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martes, 8 de marzo de 2016

Mujer

Cuando la mujer mira a María, el mundo se humaniza; la humanidad se dignifica. No hay más. Ahí reside el secreto de la verdadera “liberalización de la mujer”. 

Flaco favor nos ha hecho el movimiento feminista histórico. Desde finales del siglo XVIII existe una lucha incesante por instaurar la idea de la mal llamada y mal entendida igualdad entre hombres y mujeres que hoy, a comienzos del siglo XXI nos ha llevado a anular la esencia femenina. Hombres y mujeres somos iguales, sí, iguales en dignidad. En la dignidad que nos confiere ser hijos de Dios. Y gracias a Él, distintos en muchos aspectos: físico, psicológico, biológico… 

Si alguna institución es consciente del valor fundamental que tenemos las mujeres en la sociedad, esa es la Iglesia Católica. Jesús de Nazareth es el primero que da a la mujer el valor que se merece. Para empezar, de los infinitos modos que Dios podría haber elegido para redimirnos, quiso hacerlo encarnándose en el vientre de una mujer. Es en las mujeres en quién Jesús se apoya tantas veces, no hay más que leer los evangelios. Son las mujeres las que permanecen al pie de la cruz en el momento de la crucifixión. Y es a una mujer a quien primero le revela Jesús que ha resucitado. 

A lo largo de la historia tenemos cientos de ejemplos de instituciones
cristianas cuyos miembros han dejado su vida en tierras de misión o zonas desfavorecidas, poniendo sus talentos y formación al servicio de la capacitación de la mujer para que puedan ser independientes social y económicamente. La formación es libertad. 

En la Virgen María tenemos el modelo de mujer. Y el demonio lo sabe, por eso la odia, y de ahí el afán de destruir en nosotras todo lo que pueda hacernos similares a Ella.

Corrientes culturales, el mundo de la moda, nos empujan a alejarnos de todo aquello que nos es intrínseco, haciéndonos caer por una pendiente, hasta el punto de que todo lo bueno y bello es denostado. Algunos incluso, llegan a utilizar la palabra Virgen como un insulto. Y la sociedad ha picado el anzuelo. Se nos ha pretendido engañar, ofreciendo como liberalizador la elección de tener o no hijos y el momento en que debe hacerse. Arrancando algo tan esencial a la mujer como es la maternidad. Políticas antinatalistas y cultura de muerte ofrecen como normal algo tan antinatural como es cegar la fuente de la vida o terminar con ella. 

Hoy, que se celebra el día internacional de la mujer, y porque quiero ser verdaderamente libre, le pido a María, -nuestra Madre-, que todas sepamos parecernos a Ella.

Pilar M-T.

lunes, 8 de febrero de 2016

La cuestión feminista

Por Jutta Burggraf. Publicado en Arvo.net.

Injusticias del pasado 

En el siglo XVIII, por ejemplo, se podía afirmar sin miedo alguno a recibir una silba: “Una mujer que piensa es tan repugnante como un varón que se maquilla”.(G. E. LESSING). Parece, de hecho, que el despliegue de la personalidad femenina se limitaba entonces a expresarse encima, y no con la cabeza. 
Conocemos, quizá, las pinturas de la época en las que se presentaban las mujeres con enormes cofias bordadas. (H. WESTHOFF-KRUMMACHER). Encima de las cabezas llegaban a darse verdaderas explosiones de creatividad. 

Franz Xaver Simm (1853–1918): La bordadora.

El ama de casa exhibía sus virtudes de laboriosidad, limpieza y habilidad manual a través del tocado, teniendo la cofia un alto valor comunicativo. Mostraba lo bien que las mujeres podían coser y bordar. Al fin y al cabo, encima de su cabeza es donde la mujer llevaba su completa educación, siendo el último toque el devocionario entre las manos. Sólo así se cumplía con la obligación de ser el orgullo y honor de su marido. 

