jueves, 13 de mayo de 2010

Misa de Benedicto XVI en Fátima


El Papa advierte contra una “familia humana dispuesta a sacrificar sus lazos más sagrados en el altar de los mezquinos egoísmos de nación, raza, ideología, grupo, individuo”, y manifiesta que la misión profética de Fátima no ha acabado.

En la solemnidad de la Virgen de Fátima, Benedicto XVI ha celebrado esta mañana la Santa Misa en la explanada del Santuario de Nuestra Señora de Fátima, en un año en el que coinciden el décimo aniversario de la beatificación de los pastorcitos Francisco y Jacinta, el centenario del nacimiento de ésta última y el quinto de la muerte de sor Lucía.

Medio millón de fieles han acompañado al Santo Padre en esta festividad especial de Fátima, en la que el Papa ha rendido un especial homenaje a nuestra Madre bendita que nos ofrece el Amor de Dios que arde en el suyo, frente a una “familia humana dispuesta a sacrificar sus lazos más sagrados en el altar de los mezquinos egoísmos de nación, raza, ideología, grupo, individuo”.

Con la capacidad extraordinaria de leer los acontecimientos de la historia de la salvación en el contexto concreto del palpitar de la vida presente y cotidiana, Benedicto XVI ha empezado su homilía recordando que venía con devoción a Fátima postrarse a los pies de la Virgen. “He venido como peregrino, a esta ‘casa’ que María ha elegido para hablarnos en estos tiempos modernos”.

“He venido a Fátima para gozar de la presencia de María y de su protección materna. He venido a Fátima, porque hoy converge hacia este lugar la Iglesia peregrina, querida por su Hijo como instrumento de evangelización y sacramento de salvación. He venido a Fátima a rezar, con María y con tantos peregrinos, por nuestra humanidad afligida por tantas miserias y sufrimientos”.

“En definitiva, -ha dicho el Papa- he venido a Fátima, con los mismos sentimientos de Francisco, Jacinta y Lucía, para hacer ante la Virgen una profunda confesión de que “amo”, de que la Iglesia y los sacerdotes “aman” a Jesús y desean fijar sus ojos en Él, mientras concluye este Año Sacerdotal, y para poner bajo la protección materna de María a los sacerdotes, consagrados y consagradas, misioneros y todos los que hacen de la Casa de Dios un lugar acogedor y benéfico”.

, -ha afirmado Benedicto XVI- el Señor, nuestra gran esperanza, está con nosotros. En su amor misericordioso, ofrece un futuro a su pueblo: un futuro de comunión con él”. Y ha recordado el Pontífice que dentro de siete años los peregrinos volverán a Fátima para celebrar el centenario de la primera visita de la Señora venida del Cielo”, como Maestra que introduce a los pequeños videntes en el conocimiento íntimo del Amor trinitario.

Luego, dirigiéndose a las personas presentes en el santuario mariano y a cuantos estaban unidos a ellos a través de los medios de comunicación, el Papa ha señalado que “Dios tiene el poder de llegar a todos”. “Él tiene el poder para inflamar los corazones más fríos y tristes”. “Nuestra esperanza tiene un fundamento real, se basa en un evento que se sitúa en la historia a la vez que la supera: es Jesús de Nazaret”. “¡Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen!”

“La fe en Dios abre al hombre un horizonte de una esperanza firme que no defrauda; indica un sólido fundamento sobre el cual apoyar, sin miedos, la propia vida; pide el abandono, lleno de confianza, en las manos del Amor que sostiene el mundo”.

Benedicto XVI volviendo de nuevo a la vida de los tres pastorcitos de Fátima, ha mostrado como su cercanía a Dios fructificó en una vida ejemplar, más fraterna, más dichosa y comunitaria: “han hecho de su vida una ofrenda a Dios y un compartir con los otros el amor de Dios”.

“La Virgen los ha ayudado a abrir el corazón a la universalidad del amor. En particular, la beata Jacinta se mostraba incansable en su generosidad con los pobres y en el sacrificio por la conversión de los pecadores. Sólo con este amor fraterno y generoso lograremos edificar la civilización del Amor y de la Paz”.

“Se equivoca quien piensa que la misión profética de Fátima está acabada, -ha observado el Pontífice. “Aquí resurge aquel plan de Dios que interpela a la humanidad desde sus inicios: “¿Dónde está Abel, tu hermano? La sangre de tu hermano me está gritando desde la tierra”. El hombre ha sido capaz de desencadenar una corriente de muerte y de terror, que no logra interrumpirla... En la Sagrada Escritura se muestra a menudo que Dios se pone a buscar a los justos para salvar la ciudad de los hombres y lo mismo hace aquí, en Fátima.

