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domingo, 20 de enero de 2013

20 años sin Audrey


De origen anglo-holandés, hija de la Baronesa Ella van Heenstra y Joseph Victor Henry Ruston, un financiero irlandés. Vivió sus primeros años en Holanda, pero tras el divorcio de sus padres en 1938 se trasladó a Londres. Allí estudiará danza y arte dramático en la Marie Rambert School

Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, tuvo que regresar a Holanda pero con el fin del conflicto vuelve a tierras británicas donde comienza a trabajar como modelo y poco después como actriz teatral. 

Su primer contacto con el cine (1948) le sirvió para adquirir experiencia y para poder presentarse con éxito en Broadway. Antes de triunfar en el mercado norteamericano con la Paramount, rodó un mínimo de seis películas en Inglaterra y ya en 1952 William Wyler le ofreció protagonizar la deliciosa comedia Vacaciones en Roma, cinta que la convirtió en una verdadera estrella. Gracias a esta película obtuvo su primer Oscar como mejor actriz y, lo que es más importante, conquistó al público americano por su belleza y elegancia. 

Su largo currículum cinematográfico destaca por la calidad de películas como Desayuno con diamantes (1961, de Blake Edwards), Charada (1963, de Stanley Donen), Sola en la oscuridad (1967, de Terence Young). En un registro más dramático, Historia de una monja (1959, de Fred Zinneman). 

En 1954 se casó con el actor Mel Ferrer, con quien tuvo a su hijo Sean, y del que se divorció en 1968. Un año después volvió a casarse, esta vez con el doctor Andrea Dotti, un matrimonio que duraría hasta 1976 y del que nacería su segundo hijo Luca Andrea
Sus últimos años los pasó acompañada de Robert Wolders.





Estuvo nominada al Oscar como mejor actriz en cuatro ocasiones más, por Sabrina en 1954, Historia de una monja en 1959, Desayuno con diamantes en 1961 y por Sola en la oscuridad en 1967. Fué esta última película la que marcó su retirada de la gran pantalla a la que regresaría juanto a Sean Connery en 1976 para rodar Robin y Marian.

Pero no sólo serían los galardones norteamericanos los que formalizarán la reconocida calidad de Audrey, de hecho en 1958 logró el premio a la mejor actriz en el Festival de San Sebastián y el Bafta Británico en la misma categoría por Historia de una monja (Repetiría este premio en 1963 por Charada). 

También protagonizó inolvidables musicales, como Funny face, junto a Fred Astaire. Pero sobre todo, merece mención especial My Fair lady, basada en la obra Pigmalión de  George Bernard Shaw, junto a Rex Harrisson, dirigidos por George Cukor en 1964.

En Somalia, 1992
Desde que fue nombrada en 1988 embajadora de UNICEF, Audrey Hepburn se dedicó por completo a su labor humanitaria (sólo hemos de recordar que la actriz viajó a Somalia poco tiempo antes de que le diagnosticaran el cáncer de colon que acabó con su vida). 

En 1993, meses después de su muerte, la Academia de las Artes y Ciencias cinematográficas de Hollywood le concedió un Oscar humanitario Jean Hersholt por su labor como embajadora permanente de UNICEF

Ella aportó al cine un encanto nuevo. Su elegancia traspasó la pantalla convirténdose en icono de moda. Además aportó, bajo su aparente fragilidad, una voluntad de hierro y una inteligencia que le permitieron mantener el brillo y encanto de la juventud.

Audrey Hepburn y George Peppard. Desayuno con diamantes, (1961). Blake Edwards.
A pesar del paso del tiempo, no han sido pocos los diseñadores que se han inspirado en ella para sus creaciones. Míticos fueron los diseños creados por Edith Head para ella en muchas de sus películas. Como también lo fueron los de Hubert de Givenchy, con quien mantuvo una buena amistad.  Pero también lució como nadie los modelos de Saint Laurent y Valentino.
Su imagen elegante y distinguida, se alejaba de la exhuberancia de las actrices tan de moda en los 50, como Marilyn, y no por ello dajó de ser hiper femenina.

Givenchy vistiendo a Audrey Hepburn
Encantadora la vemos en Love in the afternoon (1957), junto a Maurice Chevalier y Gary Cooper.
Por muchos años que pasen, la estela de Audrey siempre permanece.