Durante siglos, los varones realmente no tomaron demasiado en serio a las mujeres, y durante milenios las despreciaron. Algunos afirman que la miseria comenzó ya en las antiguas civilizaciones. Fue entonces cuando Aristóteles erigió la tesis de que la naturaleza había creado algunos individuos para que éstos mandasen sobre los demás, y otros para que les obedeciesen. Entre los primeros estarían, por supuesto, los varones, entre los segundos las mujeres. Desde entonces, se dice, los varones se envanecieron… 

Algunas personas sensatas amonestan que no debemos exagerar. La vida es en verdad más amplia, más rica, tiene más matices. Durante el transcurso de la historia, a las mujeres no sólo se les maltrató, sino también se les honró, no sólo las despreciaron, sino también las amaron. A la inversa, también hubo casos de varones ofendidos por mujeres, y no pocas veces, éstas se valieron para ello de cualquier fingimiento, chantaje y tormento oculto. 

Yo, francamente, no creo que sea posible leer toda nuestra historia cultural como una novela policíaca en la que exclusivamente las pobres mujeres son las oprimidas, humilladas, ridiculizadas y maltratadas por los varones malos, consiguiendo, finalmente, liberarse de ellos. Gran parte de las tensiones entre varones y mujeres son indudablemente de carácter bilateral y personal. Pero, aparte de esto, no podemos negar una clara infravaloración del sexo femenino que se ha plasmado mundialmente en innumerables convenciones y normas sociales. Pienso que ha habido evoluciones enormemente equivocadas precisamente en los últimos trescientos años. 

 Las primeras reacciones de las mujeres 

Es de agradecer que, al irrumpir la Revolución Francesa, algunas mujeres inteligentes supieron darse cuenta de que los derechos humanos tan ensalzados beneficiaban tan solo a los varones. De ahí que Olympe Marie de Gouges redactara en septiembre de 1791 la famosa
Declaración de los derechos de la mujer”, entregada a la Asamblea Nacional para su aprobación. Detrás de ella había un gran número de mujeres organizadas en asociaciones femeninas. Se definían a sí mismas como seres humanos y ciudadanas, y proclamaban sus reivindicaciones políticas y económicas. Es interesante, por ejemplo, el artículo VII de esta declaración, que reza: “Para las mujeres no existe ningún régimen especial: se les acusa, se les mete en prisión y permanecen en ella, si así lo prevé la ley. Las mujeres están sometidas de la misma manera que los varones a las idénticas leyes penales.” 
El artículo X es aún más preciso: “La mujer tiene el derecho a subir al patíbulo.”  

Las mujeres no querían seguir sin voz ni voto, preferían que se les castigara e incluso padecer la muerte, antes de ser consideradas esclavas y seres sin responsabilidad. Desgraciadamente, Olympe de Gouges fue degollada, y junto con ella otras muchas mujeres famosas. Se les prohibió reunirse a las mujeres bajo pena de cárcel y sus asociaciones fueron disueltas a la fuerza. Su misión, por lo pronto, parecía haber fracasado. En cambio, las mujeres no se resignaron. En Inglaterra comenzaron a fundar un llamado “movimiento contra la esclavitud”. Partían de la base de que también se les tenía que conceder los derechos de sufragio y ciudadanía, igual que se había hecho con los antiguos esclavos. Una de las protagonistas exclamó: “Todo el sexo femenino ha sido despojado de su dignidad. Se le pone a una misma altura con las flores cuyo cometido es sólo el de adornar la tierra.” (M. WOLLSTONECRAFT

No vamos a ver ahora las luchas feministas con sus logros y recaídas. En el siglo XX las mujeres consiguieron por fin ser admitidas, de modo oficial, en la enseñanza superior y en las universidades y alcanzaron la igualdad política, al menos según la ley. Pero esto vale sólo para el mundo occidental. En muchos países de África y Asia falta todavía mucho para llegar a esta meta; allí las mujeres, con frecuencia, siguen estando lejos de poder realizar un trabajo en condiciones humanas. Y aún donde han conseguido una igualdad en la vida pública –como es el caso de América y Europa–, quedan todavía numerosos estereotipos y prejuicios por eliminar. 

