Ana, profesora de Educación Física en un colegio público de Jerez y atleta desde niña, descubrió su vocación al Opus Dei a través del deporte. Ha aprendido que en la vida también hay que luchar con deportividad por alcanzar una meta, el Cielo.
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domingo, 18 de agosto de 2013
martes, 5 de enero de 2010
Abiertos a la verdad

"Lo que maravilla en la actitud de los Magos,es que se postraron en adoración ante un simple niño en brazos de su madre, no en el marco de un palacio real, sino en la pobreza de una cabaña en Belén (cfr. Mt 2, 11). ¿Cómo fue posible? ¿Qué convenció a los Magos de que aquel niño era "el rey de los judíos" y el rey de los pueblos? Ciertamente los persuadió la señal de la estrella, que habían visto "al salir", y que se había parado precisamente encima de donde estaba el Niño (cfr. Mt 2, 9). Pero tampoco habría bastado la estrella, si los Magos no hubieran sido personas íntimamente abiertas a la verdad. A diferencia del rey Herodes, obsesionado por sus deseos de poder y riqueza, los Magos se pusieron en camino hacia la meta de su búsqueda, y cuando la encontraron, aunque eran hombres cultos, se comportaron como los pastores de Belén: reconocieron la señal y adoraron al Niño, ofreciéndole los dones preciosos y simbólicos que habían llevado consigo."
(Benedicto XVI, Homilía en la solemnidad de la Epifanía, 6-I-2007)
domingo, 9 de agosto de 2009
La coherencia de un hombre público
Vivío a caballo entre los siglos XV y XVI, pero en la situación político-social que le tocó vivir podrían verse reflejados muchos hombres públicos de hoy en día.
Tomás Moro, de un profunda formación humanista y arraigada vida de piedad, fue nombrado por Enrique VIII "Lord Canciller". Además de contar con la amistad personal del monarca. Amistad que le llevó preso a la Torre de Londres, y de ahí al martirio.
Tomás Moro, de un profunda formación humanista y arraigada vida de piedad, fue nombrado por Enrique VIII "Lord Canciller". Además de contar con la amistad personal del monarca. Amistad que le llevó preso a la Torre de Londres, y de ahí al martirio.
Tomás Moro no cedió a las pretendiones del rey de querer divorciarse de Catalina de Aragón; y se negó a firmar el Acta de Sucesión y Supremacía por la que el rey se proclamaba cabeza de la Iglesia Anglicana. Por esta alta traición fue llevado a presidio y condenado a muerte.
Durante su presidio, varios emisarios -como su hija Meg o su mujer- fueron enviados para animarle a ceder ante el rey. Él siempre se negó a renunciar a su fe y ser desleal con Dios, aún cuando esta decisión le costase la vida.
No perdió el tiempo durante sus últimos días, manteniendo correspondencia con su hija Meg, con quien tenía gran confianza.
Finalmente, fue decapitado en 1535. Dirigió estas palabras a los que allí se encontraban presentes: "El buen servidor del rey, pero primero Dios"
En 1966 Fred Zinnemann dirige una película sobre su vida: Un hombre para la eternidad, que refleja muy bien la personalidad de este hombre santo, que nunca perdió el sentido del humor, aún a un paso de la muerte.
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