Mostrando entradas con la etiqueta Pintura. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Pintura. Mostrar todas las entradas

domingo, 6 de abril de 2014

Ahí va la loca soñando

Nicolae Vermont (1866–1932): Soñando

Dicen que no hablan las plantas, ni las fuentes, ni los pájaros, 
ni el onda con sus rumores, ni con su brillo los astros, 
lo dicen, pero no es cierto, pues siempre cuando yo paso, 
de mí murmuran y exclaman:
 —Ahí va la loca soñando 
con la eterna primavera de la vida y de los campos,
y ya bien pronto, bien pronto, tendrá los cabellos canos, 
y ve temblando, aterida, que cubre la escarcha el prado. 


Nicolae Vermont (1886-1932): La ventana

Hay canas en mi cabeza, hay en los prados escarcha, 
mas yo prosigo soñando, pobre, incurable sonámbula, 
con la eterna primavera de la vida que se apaga 
y la perenne frescura de los campos y las almas, 
aunque los unos se agostan y aunque las otras se abrasan. 

Astros y fuentes y flores, no murmuréis de mis sueños, 
sin ellos, ¿cómo admiraros ni cómo vivir sin ellos? 

Rosalia de Castro (1837-1885), A orillas del Sar.

Ipolit Strâmbu (1871-1934): Visare

martes, 7 de mayo de 2013

Madre

Dorothea Sharp, (1874 – 1955): Madre e hijos en el lago Como.

Te digo, al llegar, madre
que tú eres como el mar;
que aunque las olas
de tus años se cambien y te muden,
siempre es igual tu sitio
al paso de mi alma.

Gavin Calf: Madre e hijo en Bretaña.
 
No es preciso medida
ni cálculo para el señalamiento
de ese cielo total;
el color, hora única,
la luz de tu poniente,
te sitúan,¡oh madre!,entre las olas,
conocida y eterna en su mudanza.

Juan Ramón Jiménez.


martes, 19 de marzo de 2013

José, un hombre corriente

Walter Rane: El taller de José.

Era José, decíamos, un artesano de Galilea, un hombre como tantos otros. Y ¿qué puede esperar de la vida un habitante de una aldea perdida, como era Nazaret? Sólo trabajo, todos los días, siempre con el mismo esfuerzo. Y, al acabar la jornada, una casa pobre y pequeña, para reponer las fuerzas y recomenzar al día siguiente la tarea (...). 


José era efectivamente un hombre corriente, en el que Dios se confió para obrar cosas grandes. Supo vivir, tal y como el Señor quería, todos y cada uno de los acontecimientos que compusieron su vida. Por eso, la Escritura Santa alaba a José, afirmando que era justo (Cfr. Mt I, 19.). Y, en el lenguaje hebreo, justo quiere decir piadoso, servidor irreprochable de Dios, cumplidor de la voluntad divina (Cfr. Gen VII, 1; XVIII, 23–32; Ez XVIII, 5 ss; Prv XII, 10.); otras veces significa bueno y caritativo con el prójimo (Cfr. Tob VII, 5; IX, 9.). En una palabra, el justo es el que ama a Dios y demuestra ese amor, cumpliendo sus mandamientos y orientando toda su vida en servicio de sus hermanos, los demás hombres. 

(San Josemaría, Es Cristo que pasa, 40).

viernes, 15 de febrero de 2013

¿Dónde están tus amigos?

Carl Heinrich Bloch, (1834-1890): Mofándose de Jesús.

Está para pronunciarse la sentencia. Pilatos se burla: ecce rex vester! (Ioh XIX,14). 
Los pontífices responden enfurecidos: no tenemos rey, sino a César (Ioh XIX,15). 
¡Señor!, ¿dónde están tus amigos?, ¿dónde, tus súbditos? Te han dejado. Es una desbandada que dura veinte siglos... Huimos todos de la Cruz, de tu Santa Cruz. 
Sangre, congoja, soledad y una insaciable hambre de almas... son el cortejo de tu realeza.

(San Josemaría, Vía crucis, I estación, 4)

sábado, 2 de febrero de 2013

Cántico de Simeón

He aquí, había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, y este hombre era justo y piadoso; esperaba la consolación de Israel, y el Espíritu Santo estaba sobre él. A él le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes que viera al Cristo del Señor. Movido por el Espíritu, entró en el templo; y cuando los padres trajeron al niño Jesús para hacer con él conforme a la costumbre de la ley, Simeón le tomó en sus brazos y bendijo a Dios diciendo:

Rembrandt: Presentación de Jesús en el templo.

Ahora, Señor, según tu promesa, 
puedes dejar a tu siervo irse en paz.
Porque mis ojos han visto a tu Salvador, 
a quien has presentado ante todos los pueblos:
luz para alumbrar a las naciones 
y gloria de tu pueblo Israel. 
  