Como Eliza Doolittle en My fair lady

sábado, 21 de abril de 2012

Más claro, agua.

Suelo traer al blog testimonios de personajes conocidos que no se avergüenzan de hablar de su Fe en Dios. Son experiencias que a todos  nos ayuda conocer, máxime cuando se trata de auténticas conversiones. Es el misterio de la gracia de Dios y de la correspondencia del hombre.

Eduardo Verástegui es uno de los que no se cansan de hablar de ello. Por eso dejo aquí uno de los últimos vídeos que he visto donde habla de su conversión, y el tráiler de la película Cristiada, recién estrenada en España. Si Verástegui nos sorprendió  a todos con BellaCristiada, sobre el conflicto armado de los "Cristeros" que vivió Méjico en el trienio del 26 al 29 del siglo pasado, no dejará indiferente. En ella, Verástegui interpreta al hoy beato Anacleto González Flores, laico que luchó por su fe y la libertad de la Iglesia Católica en Méjico.



Y ya que es sábado, día dedicado a la Virgen María, qué mejor que esta imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, patrona de Méjico y Emperatriz de América.

El Padre Eterno pintando a la Virgen de Guadalupe,
óleo sobre tela, autor desconocido, siglo XVIII.
Museo de la Basílica de Guadalupe, Ciudad de México.


jueves, 24 de marzo de 2011

Encontrarás dragones. Una crítica

El escándalo del perdón

Por Juan Orellana en www.alfayomega.es

Roland Joffé, consagrado por películas como La Misión, Los gritos del silencio, Vatel o La ciudad de la alegría, estrena su última gran producción, ambientada en la Guerra Civil española y con san Josemaría Escrivá como uno de sus personajes principales. Ambos elementos, en manos de este guionista y director londinense, que no es creyente ni español, hacen del film una propuesta interesante, singular y desde luego atípica.


El argumento entrelaza dos historias: una real, relativa a la juventud de Josemaría, y la creación del primer grupo de amigos que dieron lugar al Opus Dei; la otra, ficticia, sobre un supuesto amigo de la infancia de Escrivá, Manolo, que pierde su fe, abandona el seminario y se infiltra como espía nacional en el bando republicano. Ambas historias discurren en paralelo, cruzándose en determinados momentos. La trama de Manolo llega hasta 2002. Su hijo Robert, periodista, prepara un reportaje por la inminente canonización de Escrivá. Descubre que su padre fue amigo del Beato Josemaría, y acude a él, ya enfermo y anciano, para obtener información. Entre ellos late un profundo desafecto. Hace ocho años que no se hablan. Este desencuentro es el nudo gordiano de un film que gira sobre la cuestión del perdón y la reconciliación.
De hecho, son el perdón y la reconciliación las categorías que más subraya el film de la figura de Escrivá de Balaguer en los años de la guerra. Nunca se posiciona contra los milicianos, ni a favor de la venganza ante el asesinato de un sacerdote amigo suyo. Ni siquiera juzga a los que le agreden e insultan en el Metro de Madrid. Siempre trata de ponerse en la posición del otro, entenderle, y finalmente amarle y perdonarle, actitud que a menudo va a despertar la incomprensión e indignación de los suyos.
Este testimonio de paz en medio de la guerra es mostrado siempre como consecuencia de una mirada de fe.


Es interesante ver cómo el agnóstico Joffé presenta el cristianismo en el mundo contemporáneo de forma atractiva y a la vez sencilla. No se puede decir que el film sea un biopic al uso, sobre san Josemaría -además, muchas cosas son pura ficción-, sino que más bien se trata de una indagación sobre la santidad y un testimonio de la excepcionalidad del cristianismo. Aún menos puede decirse que la película trate sobre el Opus Dei, aunque se señalan con nitidez algunas de sus características principales: su modalidad laical, la valoración vocacional de la vida cotidiana y la santificación en el trabajo, mostrada a través de una visión mística que tuvo el santo y que quizá no encaja demasiado en la narración fílmica.

El reencuentro paterno-filial es quizás lo menos original. Lo que sí tiene de particular es que se presenta como efecto a posteriori de la obra de Escrivá sobre su amigo Manolo, treinta años después del fallecimiento del santo. Y sobre este fallecimiento hay que decir que el film nos lo cuenta en el arranque de una forma visualmente impactante y sugerente.