Con la familia humana dispuesta a sacrificar sus lazos más sagrados en el altar de los mezquinos egoísmos de nación, raza, ideología, grupo, individuo, nuestra Madre bendita ha venido desde el Cielo ofreciendo la posibilidad de sembrar en el corazón de todos los que se acogen a ella el Amor de Dios que arde en el suyo. Al principio fueron sólo tres, pero el ejemplo de sus vidas se ha difundido y multiplicado en numerosos grupos por toda la faz de la tierra, dedicados a la causa de la solidaridad fraterna, en especial al paso de la Virgen Peregrina. Que estos siete años que nos separan del centenario de las Apariciones impulsen el anunciado triunfo del Corazón Inmaculado de María para gloria de la Santísima Trinidad”.

Fuente: Ecclesia Digital


miércoles, 12 de mayo de 2010

Benedicto XVI en Portugal

Las celebraciones con el Papa Benedicto XVI en cada diócesis portuguesa visitadas del 11 al 14 de mayo de 2010 tendrán un tema específico:
- Santidad y Evangelización en Lisboa;
- Compartir con gloria en Fátima;
- Iglesia y Misión en Oporto.

sábado, 8 de mayo de 2010

Se découvrira le printemps!



Caricia sobre el océano,
lleva a un pájaro tan ligero
que vuelve de tierras nevadas.
Aire efímero de invierno,
a lo lejos tu eco se aleja,
castillos en España.

Vira al viento, gira,
despliega tus alas
en el alba gris de oriente.
Encuentra un camino en el arco iris,
llegará la primavera.

Una caricia sobre el océano
deja a un pájaro tan ligero
sobre le piedra de una
isla sumergida.
Aire efímero de invierno,
al final tu aliento se aleja
lejos, en las montañas.

Calma sobre el océano

_

viernes, 7 de mayo de 2010

El niño respiraba y demás censuras

Fuente: alfayomega.es

La mujer llegó al hospital, en la provincia italiana de Cosenza, el 24 de abril por la mañana. Aborto terapéutico. Su primer hijo no debía tener esas dos malformaciones detectadas por la ecografía en el paladar y el labio. Poca cosa, pero antiestético.
Al día siguiente, acudió al lugar el capellán, el padre Martello, que acostumbra a rezar ante los cadáveres de esos bebés abortados. Para su sorpresa, cuenta el diario Il Foglio, el niño, de 22 semanas, respiraba. Los médicos le habían colocado en un contenedor, a la espera de que muriera. Don Antonio pidió ayuda, pero ya era demasiado tarde. Esos mismos médicos encargados de matar legalmente al niño afrontan paradójicamente ahora una condena por no salvarle la vida. 

The Daily Telegraph recuerda otros antecedentes en Italia. Son casos que interesan en el Reino Unido, porque allí se repiten con bastante frecuencia, por la permisividad de las leyes abortistas. Algunos médicos solicitan al Gobierno que se les blinde si el niño nace vivo. La solución -sostienen algunos- es la eutanasia infantil, y terminar sin presiones la faena después del parto. Porque, a veces, el niño sale terco. Un chaval de Manchester sobrevivió a tres abortos. Ahora tiene 5 años.

Ésta es la cara de la noticia que incomoda a la propaganda, esa misma propaganda que muestra a los suicidas asistidos como héroes, rodeados de gente que les aplaude... Pero esa imagen se desmoronaba, hace unos días, ante la aparición de unas 300 urnas en Lago Zurich, con restos mortales supuestamente de clientes de la clínica suicida Dignitas, arrojados al agua para abaratar costes. Se ha visto todo claro: en realidad, a nadie importaba la suerte de esos desgraciados suicidados, cuyos restos nadie reclamó. Pero la historia tiene su lado irónico: «Facilitar los suicidios de esas personas está bien, pero enterrarlas inadecuadamente» puede llevar al dueño de la clínica a la cárcel, comenta el blog de Wesley Smith. Es la ecología, estúpido...

Lo anormal de estos dos casos es haber superado la censura progresista, que apela al buen gusto y al pudor cuando le interesa cortar un debate bioético, e impedir que la población, especialmente la infantil, conozca alguna cruda realidad. En su edición digital, comentaba, hace unos meses, el diario The Wall Street Journal las diferentes varas de medir del New York Times, cuyo defensor del lector defendía, en abril de 2009, que se contara la verdad brutal sobre los interrogatorios de la CIA a miembros de Al Qaeda bajo la Presidencia de George W. Bush (Telling the Brutal Youth), mientras el diario suavizaba, hasta hacer irreconocible la realidad, cuando se trataba de hablar sobre el aborto con nacimiento parcial, una técnica legal en Estados Unidos, y apoyada por Barack Obama, que se practica con sólo la cabeza del niño dentro del cuerpo de la madre: si estuviera fuera, el médico estaría obligado a salvarle la vida, pero como está parcialmente dentro, aunque patalee de dolor, el médico puede perforarle la nuca y extraerle el cerebro.