(Lc 2, 25-32)

Aert de Gelder, (1645–1727): Cántico de Simeón.

domingo, 27 de enero de 2013

Hoy nació el genio

El 27 de enero de 1756 venía al mundo Johannes Chrysostomus Wolfgangus Theophilus Mozart, (Wolfy para los amigos). Así que no puedo dejar pasar esta fecha sin un recuerdo para uno de los más grandes de la historia de la música.





miércoles, 16 de enero de 2013

En la vieja casa



En la vieja casa, libre ante mí 
diviso Praga entera a la redonda;
al fondo, silencioso y quedo el paso, 
pasa de largo la hora honda del crepúsculo. 

La ciudad se desvanece como detrás de una luna. 
Alta sólo, al modo de un gigante empenachado, 
se alza ante mí la cúpula verdosa 
de la Torre de San Nicolás. 

Ya parpadea aquí y allá una luz 
lejana sobre el denso fragor ciudadano.
Para mí es como si en la vieja casa 
ahora una voz me dijera “Amén”.

Rainer María Rilke.
Ofrenda a los lares, 1895.

viernes, 21 de diciembre de 2012

Se acabó por fin

... El otoño, dando paso al invierno. Y como en algunos sitios no lo parece con 20º de media, nos refrescamos con estas imágenes: 




Francesc Masriera: Invierno, 1882 
Francois Kavel: Joven con estola de piel.
Giuseppe de Nittis: Paseo de invierno.
George Henry Boughton: Mujer en la nieve, 1896.
Vernon: Dama elegante con bolas de nieve.

viernes, 14 de diciembre de 2012

Cuando Tú me mirabas

Francisco Laporta Valor, (1850 – 1914): Rosa mística
 
Cuando tú me mirabas, 
su gracia en mí tus ojos imprimían; 
por eso me adamabas, 
y en eso merecían 
los míos adorar lo que en ti vían. 

Del Cántico espiritual de 
San Juan de la Cruz, 1542-1591.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Claude Monet

                                                          Tren en la nieve, 1875.

 En un nuevo aniversario del nacimiento del pintor impresionista Claude Monet, un recuerdo para su pintura:



En el Museo d'Orsay de París se celebra una exposicón sobre "El impresionismo y la moda", donde también se exponen obras de Monet.

domingo, 27 de mayo de 2012

Pentecostés

Juan Bautista Maíno. Pentecostés (1620-1625).
 Museo del Prado
“¡Ven, oh Santo Espíritu!: ilumina mi entendimiento, para conocer tus mandatos: fortalece mi corazón contra las insidias del enemigo: inflama mi voluntad… He oído tu voz, y no quiero endurecerme y resistir, diciendo: después…, mañana. Nunc coepi! ¡Ahora!, no vaya a ser que el mañana me falte. 

¡Oh, Espíritu de verdad y de sabiduría, Espíritu de entendimiento y de consejo, Espíritu de gozo y de paz!: quiero lo que quieras, quiero porque quieres, quiero como quieras, quiero cuando quieras….” 

(San Josemaría, abril de 1934)

Maíno. Pentecostés (detalle)

miércoles, 25 de abril de 2012

El regreso del hijo pródigo

(Fuente: Jesús de las Heras Muela - Ecclesia Digital)
Libro EL REGRESO DEL HIJO PRÓDIGO. Reflexiones ante un cuadro de Rembrandt" de Henri J. Nouwen, PPC, Madrid, 1993.
(Extracto del libro)


1. Rembrandt Harmenszoom von Rijn.

Rembrandt (1606- 1669), pintor holandés, es uno de los principales autores de toda la historia de la pintura. Es el maestro del claroscuro y uno de los más caracterizados pintores del barroco. Llevó una vida azarosa, inestable, conflictiva y dura. Se casó dos veces y, al final, vivió con una mujer que no era su esposa, tras graves problemas familiares. Un año antes de su muerte falleció su hijo Tito.

Estuvo arruinado en varias ocasiones. Un aspecto importante en su vida, en el ambiente permisivo de Amsterdam, fue su tolerancia religiosa -estuvo cerca de algunas sectas protestantes y fue muy proclive a los judíos, a quienes pintó en distintas ocasiones- y, al final de su días, vivió una sincera y quizás angustiada búsqueda de Dios.


Rembrant. El regreso del hijo pródigo (1669)
Hermitage Museum, San Petersburgo.

2. El cuadro "El regreso del hijo pródigo".

Es quizás su última obra, pintado al final de su vida, en el año 1669. Es una cuadro de grandes proporciones -2,50X2 metros-. En 1766 fue adquirido por la Zarina Catalina la Grande e instalado en la Residencia de los Zares en San Petesburgo, capital de la Rusia Zarista, en lo que hoy es el Museo Hermitage.