Estamos ante una película que reflexiona sobre la dualidad humana, aunque no en un sentido maniqueo. El camino del bien y del mal se entrelazan de forma misteriosa, vertiginosa; todos los personajes llevan dentro el deseo de bien y la tentación del rencor: Encontrarás dragones es el anuncio de esta paradoja. Pero al final vence el bien. El perdón es la bisagra que permite que el camino del amor inunde el camino del mal.

Lo discutible

Algunas escenas tienen una altura dramática notable, como la del asesinato del padre Lázaro, el ocultamiento de Escrivá en una bodeguilla, o la escena de la confesión, en el parque zoológico. El tratamiento de la guerra civil es lo más discutible, no sólo por su falta de contexto o por su inverosímil e inexacta recreación del frente de Madrid, sino sobre todo por la glorificación del idealismo frentepopulista y su caricaturización de los nacionales, cínicos y ávidos de poder. Una opción lógica en un director que flirteó con el trostkismo, pero inaceptable para cualquier historiador que haga una lectura justa de la guerra.

La película cuenta con un reparto muy heterogéneo. Josemaría está muy bien representado por el poco conocido Charlie Cox, así como Wes Bentley en el papel de Manolo o Dougray Scott como Robert. La presencia española más importante es la de Unax Ugalde, que interpreta a Pedro, uno de los amigos de Escrivá. Jordi Mollá y Ana Torrent, los padres del santo, han quedado con poco papel en el montaje final, que ha tenido que reducir las secuencias de la infancia por razones de equilibrio dramático y de metraje. Hay otros secundarios llenos de interés, como Honorio el chocolatero, un auténtico educador; o la novia de Robert, que como la protagonista de Love Story, gasta su energía en conseguir la reconciliación de su novio con su padre.

Aunque el film no llega a la altura y redondez de La Misión, su diseño de producción y la dirección artística son espectaculares. Eugenio Zanetti, ganador de un Óscar por Restauración, ha hecho un trabajo deslumbrante. También la diseñadora de vestuario Yvonne Blake tiene un Óscar en su haber. La fotografía del mejicano Gabriel Beristain es también meticulosa y manierista.


sábado, 5 de marzo de 2011

De dioses y hombres recibe el César


El pasado 25 de febrero se celebró en París la ceremonia de la 36 edición de los Premios César del cine francés. La película De dioses y hombres ha sido galardonada con el César al mejor film.
Michael Lonsdale recibió el premio al mejor actor secundario por su interpretación del monje Luc en el filme de Xavier Beauvois.

Me pregunto si una película de temática religiosa rodada en España con tanto rigor y respeto y con actores españoles, sería premiada por la ahora "descabezada" Academia del Cine. Es más ¿se habría rodado aquí una película sobre unos frailes católicos muertos por no renegar de se fe a manos de yihadistas islámicos en el Atlas argelino?

Sin duda, es una buena noticia que la laica Francia no tenga reparos en premiar arte que refleja la realidad espiritual con tanta veracidad.

martes, 18 de enero de 2011

There be dragons se estrena en primavera

There be Dragons (de la antigua expresión cartográfica Here be Dragons - Hic sunt dracones) es un drama histórico escrito y dirigido por el director británico Roland Joffé, conocido por títulos como La Misión y Los Gritos del Silencio.

La película, habla de la investigación que Robert, periodista inglés, está realizando sobre una serie de acontecimientos acaecidos durante la Guerra Civil Española que tuvieron como protagonistas a su propio padre y a un joven sacerdote, Josemaría Escrivá (fundador del Opus Dei). A través del relato de su padre, Robert va a descubrir una terrible historia de traición, celos y muerte, pero también de redención, perdón y la búsqueda del sentido de la vida con el terrible trasfondo que supuso la guerra de un país enfrentado entre sí.

El estreno de esta historia épica está previsto para la primavera de 2011.

miércoles, 27 de octubre de 2010

Vivir para siempre


Fuente: aceprensa.com

Formado en la London Film School, Gustavo Ron (Madrid, 1972) debutó en 2006 con Mía Sarah, la última película de Fernando Fernán Gómez. En su segundo largometraje, rodado en inglés, ha pulido su estilo con un toque indie, fresco y desenfadado, característico de grandes tragicomedias recientes, como Pequeña Miss Sunshine o Juno.