La progresía sabe evitar debates incómodos. Si puedo asustarte, ¿por qué vamos a debatir?, titula un artículo, en Aceprensa, Juan Messeguer, sobre interesadas restricciones legales a la libertad de expresión, como la que padeció una anciana británica, que protestó por carta a su Ayuntamiento por una marcha homosexual en su pueblo, que calificó de «manifestación pública de indecencia», y se encontró con la ingrata visita de dos policías, por instigación al odio. Por esa ley -cuenta el Telegraph-, acaba de ser arrestado un pastor baptista, que ha llamado pecado a la práctica homosexual.

Lo habitual, sin embargo, es que no haga falta recurrir a esas medidas drásticas. La presión mediática suele generar autocensura. ¿Qué medio se atreverá a indagar, por ejemplo, qué hay de cierto en las palabras del cardenal Bertone, sobre la relación entre pederastia y homosexualidad? 
Aborda el tema Forum Libertas, en Sólo el homosexualismo político defiende la iniciación sexual de menores por adultos, con abundancia de argumentos, descartados de antemano en otros medios, por anatema.
_

jueves, 6 de mayo de 2010

Malraux y los ataques al Papa

*Ignacio Carbajosa en www.larazon.es 

Para entender el panorama que han generado los ataques al Papa en las últimas semanas, a raíz de los abusos a menores por parte de sacerdotes católicos, y para comprender algunas de sus motivaciones ocultas, resultan verdaderamente esclarecedoras unas palabras de André Malraux.

Con la desolación de la Primera Guerra Mundial todavía en los ojos, Malraux describía así en su obra La tentación de Occidente la situación de la cultura europea, que, destronando a Dios, había alcanzado sólo un reino de muerte: «Para destruir a Dios, y después de haberle destruido, el espíritu europeo ha aniquilado todo lo que podía oponerse al hombre: llegado al término de sus esfuerzos, como Rancé ante el cuerpo de su amante, no encuentra más que muerte (...). No existe ningún ideal por el cual podamos sacrificarnos, porque de todos conocemos la mentira, nosotros que no sabemos qué es la verdad. La sombra terrestre que se alarga detrás de los dioses de mármol basta para apartarnos de ellos».

No se trata ahora de discutir los datos de una campaña que, sorprendentemente, pretende identificar en la Iglesia católica la clave de un problema, el del abuso a menores, que afecta a toda la sociedad y en la que los sacerdotes implicados no son más que un ridículo porcentaje en el conjunto de los casos de tan terribles abusos. Las durísimas palabras del Papa en su carta a los católicos de Irlanda, condenando los hechos y una cierta actitud de encubrimiento, bastan para comprender la postura de la Iglesia en este asunto.

La lúcida perspectiva histórica de Malraux nos ayuda a entender la parábola que las acusaciones a la Iglesia pueden describir y a comprender cuál es la verdadera necesidad de Occidente y de nuestra sociedad española en concreto. Hasta ahora la sociedad bienpensante se había conformado con arrinconar de hecho a la Iglesia católica al ámbito de lo «irrelevante». Separados los ámbitos de la razón (sociedad civil y científica, lugar del saber) y de la fe (Iglesia, lugar del creer entendido como «devoción»), la comunidad eclesial es tolerada como un resto del pasado, centrado en unas reglas morales y en unas prácticas piadosas. La Iglesia es respetada como institución benefactora, que lleva a cabo un asistencialismo digno de admiración. Otros incluso la miran con simpatía como guardiana de los valores de Occidente, especialmente frente al inquietante panorama del multiculturalismo. Pero en las últimas décadas, especialmente a partir del pontificado de Juan Pablo II, la Iglesia ha tenido la osadía de levantar su voz para proponer públicamente una palabra verdadera sobre la naturaleza del hombre y su destino, sobre su felicidad, sobre la recta convivencia entre los hombres. Y esto resulta intolerable.

De modo consciente o inconsciente, los ataques que estos días recibe el Papa parecen mostrar, en palabras de Malraux, que «no existe ningún ideal por el cual podamos sacrificarnos, porque de todos conocemos la mentira». Desenmascarados los últimos ideales del siglo XX con la caída del Muro de Berlín, sólo quedaba un ideal arrinconado, aunque peleón: el de la Iglesia católica, sostenido por figuras moralmente irreprochables como Teresa de Calcuta o el papa Juan Pablo II, o como los misioneros que dan su vida en zonas como Haití... o todos los curas anónimos que, sin publicidad, se dejan la piel en los barrios marginales de las grandes ciudades. Era necesario seguir atacando en su raíz la naturaleza «excepcional» de la Iglesia.

Detrás de los titulares de estos días podríamos leer el siguiente mensaje: lo que hasta ahora se podía considerar una institución admirable, envuelta en una aureola de bondad, no hace sino producir «monstruos» con sus leyes eclesiásticas. Los sacerdotes, con un celibato trasnochado, no son más que «monstruos», que intentan canalizar como pueden una pulsión que su ideal no puede colmar. Estos hechos desenmascararían la mentira del último gran ideal de la humanidad occidental: el ideal cristiano. «La sombra terrestre –el horrendo delito de algunos curas– que se alarga detrás de los dioses de mármol basta para apartarnos de ellos» (Malraux). No pueden vivir así, es imposible. Sólo generan monstruos. La Iglesia no sólo es inútil. Además es nociva. Y volvemos a la visión de las ruinas de Occidente que hacía reflexionar a Malraux.

