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sábado, 17 de marzo de 2012

Sin... vergüenza

Entre la mucha gente políticamente incorrecta, valiente y desvergonzada (en el buen sentido de la palabra) que tengo el gusto de ir conociendo a lo largo de mi vida (aunque sea virtualmente), se encuentra María Vallejo-Nágera. Ya he tenido ocasión de hablar de ella y de sus libros en el blog. Exquisita, educada y sin pelos en la lengua. Me gusta por su descaro para hablar de Dios, y de su Madre, y de todas las personas y cosas importantes que otros nos saben ver.
Hace unos días leí su columna en la revista Misión, y no me resisto a traerla aquí.

Proclamando a Cristo, proclamando mi fe 
NO HAY que tener vergüenza de amar y hablar de Cristo, querido lector. Ni siquiera en las situaciones mís extrañas... También a mí me tiemblan las piernas en algunas ocasiones, pero por pura gracia de Dios saco fuerzas y me tiro al ruedo. ¡Y me llevo cada santa sorpresa! Lea y asómbrese de lo que me pasó al respecto hace tan solo un mes durante un viaje a la ciudad de Nueva York: 

Mientras esperaba junto a dos muchachos la llegada del ascensor en el piso 59 de un hotel, caí en la cuenta de que uno de ellos me era familiar. Se trataba del joven nominado a varios Óscares Mark Wahlberg, modelo, actor y productor de películas tan taquilleras como El planeta de los simios, La tormenta perfecta o Boogie nights. Como soy amante del cine, había leído artículos sobre su persona y, tristemente, sabía que este joven tan admirado por millones de fans había tenido un pasado muy turbio. Había sido procesado 25 veces por delitos como hurtos, adicción a la cocaína, violencia racista, tentativa de asesinato y hasta por propinar una salvaje paliza a un joven vietnamita, a quien dejó tuerto. Fue encarcelado y cumplió una seria condena. Sin embargo, también oí que, por pura gracia de Dios, había experimentado últimamente un "leve" acercamiento a Dios, y que había hecho declaraciones muy hermosas: "Nada deseo más que encontrarme con aquel a quien dejé tuerto, pedirle perdón... Solo cuando comencé a hacer el bien al prójimo, pude empezar a vivir en paz. Estoy conociendo poco a poco a Jesús...". Y, entonces, envalentonada por este recuerdo, me lancé... ¡Pero qué vergüenza me daba! "Va a pensar que estoy chalada...", me dije.

"Hola Mark. Mira, soy...", dije. No me pregunte cómo, querido lector, pero en un minuto le había hablado de mi conversión, de mi amor por Cristo, y le animaba a seguirle para vivir centrado en su paz. ¡Y antes de que ambos nos quisiéramos dar cuenta, ya éramos amigos! Me hizo muchas preguntas sobre mi fe bajando en ese ascensor... Justo antes de perdernos de vista para siempre (al llegar a la planta baja), en un impulso inexplicable, me quité el rosario que siempre llevo al cuello y se lo colgué. Me miró lleno de asombro... "¡Qué bonito!", exclamó. "Es un arma contra el diablo", dije. "El elemento de oración más hermoso que nos ha regalado nuestra Madre del Cielo. Aprende a rezarlo y vivirás bajo su protección." "¡Muchísimas gracias!", dijo, dándome un abrazo. "Adiós, María; seguiremos en contacto".

Eso fue todo, querido lector. Me pidió una tarjeta y le perdí entre la gente del hotel. 
Cómo iba a imaginar que ayer mismo iba a recibir una llamada desde Los Ángeles: "Doña María, perdone que la moleste. Soy el agente del señor Walhberg. Ha estropeado el rosario que usted le regaló por exceso de uso... Lo llevaba siempre al cuello y oraba con él. Está desolado y le ruega encarecidamente que le envíe otro lo antes posible. Le atrae mucho su poderosa intercesión. ¡Considera que usted le ha ayudado mucho con su ejemplo de fe y le agradece que le haya enseñado el poder del Santo Rosario! ¿Puede hacerle este favor?".  
¡Qué cosas, querido lector! Y yo, por temer que me considerara una chalada, casi ni me había atrevido a decirle nada...
Más info sobre Mark Wahlberg (en inglés): http://www.youtube.com/watch?v=cKAyExg_kJ0&sns=fb

www.mariavallejonagera.com


sábado, 25 de abril de 2009

Flores en el erial

Siempre me he preguntado que es lo que hace que las personas reaccionemos de modos tan diversos ante una misma situación. Lo vemos en los miembros de una misma familia. Los hijos, aún recibiendo la misma educación, viven y entienden la vida de modos distintos. Supongo que entra en juego la libertad individual.
También me admiro de este “riesgo” que Dios corre con nosotros, al hacernos libres para quererle o no.

Estoy leyendo Mala tierra, de María Vallejo- Nágera, cuya protagonista, Anne Sophie, sufrió desde su más tierna infancia todo tipo de vejaciones, abusos sexuales, y maltrato físico y psíquico por parte de sus padres, hermanos y vecinos. A pesar de su durísma infancia, ha sabido sobreponerse a todos esos escabrosos episodios y en la actualidad dedica su vida, como religiosa a la defensa de la familia y el no nacido.

¿Qué será lo que hace que las mismas desgracias que a unos llevan al suicidio, a la drogadicción, al alcoholismo, al crimen; lleven a otros a intentar perdonar, a aprender a amar, a dar su vida por los demás?

¿Qué es lo que hace que una vida de fruto a pesar de crecer rodeada de odio?

Sin duda, pueden crecer flores en un erial.