A partir de la novela Ways to Live Forever (titulada en español Esto no es justo), de la inglesa Sally Nicholls, el guión del propio Ron relata las andanzas de Sam, un vitalista e imaginativo niño inglés de once años, que padece una grave leucemia, y al que los médicos ya han puesto fecha de caducidad. Sus padres y su hermano pequeño no saben muy bien qué hacer; pero Sam no pierde el ánimo, y escribe un diario y filma vídeos sobre sus vivencias cotidianas, con la ayuda de su abuela, de otro chaval con leucemia, de la terapeuta de ambos y de una chica que le gusta. En ese material, Sam y su amigo intentan encontrar respuestas a las grandes preguntas mientras disfrutan de la vida, convirtiendo en una aventura cada uno de los pocos momentos que les quedan, pues es muy larga su lista de cosas que hacer antes de morir.

Como en Mía Sarah, destacan la música (César Benito), el montaje (Juan Sánchez), la fotografía (Miguel P. Gilaberte) y las interpretaciones, especialmente las de los jovencísimos Robbie Kay y Alex Etel, que a pesar del estirón que ha dado conserva la inocencia y el carisma que mostró en el papel protagonista de Millones. Por su parte, la hipnótica puesta en escena permite el salto fluido de la comedia más hilarante al drama contenido, y de éste a la tragedia, con momentos de enorme emotividad.


Algunos quizá encuentren la película demasiado sentimental, pero otros agradecerán que ponga toda la carne en el asador cuando quiere hacer reír o llorar. Además, Vivir para siempre nunca se queda en los sentimientos: desarrolla una profunda reflexión, de clara inspiración cristiana, sobre el sentido de la vida, la muerte y el sufrimiento, así como una reivindicación de la alegría de vivir en las antípodas del hedonismo materialista y una exaltación de la familia como núcleo de solidaridad. En este sentido, cabe destacar el arco dramático del personaje del padre, desde su incómoda pasividad inicial hasta el conmovedor desenlace.

Guión: Gustavo Ron. Intérpretes: Robbie Kay, Alex Etel, Ben Chaplin, Ella Purnell, Emilia Fox, Greta Scacchi. 90 min.

Firmado por Jerónimo José Martín

sábado, 23 de octubre de 2010

Entrevista a Jim Caviezel

Por su interés, reproduzco la entrevista a Jim Caviezel publicada en el diario La Gaceta.

El norteamericano presenta en Madrid 'La verdad de Soraya M.', cruda película sobre una lapidación. Una vez más, habla sin tapujos sobre su fe, el catolicismo y la verdad.
Jerónimo José Martín y B. Ester Casas.

El actor norteamericano de 42 años, conocido en medio mundo por haber hecho de Jesucristo en La Pasión de Cristo (Mel Gibson, 2004), ha estado en Madrid presentando una película tan interesante corno necesaria. Se trata de una historia sobre un pueblo de fanáticos islámicos que acabó lapidando a una mujer en 1990 y de cómo contó la historia al mundo un periodista al que él da vida. Aunque su interpretación es breve, el actor no pudo rechazar un proyecto sobre una terrible situación que, lamentablemente, cada cierto tiempo vuelve a ser actualidad. `La verdad de Soraya M.' muestra dos caras del islam: una sinceramente piadosa y tolerante, y otra fanática y manipuladora.

-¿Le ha interesado este enfoque, aplicable a tantas religiones?

-Me crié en un ambiente donde algunos utilizaban la religión para manipular. Y rechacé aquella versión falseada, esa hipocresía, que me obligó a abandonar la reliligión católica y a tomar mis decisiones al margen de cualquier creencia. Una religión sin amor no se puede seguir. Siempre he pensado así. La religión debe ser vivida con coherencia, si no, la gente la abandona por la manipulación de las ideas. He tratado con personas de diferentes religiones, y en todas sucede lo mismo.

-¿Y cómo volvió al a práctica religiosa?

-Retorné al catolicismo cuando me di cuenta de que la religión es responsabilidad de cada individuo, que no puede pensar que todos los creyentes son como las personas que dan mal ejemplo. Y este juicio erróneo se puede plantear también respecto a la política o la enseñanza. Que haya algunos maestros o políticos manipuladores no significa que lo hagan todos. En el ámbito de la religión, a veces los sacerdotes, ministros o rabinos no son ejemplares; pero, otras veces, el problema está en los mismos creyentes. Incluso, algunas personas están manipulando a los demás sin ser conscientes de ello. En todo caso, me ayudó mucho encontrarme con otras personas sinceramente religiosas -como la Madre Teresa de Calcuta-, que sólo buscan ofrecer de manera desinteresada su amor a los demás.