Derrocado Dios y todo ideal no nos queda más que convivir con nuestra propia maldad. Que, a su vez, genera maldad y violencia. Pero tal vez podría ser éste nuestro punto de partida. En efecto, la gran cuestión de la cultura occidental, y en concreto de nuestra sociedad española, es si hay algo más fuerte que el mal, que el odio, que nuestra mezquindad y que nuestra debilidad. Sinceramente, no encuentro una cuestión más radical. Y ésta es una cuestión que interesa a todos. Porque las personas que en este tiempo arrojan suciedad contra el Papa, y contra la Iglesia católica en general, son las primeras en experimentar, aunque sea inconscientemente, esta necesidad: ¿hay algo más fuerte que mi incapacidad de querer bien a mi mujer, de tratar adecuadamente a mis hijos o de construir relaciones duraderas? Ésta no es sólo la pregunta que se hacen las víctimas de los abusos, que desean salir de una pesadilla tan injustamente inscrita en sus vidas, o la pregunta que se hacen los sacerdotes condenados, hundidos en el océano del remordimiento. Es la misma pregunta que se hacía el eclesiástico mujeriego Rancé, citado por Malraux, ante el cadáver de su amante, la condesa de Montbazon. En estos días de Pascua la Iglesia vuelve a proclamar a los cuatro vientos el acontecimiento histórico que está en su origen: «¡Ha resucitado! ¡El sepulcro está vacío!» Cristo ha roto las cadenas de la muerte, venciendo el límite del tiempo y del espacio. Éste es el anuncio que ha proclamado la Iglesia durante dos mil años y que sigue proponiendo hoy: Cristo está vivo, presente en la vida de su Iglesia, ofreciendo un abrazo que es más fuerte que el mal y que toda nuestra mezquindad. Él ha tenido piedad de nuestra nada. Frente a un anuncio como éste no sirven los prejuicios, de nada vale volver la cabeza, o descalificar de entrada, especialmente si uno alberga un resquicio de humanidad necesitada, consciente del propio límite. Es un anuncio que se propone a la libertad de las personas. Y exige una verificación. Toda la suciedad que se encuentra en la Iglesia (¡incluso si se multiplica!) será un motivo de renovado dolor y deseo de reparación, pero no puede presentarse como excusa ante la necesidad apremiante de verificar una afirmación que interesa a toda la sociedad española: verdaderamente hay algo más fuerte que nuestro mal y el mal de la humanidad entera. La historia de Rancé (inmortalizada en la novela de Chateaubriand) es muy ilustrativa a este respecto. Manchado su traje eclesiástico y provocado por la pregunta radical ante el cadáver de la condesa, se convirtió y llegó a ser el gran reformador de los trapenses. El mal no fue objeción ante el abrazo que Cristo ofrecía a su humanidad dolorida.

*Catedrático de Antiguo Testamento en la Facultad de San Dámaso y responsable de Comunión y Liberación en España.

jueves, 29 de abril de 2010

La confesión cambia vidas

Leonardo Mondadori

Sin llegar al extremo de las conversiones en el lecho de muerte, la edad madura, cuando se hace balance de la experiencia acumulada, puede ser otra oportunidad para Dios. Es lo que le ocurrió al Jesús Polanco italiano, Leonardo Mondadori, Presidente de la editorial del mismo nombre, una de las más importantes de Italia. Providencialmente, se reconcilió con la Iglesia en 1994, dos años antes de que le fuera diagnosticado el cáncer de páncreas que acabó con su vida en 2002.

Cuenta la historia Giuseppe Corigliano, Director de la oficina del Opus Dei en Italia y amigo del editor: después de que Mondadori editara Camino, de san Josemaría Escrivá, «me dijeron que Leonardo Mondadori quería reunirse conmigo porque sentía curiosidad por la temática de Camino. Fui encantado y encontré a un señor simpático y muy vivaz que quería dar vida a un filón cultural que fuese en dirección opuesta» al modelo imperante, jacobino-libertino. «Le gustaba el tema de la santificación del trabajo, aunque, en homenaje a la cultura laica imperante, optamos por llamarla ética del trabajo. Tenía coraje y deseo de hacer cosas. Al mismo tiempo, permanecía un poco cerrado porque advertía que su estilo de vida no era del todo justo. Su vida se había complicado con dos divorcios y era, como poco, desordenada».

Don Giuseppe subraya que «es bello cuando un laico colabora con un sacerdote para acercar un alma a Dios. Se debe superar el muro sacramental, es decir, la Confesión. Cuanto antes empiece a confesarse, más rápido será su progreso espiritual». Por ello, un día, mientras comían, se ofreció a presentarle a don Leonardo a un sacerdote. Don Umberto de Martino, el elegido, «era delicado y exigente al mismo tiempo. Yo también lo frecuentaba. Le precisé a Leonardo: Mira que no es un tipo que haga rebajas. Si no te sientes cómodo, te recomiendo otro».