 Valor idéntico de los sexos 

A pesar de ello tenemos hoy, en principio, conciencia clara de que la posición de la mujer está al lado del varón; no es inferior ni tampoco superior a él. Mirando al pasado, el Papa Juan Pablo II ha pedido perdón, reiterada y públicamente, por las injusticias cometidas contra las mujeres por parte de los varones cristianos. (JUAN PABLO II: Carta a las mujeres, 3.) Eso me da confianza. Me llena de alegría, además, que podemos encontrar a personas singulares, en todas las épocas, que no tenían problemas con la “cuestión femenina”. 

Ciertamente, no es la revolución feminista la que tiene que convencer a un cristiano del valor idéntico de los sexos. Basta echar una mirada al primer libro de la Biblia que narra la creación del mundo.(Génesis 1,27). Allí se puede leer inequívocamente que Dios creó al hombre –varón y mujer– a su imagen y semejanza. Esto significa que ambos sexos tienen una misma imagen de su origen; la dignidad de ambos está fundamentada en Dios. Tanto el varón como la mujer tienen una interioridad y profundidad propias, con la posibilidad de comprender el mundo, de ser creativos y de desarrollarse en libertad. El “ser imagen de Dios”, no es introducido al ser humano desde fuera, no es algo yuxtapuesto, sino que constituye su estructura esencial. No creó Dios primero al hombre, para luego imprimirle su imagen. El varón y la mujer no tienen una imagen de Dios en sí; son, desde un principio, en su unidad de cuerpo y espiritualidad, imagen divina. 

La mujer, en consecuencia, no es un ser definido en relación al varón. Ella tiene valor y dignidad por sí misma, no los recibe de otro. No es sólo “la hija del presidente” o “la madre del arquitecto”. Puede ser ella misma presidenta o arquitecta. El relato de la creación de una costilla común reafirma lo señalado, (Génesis 2, 18-25) pues no es ninguna “prueba” de la subordinación de la mujer, sino una expresión de la igualdad de los sexos, que han sido hechos de la misma “materia”. 

Al comienzo de la historia humana, Adán y Eva están juntos, uno al lado del otro y frente a Dios, con igual libertad, valor y responsabilidad. Ambos poseen una última y exclusiva relación inmediata con Dios; y a ambos les fue confiado el gobierno de la tierra como tarea común. El doble encargo de administrar los bienes y de procurar descendencia fue dado a los dos, no recibió Adán el primero y Eva el segundo. Esto quiere decir, en concreto, que ambos, varón y mujer, han de compaginar las exigencias de su trabajo profesional con la necesaria dedicación a la familia.


sábado, 1 de junio de 2013

Maternal

Eugène Anatole Carrière (1849 –1906): Amor maternal
Eugène Anatole Carrière (1849 –1906): Maternidad
Eugène Anatole Carrière (1849 –1906): El niño enfermo
Eugène Anatole Carrière (1849 –1906)
Eugène Anatole Carrière (1849 –1906)

jueves, 9 de agosto de 2012

Modelo de mujer

La Iglesia Católica celebra hoy a santa Teresa Benedicta de la Cruz, Edith Stein. Judía, profesora universitaria, filósofa, buscadora infatigable de la Verdad, discípula del fenomenólogo Husserl, defensora de la mujer, una adelantada a su tiempo. El suyo fue un feminismo del bueno, hoy, políticamente incorrecto.

Su amor a la literatura española le hizo adentrarse en los escritos de santa Teresa de Jesús. Conversa al catolicismo, aún en medio de la incomprensión de su familia, ingresa en la orden carmelita. Arrestada por la Gestapo, muere en el campo de concentración de Auschwitz, a la edad de 51 años.

Para ahondar en la figura de esta gran mujer, existen varias biografías. Aconsejo la lectura del libro de Florencio García Muñoz, Benedicta de la Cruz. Edith Setein, signo de contradicción. Editorial san Pablo.