-¿Cómo vive su fe en Hollywood?

-Algunos creyentes se sorprenden de que yo trabaje en Hollywood. Suelo preguntarles: "¿Tú no crees en Dios?" "¿Tú no crees que si vives una vida cara a Dios, la gente puede cambiar a tu alrededor?". Esto sería bueno para ti. Si no eres consciente de esta posibilidad, deberías considerarla. Ahora, miro dentro de mí, busco a Cristo en mí y trato de hacer las cosas bien en mi casa, con mi familia. Me siento mejor y me resulta más fácil hacer todo, desde lo más sencillo hasta lo más costoso. Y estoy más atento a las cosas pequeñas, a cuidar los detalles de amor. No se trata de hacer grandes cosas. Por ejemplo, cuando estoy con mis hijos, simplemente acompañándoles, puede parecer que estoy perdiendo el tiempo; pero realmente estoy haciendo algo grande, porque mis hijos me necesitan. Es tan simple como esto.

-Su interpretación de Jesús en 'La Pasión de Cristo', de Mel Gibson, ¿ha perjudicado a su carrera en Hollywood?

-Ciertamente, haber protagonizado La Pasión de Cristo ha influido negativamente en mi carrera como actor. Hubo muchos malentendidos en torno a esa película, como, por ejemplo, que había comentarios antisemitas. Mel Gibson me advirtió que esto pasaría. Pero no conozco a muchos actores que hayan rechazado un papel así en una película dirigida por Mel Gibson. Después de hacer Braveheart, me dijo que tenía una nueva película con un excelente guión inspirado en los Evangelios. No pude decir que no y asumí la responsabilidad de mi decisión. Sabía que la película sería muy criticada porque el personaje es odiado por algunos, algo que no ha cambiado mucho en los últimos 2.000 años.

-¿Llegó a dudar sobre hacerla?

-No, no habría podido negarme. ¿Podía influir negativamente a mi carrera? Quizás. ¿Me traería problemas? Tal vez. Pero yo sé cuál es la verdad, tengo esa suerte. Cómo iba a rechazar una película que me iba a acercar más a ella. Sólo puedo estar orgulloso y agradecido por haber hecho La Pasión de Cristo. Muchos amigos me decían que no la hiciera, pero sencillamente no pude rechazarla.

-Sin embargo, triunfó en medio mundo...

-Eso es lo bueno. En Estados Unidos tuvo mucho éxito, también en España. En Navidad y en Semana se venden muchísimos DVD, sin embargo ¿por qué no se hacen más películas como ésta? Está claro que interesan, que tienen éxito, que siguen vendiendo, que hacen dinero... Pero desde la industria del cine se siguen rechazando proyectos como éste.

-¿Cómo le ayuda su religiosidad católica y, en concreto, su trato con Dios en su trabajo como actor?

-A menudo me viene a la cabeza aquella frase de Jesús antes de su Pasión: "Todo el que me conoce a mí, conoce la verdad". Y Pilatos le responde: "¿Qué es la verdad?". También busco la verdad como actor: ¿Dónde está? ¿Dónde está cuando yo estoy en el escenario o ante la cámara? ¿Cuál es la verdad de este personaje? ¿Cuál es la verdad del argumento? Buscar la verdad me ayuda a encontrar lo mejor de cada personaje, de cada situación, incluso cuando estoy tratando con propaganda manipuladora u otro tipo de mentiras.

-Eso no se lo han enseñado en las escuelas de interpretación...

-Pues no. Cuando era un joven actor, mis maestros me enseñaron cómo llorar en el escenario y conmover al público sin dejar de actuar. Por eso, cuando me preparaba para La Pasión de Cristo, algunos de esos sabios me decían: "¿Qué estás haciendo? No necesitas tener compasión hacia tal personaje". Y yo contesté: "Yo me siento como Jesús, quiero sentir lo que Él sintió". Algunos maestros afirman que no se debe sentir nada, que no hay que tolerar ningún sentimiento. Pero ese comportamiento es brutal. Ciertamente, la verdad dura, la verdad duele. Cuando un hombre tiene una pierna infectada, la pone en agua salada para que se le cure. Algunos dicen que en el escenario hay que representar el papel sin tomar parte en él. Eso no es verdad.