«Leonardo encontró en él -continúa don Giuseppe- la claridad del mensaje cristiano sin rebajas ni atenuaciones. Creo que lo más determinante en su conversión fue la decisión de ser sincero en la confesión. Llamar a la virtud, virtud, y al pecado, pecado, fue lo que le gustó y le hizo cambiar. Evidentemente, era la gracia de Dios. Mes tras mes, lo encontré cada vez más contento y con más ganas de hacer cosas. También aumentó la confianza y no escondía nada de su vida».

Leonardo Mondadori tuvo aún la oportunidad de hacer mucho bien: «Con él, la editorial Mondadori resultaba casi una familia. Y dio un testimonio bellísimo en su ambiente milanés de la alta burguesía, rica y despreocupada. Su cambio impresionó a muchos». 
Su deseo de hacer cosas se tradujo en varias aportaciones al mundo editorial: editó un libro sobre el Opus Dei de Vittorio Messori; otro sobre el matrimonio para preparar a los jóvenes y evitarles el sufrimiento que supusieron para él sus dos fracasos matrimoniales; y, sobre todo, Cruzando el umbral de la esperanza, el libro-entrevista a Juan Pablo II, también de Messori. Fue este mismo autor el que colaboró con Mondadori para publicar el relato de su conversión, pocos meses antes de su muerte.

sábado, 24 de abril de 2010

Fue en otoño


Llegaste en primavera, y en otoño - de modo imperceptible- te habías ido. No sé como he podido crecer sin ti. Dicen que nos parecemos. Y es que no saben que me dajaste tu brújula.
Te imagino con la mejor paleta, ahora que conoces la fuente del color. Por favor, píntame Su  mirada y dile que me haga de faro. 
Cuando nazca a la Vida, sal con Ella a buscarme al puerto.


_

jueves, 22 de abril de 2010

Emulando el Tercer Reich

Mar Velasco en La Razón

El ministro de Hitler lanzó la operación en 1937 cuando Pío XI publicó la encíclica contra la ideología nazi.

MADRID- El intento de descalificar a la Iglesia católica a escala internacional a través de acusaciones de inmoralidad y pedofilia a los sacerdotes es un viejo recurso. Así lo demuestran los documentos que el jefe de contraespionaje militar alemán, Whilelm Canaris, hizo llegar al Papa Pío XII, antes de ser colgado por intentar asesinar a Hitler en 1944.

Todo comienza el 10 de marzo de1937, con la publicación de la encíclica de Pío XI «Mit brennender Sorge» (en alemán, «Con ardiente inquietud», dirigida a los prelados alemanes) en la que el Papa condenaba abiertamente la ideología nazi. La encíclica se leyó en todas las iglesias del país y el entonces ministro de Propaganda del régimen, Joseph Goebbels, lanzó una única réplica pública y comenzó a trabajar en la sombra. A finales de ese mismo mes, el Ministerio de Propaganda lanza la campaña contra los abusos sexuales de sacerdotes, que llevó al arresto de más de 300 curas y religiosos en 1937, de los cuales finalmente fueron condenados 21–algunos bajo falsa acusación– y enviados a campos de exterminio.

Antes de la encíclica, se dieron en Alemania algunos casos de abusos a menores. Los casos –pocos, aunque reales– habían determinado una firme reacción en el episcopado y con las severas medidas tomadas en su día, los obispos alemanes habían atajado el problema. Pero la campaña se puso en funcionamiento.

Lo cuenta Massimo Introvigne, sociólogo italiano, en el diario «Avvenire»: en 1937 el jefe del servicio de contraespionaje militar alemán es el almirante Wilhelm Canaris (1887-1945). Canaris, que desaprobaba las maniobras de Goebbels contra la Iglesia, encargó al abogado católico Josef Müller llevar a Roma una serie de documentos secretos sobre el asunto. Müller llevó los documentos secretos a Pío XII, Papa desde marzo de 1939.

Con la aprobación de la Secretaría de Estado, las investigaciones sobre el complot nazi contra la Iglesia fueron confiados al jesuita alemán Walter Mariaux, por aquel entonces misionero en Argentina. En 1940, Mariaux publicó en Londres y en Buenos Aires, con el seudónimo «Testis Fidelis», dos volúmenes sobre la persecución anticatólica en el Tercer Reich: más de 700 páginas que prueban que fue la encíclica de Pío XI la que determinó la campaña.

Mariaux lo prueba publicando unas instrucciones detalladísimas enviadas por Goebbels a la Gestapo unos días después de la publicación de la «Mit brennender» en las que ordena encontrar testimonios que acusen a un determinado número de sacerdotes, amenazándolos con arresto inmediato si no colaboran. Pero llama la atención sobre todo la invitación a los periodistas a reabrir los casos del 37 y también episodios más antiguos, reproponiéndolosa la opinión pública para que ocupen las portadas de los periódicos.