La película La settima stanza, narra su vida con bastante fidelidad. Aunque no ha sido estrenada en España, ni traucida al castellano, puede verse aquí, subtitulada.

Hay mujeres que hacen que el mundo siga girando, Edith Stein fue una de ellas.




jueves, 19 de julio de 2012

El decoro en la cuerda floja

Por: Josefina Figueras en asmoda.com

En nuestra convulsiva época se suele hacer una calificación muy “sui generis” que coloca algunas palabras y conceptos entre lo llamado “políticamente incorrecto”. Y la palabra decoro es uno de ellos. Sin embargo, desde la otra orilla, muchos se esfuerzan por reivindicar el verdadero significado del decoro como el respeto que la persona se debe a si misma y como consecuencia a los demás. El debate cobra especial intensidad cuando llega el verano porque si se prescinde del decoro se puede caer en una plaga por desgracia bastante corriente: la chabacanería ambiental.

La pérdida del decoro, que es un claro síntoma de retroceso social, puede expresarse de muchas maneras pero una de las más sintomáticas -y que en verano alcanza niveles altísimos- afecta a la forma de vestirse o mejor aun de desvestirse. Contra esta plaga se han alzado ya algunos ayuntamientos para exigir decoro como una forma de cuidar la imagen de la población y también respondiendo al aumento de las quejas ciudadanas.

Frente a la pretensión de algunos de pasearse casi desnudos por las calles, especialmente en poblaciones cercanas a la costa, se han arbitrado algunas medidas cortando los excesos con prohibiciones concretas, sujetas a multas, como por ejemplo no permitir además del desnudo el pasearse por las calles en bañador “para proteger el derecho de las personas como consecuencia de la falta de respeto a las pautas mínimas generalmente admitidas en relación con la forma de vestir que exige la ley”, como se publicó por ejemplo no hace mucho en Barcelona.

Algunas asociaciones, que defienden el derecho prehistórico de ir “sin ropa”, se han sentido “perseguidas” con estas prohibiciones y otras parecidas y lo han calificado incluso de “nudofobia”. Otros consideran que prohibir estos excesos es un ataque a la libertad. Sin embargo, considerando las cosas con objetividad, las medidas restrictivas en las calles y también en las entradas de algunas catedrales y monumentos históricos, tienen que ver con la educación y el respeto, pilares en los que se apoya la convivencia y el decoro que se quiere borrar del diccionario y de las calles.

En el fondo de este debate late un concepto equivocado de la libertad individual, que se quiere definir como un derecho de hacer y vestir cada uno según le venga en gana sin que nadie tenga derecho a poner determinados límites. En verano esta libertad abusiva toma mayores alas y cuando llega el buen tiempo hay quienes creen que los parques públicos son como la terraza de su casa y colocan la toalla sobre el césped, se embadurnan con el bronceador y se ponen a tomar el sol en bañador o en bikini. Y además de estos hay otros que ni se molestan en ponerse una camiseta y salen de casa en traje de baño y chanclas para defenderse mejor del calor reinante. O creen que los minishorts es una prenda adecuada para las calles de las ciudades.

Se suele alegar que estas actitudes no hacen daño a nadie. Pero, además de hacer daño a la vista, lo hacen a la imagen de las ciudades a las que hay que cuidar no solo manteniendo el aspecto de los jardines y los monumentos históricos, sino de su componente principal que son las personas. La convivencia es un pacto que dicta unas normas a las cuales todos tenemos que ajustarnos. Y deben tener también en cuenta el sentido ético y estético. No da lo mismo pasearse en bañador o vistiendo con una falta clara de la decencia más elemental, que casi siempre puede catalogarse en el apartado de la ordinariez y el mal gusto.