-¿Qué le diría a los católicos ya los provida, tantas veces perseguidos por su forma de entender la vida y de vivir la fe?

-Que en este mundo vale la pena sufrir por la verdad porque en el otro está la recompensa... Tenemos esa suerte. ¿Para qué tener miedo entonces? Yo les diría, sencillamente, que confíen.

domingo, 17 de octubre de 2010

La verdad de Soraya M

¿Provocador, reaccionario o valiente? Desde que Jim Caviezel protagonizase La Pasión, parece no decidido a no esconderse para proclamar la verdad a los 4 vientos. Aún a costa de críticas negativas e incomprensiones.

La verdad de Soraya M narra los hechos acaecidos en 1986 en una aldea iraní donde por casualidad aparece un periodista en busca de ayuda para arreglar una avería en su coche. Allí conoce a Zahra, que le hará partícipe de la injusta situación que vivió su sobrina por parte de su marido, sufriendo todo tipo de vejaciones, hasta su lapidación. Zahra pide al periodista franco-iraní, Freidoune Sahebjam, que cuente al mundo la tremenda situación que aún hoy siguen siguen sufriendo las mujeres de ese país a causa de la ley islámica de la "Sharia".

Caviezel, afirma que sólo puede hacer cine basado en la verdad, y que esta denuncia debía llevarla a la gran pantalla. En las diferentes entrevistas que ha realizado con motivo de la presentación del film en España, demuestra su valentía para hablar claro y no ocultar su condición de cristiano:



La verdad de Soraya M, fue rodada en 2008, pero no ha sido hasta el 15 de octubre de 2010 que se ha estrenado en España. 


La polémica está servida. Por cierto: ¿alguien ha visto a la Ministra de Igualdad en el estreno? ¿Y a la Pajín? ¿Iría la vice a ver esta película para celebrar su santo (perdón, Mª Teresa, "su onomástica"?

miércoles, 19 de mayo de 2010

lunes, 12 de abril de 2010

Jesucristo en el cine

Es uno de los últimos libros que he leído y me ha gustado  mucho.
Os invito a ver este entrevista a su autor:



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sábado, 6 de febrero de 2010

Invisibles


Lo esencial es invisible a los ojos del necio.
Así resumo esta película, El erizo, basada en la novela La elegancia del erizo, de Muriel Barbery.

Cuando me ha gustado mucho un libro, no suelo ver la versión cinematográfica, porque suele decepcionarme. Esta vez no ha sido así. También la película consigue reflejar la magia del hilo invisible que hace inevitable el encuentro entre personas sensibles y excepcionales.

Aún así, sigo recomendando la lectura de la novela.






viernes, 5 de febrero de 2010

As time goes by

Una canción de 1931, popularizada por el cine de Hollywood, y al mismo tiempo una reflexión sobre el relativismo y la relatividad a partir de la teoría de Einstein.

En 1931 una canción, As Time Goes By, logró estar veintiuna semanas en la lista de los mayores éxitos de Estados Unidos. Procedía de un recién estrenado musical de Broadway y la interpretaba Rudy Vallee, estrella de la radio, el musical, y el cine americanos, una especie de precursor de los Frank Sinatra o los Elvis Presley en la época de la gran depresión económica. Esta canción, con letra y música de Herman Hupfeld, que triunfó efímeramente hace setenta y cinco años, adquiriría después un rango más universal gracias al film Casablanca, en el que servía de hilo conductor al amor imposible de Rick e Ilsa, personajes a la medida de Humphrey Bogart e Ingrid Bergman. La continua difusión de la película a lo largo de seis décadas contribuyó también a la popularidad del tema musical, grabado además por infinidad de intérpretes.

Sin embargo, la Warner Bros omitió en Casablanca la letra introductoria de As Time Goes By, quizás para no distraer de la tensión dramática originada por la interpretación del inolvidable pianista Sam (Dooley Wilson) o simplemente por no querer detenerse a reflexionar sobre una letra que en cierta medida es reflejo de la inseguridad que flotaba en el aire en 1931, tanto en Estados Unidos como en Europa, tanto en el ámbito interno como en el internacional. Y es que realmente el mundo era realmente más alegre y confiado antes de 1914, orgulloso como nunca de los progresos de la ciencia y la técnica. Era la época de la segunda globalización, marcada por la ascensión de los imperios coloniales, en la que ni la carrera de armamentos ni las frecuentes crisis internacionales terminaban por inquietar a quienes desayunaban rutinariamente con aquellas noticias de prensa.