Un caso de «pánico moral»

La expresión «pánico moral» fue acuñada por los sociólogos en los años 70 para identificar una alarma social que se crea amplificando hechos reales y exagerando su número, «descubriendo» y presentando como «nuevos» unos hechos ya conocidos y pasados. En la base hay sucesos reales, pero las cifras se distorsionan. Aún sin saber nada de sociología moderna, Goebbels respondió a la encíclica «Mit Brennender Sorge» con una operación de manual de creación de «pánico moral».
_

domingo, 18 de abril de 2010

Presupuestos culturales del aborto



Por Alejandro LLano en ElConfidencialDigital.com

El principal presupuesto cultural de la imposición del aborto es el materialismo. Si los humanos somos fragmentos sofisticados de carne, se puede hacer de todo con ellos.

¿Aquí no ha pasado nada? Sí, sí que ha pasado: algo gravísimo. El Senado acaba de aprobar la nueva ley del aborto que implica la tolerancia casi completa de la liquidación de niños no nacidos. No procede asumirla como el que se bebe un vaso de agua. Lo que nos tenemos que tragar es veneno, que no sólo hará daño a quienes liquiden a víctimas inocentes, sino a todos nosotros.

Quienes han gestado la ley, y la han presentado engañosamente, son los que nos gobiernan por elección del pueblo soberano. Algo falla entre nosotros. Algo huele a podrido. España es el país más permisivo del mundo en sexualidad y familia: el país en el que se autorizan prácticas más crueles, que se fomenta a través de un adoctrinamiento insidioso acerca de la afectividad y el sexo para alumnos que apenas han llegado a la adolescencia.

¿Qué visión del hombre abrigan estos maestros de la muerte? Son sujetos ignorantes de la dignidad humana. Tergiversan el respeto a la persona en todas las fases de su existencia. Piensan, por ejemplo, algo tan filosóficamente grosero como que la identidad depende de la continuidad espacio-temporal. Al estar el feto unido al cuerpo de la madre, cabe desprenderse de él igual que se extirpa un tumor.

Los abortistas son anti-vida. También defienden la eugenesia y la eutanasia. Representan la antítesis, en un punto esencial, de las libertades democráticas. ¿Cuál es, entonces, la actitud de los presuntos proLife? La propia de millones de personas que apenas han movido un dedo para oponerse al gran atropello. Pero ¿no han organizado una manifestación? Sí ¿y qué? ¿Pensaron en algún momento que bastaba con que unos cuantos salieran cierto día a la calle? No, no bastaba, y todos lo sabían. Pero escondieron la cabeza bajo el ala. Como no veían, soñaron que tampoco los otros verían su blandura y falta de ideas.

El principal presupuesto cultural de la imposición del aborto es el materialismo. Si los humanos somos fragmentos sofisticados de carne, se puede hacer de todo con ellos. Y tampoco procede argumentar intelectualmente para defenderlos; porque la razón no es lo que más se valora en estos pagos. Ahora somos todos liberales y economicistas. Lo que importa es la riqueza y la libertad para mover el dinero de un lado para el otro. Lo demás es metafísica, es decir, pérdida de tiempo. Pero ¿qué sucedería si la metafísica fuera, al cabo, lo que inclinara las decisiones hacia un lado o hacia otro? Pasaría quizá lo que está sucediendo. La visión del mundo que se acabaría imponiendo sería la de quienes mantienen que la fuerza viene de abajo, que no hay más ética que el pragmatismo y que no existen diferencias esenciales entre un ser humano y una mascota.

La imagen del mundo bajo la que el aborto se acepta sin apuros es la que considera que la realidad forma un todo, en el que no hay distinciones radicales ni distintos niveles. Es lo que, más sofisticadamente, se denomina holismo o totalismo. El todo informe es uno. Hay que proteger el medio ambiente y evitar que una especie depredadora, como son los humanos, ataque y destruya espacios naturales. A lo más que se debe llegar en cuestión de espiritualidad es a la suavidad tontorrona tipo new age. Ante todo, es preciso evitar la agresividad. Nada de películas en las que se planteen problemas con hondura humana o radicalidad moral. Lo más conveniente para chicos y grandes es la animación, en la que proliferan niños ingenuos y monstruos bondadosos. Tampoco está mal el género de ensalzamiento de la violencia, siempre que sea tipo tecno y acabe bien. Debe evitarse a toda costa el uso de libros.

La resignación y la docilidad, junto con un conformismo que no provoque crispaciones, componen un estado de ánimo civilizado y abierto, libre de prejuicios, en el que las injusticias se ocultan y los fetos se tiran a la basura. El sacrificio de los infantes es una metáfora y un anuncio de las muertes cerebrales y morales de casi todo un pueblo.