Detrás de estas actitudes, además del concepto equivocado de libertad, hay una muestra de mala educación y una de falta de respeto a los demás. La moda, con el decoro en la cuerda floja, tiene también una misión educativa que consiste en enseñar a vestir de la forma adecuada para cada ocasión sin quitar a nadie la legítima aspiración de querer un mundo en el que el buen tono, la estética y la decencia tengan también su lugar.

martes, 9 de agosto de 2011

Feminismo del bueno

Es lo que pensé al leer la biografía de Edith Stein. Mujer libre, por buscar la verdad y encontrarla. De mente privilegiada y trabajadora infatigable.
Hoy, canonizada, copatrona de Europa: santa Teresa Benedicta de la Cruz. Y mártir: "El amor vence al miedo".




Fantástica la película La settima stanza. Obra de arte que nos cuenta los últimos años de su vida con cadencia de tango. Aunque es del 95, no se ha estrenado en España. Ya os digo, feminismo del bueno. Nada que ver con lo que en España adoctrinan las ministras de la cosa.
Con suerte, la podéis ver subtitulada youtube.

sábado, 13 de marzo de 2010

Belleza integral


Belleza es palabra tan ligada a la mujer que no se comprende la una sin la otra. Allí donde la belleza se falsifica o deforma, la identidad femenina queda oscurecida. Así ocurre con frecuencia en el mundo audiovisual, donde se echa en falta una visión integral de la persona.

*Por Pablo Prieto

A diferencia de la naturaleza y de los objetos artísticos, donde encontramos una belleza, existe una belleza, que es la específicamente personal, la belleza responsable, con rostro, que sabe y responde de sí. La llamamos belleza integral porque resulta de asumir el hombre sus diversas dimensiones: lo físico, lo psíquico y lo espiritual. Esta integración, aunque ya incoada en nuestra naturaleza, está sin embargo por cumplir, por lograr, por inventar mediante nuestra libertad. De ahí que la belleza integral reclame necesariamente la creación personal. Es, por así decir, la belleza que alguien se saca de dentro y a la qre responde con su actitud y temple ético, pero también mediante artes específicas.

Por ser el cuerpo palabra originaria de la persona y como su signo eficaz, la belleza integral se vive y manifiesta ante todo corporalmente. Para ello requiere el concurso, entre otras cosas, de las artes de la intimidad: arreglo personal, cortesía, vestido, diseño, decoración, y multitud de otras actividades, por lo general manuales, que inventan y modulan la convivencia.

Su manifestación tiene lugar según cinco niveles:

a) El cuidado del aspecto, mediante el que se actúa sobre el campo magnético de la presencia.

b) El hogar, que es obra común de todos sus miembros, donde reluce la armonía peculiar de cada familia, su estilo, su excelencia, sus peculiaridades.

c) Posteriormente, la belleza integral aflora en la amistad, y de modo singular y paradigmático en el amor erótico, confiriéndoles lirismo y hondura.

d) Desde los niveles anteriores la belleza integral se proyecta en la compleja trama de las relaciones sociales, insuflando en ellas aliento de humanidad.

e) Por último, y como cerrando el círculo, los medios de comunicación, en particular las expresiones artísticas del mundo de la imagen (cine, publicidad, moda, diseño), reflejan, interpretan y configuran los niveles anteriores.

Elemento esencial en este tipo de belleza es el discernimiento, por vía afectiva, del significado esponsal del cuerpo, fundamento de la complementariedad entre varón y mujer. Esta sabiduría práctica en torno a la corporeidad es lo que otros llaman modestia, decoro, pudor, decencia, etc.

Otra característica de la belleza personal o integral es su carácter biográfico o narrativo, pues le es esencial aquel argumento que hace de cada vida algo único. Las artes mencionadas antes se dirigen precisamente a intensificar el sentido argumental, confiriendo a la vida cierto aire de novela o película, es decir, un todo con sentido. De este modo, cualquier vida, por corriente que sea, se torna digna de contemplarse, despierta admiración, irradia belleza.

Fomentar, captar y responder a la belleza integral requiere una ardua y exigente disciplina ascética, especialmente el recogimiento habitual y el dominio de la mirada. Así entrenado, el corazón se abre de modo espontáneo a la excelencia de la persona y siente la incitación de su misterio.