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miércoles, 27 de mayo de 2015

De un abril



Otra vez huele el bosque,
se ciernen las alondras, elevándose
con el cielo, que estaba pesado en nuestros hombros;
cierto es que se veía por las ramas el día
qué vacío que estaba;
pero tras de lluviosas tardes largas
vienen las horas nuevas,
soleadas de oro,
huyendo de las cuales, en fachadas lejanas,
todas las desgarradas
ventanas temerosas agitan sus batientes.
Luego se hace la calma. Hasta la lluvia
cae más queda en el brillo de la piedra, que en paz 
se ensombrece. Los ruidos enteros se agazapan en 
los fúlgidos brotes de las yemas. 

Rainer María Rilke. El libro de las imágenes (1902-1906).


sábado, 25 de mayo de 2013

Encanto

Eugene Ernest Hillemacher: Oración de la noche.

A menudo veo el cuarto de intimidad animado,
con vivacidad cuentan las paredes;
una amable muchacha, medio niña aún, alza
las manos hacia el cuadro de María.

 
Theodore N. Lukits: Contemplación.

Un chico aplicado está junto al padre,
que mucho ha aportado para la casa.
Se disponen a rezar la oración angélica,
y la madre da un descanso a la rueda de hilar.

 
Evert Pieters (1856-1932): Enseñando a rezar.

Me parece entonces que los ojos se humedecen,
hasta los de la Virgen en el marco.
Escucho: en la voz de bajo del padre
suena propicio el Amén.

Rainer María Rilke

Johann Georg Meyer von Bremen (1813-1886): Niña recitando sus oraciones.
William Henry Gore, 1927.
William Holman Hunt: Oración de mañana, 1859.

miércoles, 16 de enero de 2013

En la vieja casa



En la vieja casa, libre ante mí 
diviso Praga entera a la redonda;
al fondo, silencioso y quedo el paso, 
pasa de largo la hora honda del crepúsculo. 

La ciudad se desvanece como detrás de una luna. 
Alta sólo, al modo de un gigante empenachado, 
se alza ante mí la cúpula verdosa 
de la Torre de San Nicolás. 

Ya parpadea aquí y allá una luz 
lejana sobre el denso fragor ciudadano.
Para mí es como si en la vieja casa 
ahora una voz me dijera “Amén”.

Rainer María Rilke.
Ofrenda a los lares, 1895.