Estamos tocando el fondo. Para actuar de manera diferente, resulta imprescindible pensar de otro modo. O, simplemente, pensar. Porque lo más grave, tras las agresiones sufridas, es que aún no nos paramos a pensar.
_

jueves, 15 de abril de 2010

La conversión de una actriz

Karyme Lozano, actriz y cantante mejicana, divorciada y madre de una hija, ha confesado que hace unos meses regresó a la religión católica y ahora, por haber recibido a Cristo otra vez en su vida, ha rechazado actuar en telenovelas que fomenten la promiscuidad, la infidelidad o la violencia. Karyme ha comentado que se ha reencontrado con Dios, tras haber pasado la difícil experiencia de perder a su padre, víctima del cáncer. “Creo que mi papá intercedió por mí ante Dios, porque a raíz de eso fue que empezó la conversión que ha provocado un cambio tan fuerte y tan radical en mi vida, al punto de ahora considerarla ‘antes y después de Cristo’”. Lozano afirma que tras este nuevo acercamiento con la religión, ella ha cambiado su manera de ser y pensar.

Y si antes Karyme se burlaba del voto de castidad, hoy lo entiende y lo aplica a su vida. “Antes yo tenía la mente abierta, no veía problemas en mantener relaciones sexuales con mis novios, pero ahora entiendo que mi cuerpo es mi templo. Ahora practico la castidad porque he descubierto lo hermoso que es entregarse a alguien después del matrimonio”, asegura. Y afirma tajante que se arrepiente de su imagen sexy y de su trabajo actriz. “Me arrepiento de todo lo que he hecho como actriz, pero entiendo que no fue por maldad, fue por ignorancia”.


_

miércoles, 14 de abril de 2010

No se debe banalizar la vida


Foro Andaluz de la Familia (12.04.10).- El Foro Andaluz de la Familia responde al Presidente de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán, por sus declaraciones en las que quita importancia a los descuentos para abortar con el “carnet joven”.

El Presidente del Foro Andaluz de la Familia, Federico Die, señaló: “Nos preocupa que el Presidente de la Junta vea como normal, esta situación, nos parece una irresponsabilidad. Con esa actitud, Griñán se une a la cultura de la muerte que propugnan los negocios de los centros abortorios”. Y añadió: “Se oferta la sexualidad irresponsable, mientras que en muchísimos casos, detrás de un aborto hay una actitud machista y una mujer que sufre una tragedia. Sola. Y con consecuencias vitales para las niñas en su vida afectiva y sexual y también en su salud psíquica. No se entiende esto, cuando la Junta de Andalucía se erige teóricamente en defensora de la mujer. Eso es una grave incoherencia”.
“No se debe frivolizar ni banalizar con estos asuntos, poniendo el aborto “de oferta”, porque, los frutos de ese camino terminan en un desprecio por la vida y desencadena procesos violentos difíciles de corregir. El presidente Griñán debería dar las correspondientes explicaciones a las mujeres que están embarazadas y que tienen problemas personales. ¿Es el aborto la única solución que tiene para ellas la Junta de Andalucía?”, dijo Federico Die.

“Sería mas positivo que la Junta de Andalucía promoviera valores y ayudas para las jóvenes embarazadas, como ya está ocurriendo en otras regiones de España y en otros países. Debería colaborar en la creación de una cultura de la vida, de la promoción de la maternidad, del apoyo a la mujer embarazada en cada rincón de Andalucía. Sería una incongruencia social, incluso económica, invertir en aborto y no invertir en maternidad”, concluyó el Presidente del Foro Andaluz de la Familia, quien aprovechó para pedir al Parlamento de Andalucía que reconsidere, y ponga en marcha, la iniciativa legislativa presentada en el mismo con la firma de más de 93.000 andaluces, por una “red de apoyo a la mujer embarazada”.


_

lunes, 12 de abril de 2010

Jesucristo en el cine

Es uno de los últimos libros que he leído y me ha gustado  mucho.
Os invito a ver este entrevista a su autor:



_

domingo, 11 de abril de 2010

Abortos low cost

La ministra Bibiana ya nos había anticipado que abortar es algo tan banal como ponerse tetas; ahora descubrimos que abortar puede ser tan ventajoso como ir al cine en el día del espectador o a unos grandes almacenes en la semana mágica. Según nos informa Erika Montañés, varios mataderos infantiles de Andalucía ofrecen descuentos del veinte por ciento a las jóvenes que, a la hora de abortar, exhiban el carné joven que expide el Instituto de Juventud de la Junta; y no nos extrañaría que algo similar ocurra pronto, o esté ocurriendo ya, en otras comunidades autónomas. El crimen del aborto, que la última ley ha encumbrado al rango de bien jurídico protegido, se convierte así en un bien de consumo, regido por los reclamos publicitarios que estimulan la demanda.