En cambio, en 1931 las cosas eran muy diferentes: había miedo a que se repitiera una guerra –por no decir una carnicería- de alcance mundial; había miedo a las revoluciones, a los nacionalismos agresivos, a la pobreza, al paro indefinido... Por lo demás, la gente estaba asistiendo a aquellas alturas del siglo XX a cambios vertiginosos y se echaban de menos asideros a los que sujetarse como en tiempos pasados. El azar y lo relativo irrumpían con fuerza en las conciencias, tal y como sucede en estos inicios del siglo XXI, aunque había una diferencia sustancial: en 1931 brotaban temores y presagios ante peligros más o menos cercanos, y actualmente muchos quieren creer que vivimos en el mejor de los mundos posibles, un mundo de autosatisfacción y barroquismos sin contenidos.

Con todo, Herman Hupfeld, el autor de As Time Goes By, desconfiaba de las novedades de aquel momento, pues denunciaba en la letra que las novedades aceleradas le causaban aprensión, que el progreso técnico le inquietaba y hasta la posibilidad de una cuarta dimensión; y terminaba por hacer responsable de su desasosiego a la teoría de Einstein a la que calificaba de “trifle weary”, una bagatela fastidiosa. Seguramente Hupfeld confundía –como algunos siguen haciendo hoy- la relatividad con el relativismo moral, un malentendido que Einstein trató de aclarar inútilmente toda su vida. Desde luego, no era un relativista quien afirmaba que Dios no juega a los dados, quien se rebelaba contra la pretensión de considerar que la realidad última no es necesariamente el resultado de causas exactas y que vivimos en un mundo en que lo impredecible –lo incausado- sucede constantemente. Tampoco estaba de acuerdo Einstein con quienes afirmaban que la realidad sólo existe cuando tenemos contacto con ella o, incluso, que somos nosotros los que hacemos que aparezca. De ahí hay un paso para proclamar que cada “cuerpo” sirve para llenar el universo, y tampoco es extraño que en aquella época de entreguerras Paul Valéry se refiriera a la “civilización de los solos”, a la que, por cierto, su esteticismo le hacía pertenecer. Pero la mentalidad relativista ha calado profundamente entre las masas y los individuos, y ha supuesto que nadie quiera escuchar a oráculos que prediquen responsabilidades, que hablen de los posibles efectos de nuestras acciones y nos aporten prueban concluyentes porque el mero hecho de prestarles oídos se considera como una restricción de nuestra capacidad de elegir. Conviven paradójicamente los dogmas de que somos prisioneros del destino y de que nuestra libertad carece de límites.

Frente a las incertidumbres del futuro y el relativismo arrollador, Herman Hupfeld se aferraba en su canción a la existencia de algo permanente, que entonces acaso no se considerara tan relativo: el amor entre un hombre y una mujer, una historia tan vieja y nueva como el mundo, en la que todo es más sencillo que todas las teorías alambicadas: “A kiss is just a kiss, a sigh is just a sigh”.

* Por Antonio R. Rubio Plo
Historiador y analista de relaciones internacionales


"As Time Goes By"

[This day and age we're living in
Gives cause for apprehension
With speed and new invention
And things like fourth dimension.
Yet we get a trifle weary
With Mr. Einstein's theory.
So we must get down to earth at times
Relax relieve the tension
And no matter what the progress
Or what may yet be proved
The simple facts of life are such
They cannot be removed.]
You must remember this
A kiss is just a kiss, a sigh is just a sigh.
The fundamental things apply
As time goes by.
And when two lovers woo
They still say, "I love you."
On that you can rely
No matter what the future brings
As time goes by.
Moonlight and love songs
Never out of date.
Hearts full of passion
Jealousy and hate.
Woman needs man
And man must have his mate
That no one can deny.
It's still the same old story
A fight for love and glory
A case of do or die.
The world will always welcome lovers
As time goes by.
Oh yes, the world will always welcome lovers
As time goes by.

Herman Hupfeld

© 1931 Warner Bros. Music Corporation, ASCAP