3. Descripción del cuadro.

El cuadro, pintado en esplendorosa técnica del claroscuro y del tenebrismo -rasgos definidores de la pintura barroca- representa dos grupos de personajes. A la derecha del cuadro, el abrazo entre un anciano y un joven harapiento, y a la izquierda, cuatro espectadores u observadores de la escena -dos hombres y dos mujeres-.

Destaca en el cuadro la luz centrada sobre el abrazo entre los protagonistas de la escena. También aparece iluminado uno de los cuatro espectadores, en el que surge en el extremo izquierdo.

La luz emana del anciano -el Padre de la parábola del hijo pródigo- y vuelve hacia él. Destaca también el juego de colores: la gran túnica roja del Padre, el traje roto en dorado del joven -el hijo pródigo- y el traje similar al del padre del espectador principal -el hijo mayor de la parábola-. El fondo es oscuro a fin de que resalte más la escena principal.

4. Algunos rasgos y simbolismos más acusados.

4.1. Los rostros y las miradas

Merece contemplarse con detenimiento el rostro del Padre, que se muestra íntegro, y los rostros de los dos hermanos, que sólo aparece en una de sus faces. La mirada del Padre aparece cansada, casi ciega, pero llena de gozo y de emoción contenidas. La cara del hijo menor trasluce anonadamiento y petición de perdón. El rostro del hermano mayor aparece resignado, escéptico y juez. El hijo mayor, correctamente ataviado, surge en el cuadro desde la distancia.

4.2. La fuerza del abrazo y de las manos del Padre

La centralidad del cuadro, el abrazo del reencuentro entre el Padre y el hijo menor, emana intimidad, cercanía, gozo, reconciliación, acogida. 


El Padre estrecha y acerca al hijo menor a su regazo y a su corazón y el hijo, harapiento y casi descalzo,  se deja acoger, abrazar y perdonar. El Padre impone con fuerza y con ternura las manos sobre su hijo menor. Son manos que acogen, que envuelven, que sanan -el simbolismo del gesto cristiano y religioso de la imposición de las manos.

4.3. Simbolismo e interpelación

El cuadro nos interpela acerca de nuestra propia vida cristiana en clave de hijo menor -¡tantas idas y venidas!, ¡tanto buscarnos sólo a nosotros mismos, raíz del pecado!, ¡tantas mediocridades y faltas!- y de hijo mayor -el que todo lo sabe, el perfecto, el bien ataviado, el responsable, el cumplidor, el irreprensible, el juez que también se busca sólo a sí mismo y está lleno de soberbia soterrada- que cada uno de nosotros podemos llevar encima y ser.

Nos llama y nos urge a ser el Padre de la parábola, en la acogida, en el perdón, en el amor, en la reconciliación plena y gozosa, sin pedir explicaciones, no exigir nada, sólo dando. El cuadro expresa el gozo inefable de la vuelta a casa, del regreso al hogar. ¡Yo soy casa de Dios! Todos y cada podemos ser mutuamente el Padre que acoge, perdona y ama.

5. Otras consideraciones sobre esta parábola.

5.1. La mejor de las parábolas. 
Es, sin duda, la bella y conocida de las parábolas del Evangelio. Es quizás la que mejor expresa quién es Dios y cómo es el hombre. Se encuentra el capítulo 15, versículos 11-32, del Evangelio de San Lucas.

5.2. Los cuatro símbolos que usa el Padre.

El anillo: signo de filiación, ahora reencontrada.
Las sandalias: signo de la libertad recuperada. En la cultura hebrea y antigua, los esclavos iban descalzos; los hombres libres, iban calzados con sandalias.
El traje nuevo: signo del cambio y de la reconciliación. Imprescindible para una vida nueva y para la fiesta que después llegará.
El sacrificio del mejor novillo: preanuncio del sacrificio del Cordero de Dios que quita el pecado del mundo y signo de la fiesta, a la que acompañarán la música y los amigos. Es expresión de la fiesta de la reconciliación.

lunes, 9 de abril de 2012

Otra vez, como ayer.

Abraham Bloemaert - Los discípulos de Emaús (1622)

ORACIÓN

Yo sé que estás conmigo, porque todas
las cosas se me han vuelto claridad:
porque tengo la sed y el agua juntas
en el jardín de mi sereno afán.

Yo sé que estás conmigo, porque he visto
en las cosas Tu sombra, que es la paz;
y se me han aclarado las razones
de los hechos humildes, y el andar
por el camino blanco, se me ha hecho
un ejercicio de felicidad.

No he sido arrebatado sobre nubes
ni he sentido tu voz, ni me he salido
del prado verde donde suelo andar...
¡otra vez, como ayer, te he conocido
por la manera de partir el pan!

José María Pemán