuelo a los altares de Dios en el cielo y allí lo queme a la manera de un incienso y de una acción de gracias.
Pues hay que agradecerlo todo, lo bueno y lo malo, que nos viene de lo alto, porque tal vez lo que creemos malo es decir la tribulación, la prueba, la tentación, sea mejor que lo que creemos bueno, es decir la dicha, la fortuna, la ciencia humana.
Y hay que agradecer también las espinas, que son las culpas, pues si Pepito las ha tomado en sus brazos angelicales sin lastimarse, es porque el arrepentimiento las ha convertido en flores de contrición, que adornan las puertas del cielo, cuando entra un hijo pródigo.
Mi ángel guardián recibe ese haz formado por tres gavillas, que Pepito le entrega, y yo puedo concluida mi jornada, ponerme a dormir sintiendo el humo perfumado de mis trabajos.

He aquí que tengo a mi vera constantemente, no un ángel que me cuida y me sirve, sino dos, uno que se parece a mí y que tendría cincuenta años si viviera, y es el hijito que Dios nos llevó cuando tenía poco más de tres, y otro mayor, creado al comienzo de todas las cosas de, y que probablemente dio a las órdenes del arcángel San Miguel la primera batalla de los mundos y contribuyó, con la espada que ahora me defiende, a la primera derrota del diablo."

Hugo Wast.
AUTOBIOGRAFIA DEL HIJITO QUE NO NACIÓ.
Buenos Aires, 1962.