Vemos aquí los efectos implacables de lo que Hannah Arendt llamaba la «banalidad del mal», fenómeno que florece cuando las personas «normales» dimiten de su racionalidad ética, hasta hacer de sus crímenes una trivial rutina. Arendt acuñó el término para referirse al caso de Adolf Eichmann, un estólido oficial nazi que se encargó de agilizar el transporte de judíos con la misma aséptica probidad con la que habría agilizado cualquier otro trámite burocrático. Eichmann no era un antisemita fanático, ni siquiera un ideólogo fervoroso: simplemente, se había «olvidado» de que los judíos fuesen seres humanos, adaptando su mente al «clima moral» de la época; y cuando sus superiores le pidieron que agilizase su traslado a los campos del Este actuó de modo idéntico a como lo habría hecho si le hubiesen pedido que agilizase el traslado al frente de mulas o de carros de combate. Para Eichmann, los judíos eran una masa indiscernible, piojosa y gemebunda, una informe agrupación de seres acaso vivos, pero en ningún caso humanos, como para la ministra Bibiana son los fetos; y, para organizar el traslado de ese «cargamento», se rigió por criterios estrictos de intendencia. En esto consiste la «banalidad del mal»: en cosificar a la víctima, para que su «eliminación» no plantee conflictos de conciencia; de tal modo que, una vez cosificada, su destino se nos antoje tan trivial como el de la mosca a la que rociamos con insecticida.

Y como los supermercados rebajan el precio de los insecticidas, para estimular la demanda, los mataderos infantiles abaratan el aborto; aunque, más cucos que los dueños de los supermercados, repercuten la rebaja sobre el contribuyente. A fin de cuentas, si el aborto es un derecho, ¿no es misión de las instituciones favorecer su ejercicio? Así se remueven los últimos escrúpulos que dificultan la «cosificación» del feto, haciendo del aborto algo tan tentador como las rebajas de enero, algo tan apetecible como la segunda copa gratis en una discoteca que celebra la fiesta de la camiseta mojada. Una vez que la vida gestante ha sido reducida a la categoría de excrecencia, algo así como un quiste sebáceo o una verruga peluda, eliminarla deja de plantearnos conflictos de conciencia; y nuestra preocupación se centra en que esa «eliminación» sea lo más barata posible. Y, para que este proceso maligno y banalizador sea más completo, el Instituto de la Juventud de Andalucía se preocupa de otorgar al aborto la misma consideración que a un concierto de rock, incluyéndolo en su repertorio de bicocas con descuento, como el fabricante de insecticidas se preocupa de enriquecer su producto con aromas que acaricien la pituitaria, otorgándole la mima categoría que a un ambientador. De este modo, abortar es como responder a una pulsión consumista o entregarse a un lúdico esparcimiento, como comprar ropa de marca en un outlet o pegarse un atracón en el bufé del desayuno de un hotel que hemos pagado con un bonochollo. Es la cultura del low cost al servicio de la banalidad del mal.

www.juanmanueldeprada.com
_

sábado, 10 de abril de 2010

Alégrate, Reina del Cielo

Reina del Cielo, alégrate, aleluya.
Porque Aquel que mereciste llevar en tu seno, aleluya,
resucitó, según lo había dicho. Aleluya.
Ruega a Dios por nosotros. Aleluya.

V. Alégrate y goza, Virgen María. Aleluya.
R. Porque verdaderamente resucitó el Señor. Aleluya.
_

miércoles, 7 de abril de 2010

Dos nuevos milagros de Juan Pablo II


Por Alex navajas en La Razón


«Miré la imagen de Juan Pablo II y, simplemente, me puse de pie». La frase no tendría mayor misterio si no fuera porque el que la pronunció, Joe Amaral, era paralítico desde hacía 30 años. Su historia la recogía el pasado miércoles la cadena norteamericana ABC News y se trata de uno de los dos posibles milagros atribuidos al anterior pontífice que han aparecido en la última semana. 

El otro es el del antiguo peluquero de Juan Pablo II cuando éste era aún cardenal. Gianni Vecchio se declaraba comunista confeso, algo que no impresionaba al Papa polaco. «No pasa nada, no te preocupes. Se ve que eres una persona buena», le contestaba. «Cuando entraba en la peluquería, siempre decía: “¿Cómo está mi comunista?”. "En otras ocasiones hablábamos de mi familia, de mis hijas», rememora Vecchio.

Tras una confesión

Pero volvamos al caso del estadounidense Joe Amaral. Feligrés asiduo de la parroquia de San Antonio de Padua, en New Bedford, arrastraba una parálisis desde su juventud. «Recuerdo verle con frecuencia con sus muletas, tratando de subir las escaleras de granito de la iglesia», ha explicado a ABC News su párroco, el padre Roger Landry. «Me conmovía al ver la gran fe que poseía», agrega.

Un sábado del año 2008, Amaral fue a confesarse con el sacerdote. «Algo ocurrió», rememora el feligrés. «El domingo por la mañana me desperté y me sentía diferente», explica. Físicamente se encontraba igual, «pero estaba lleno de una gran paz». «Sentí que, en ese momento, necesitaba rezarle a Juan Pablo II», añade. 
Cuando terminó, encendió la televisión y apareció un documental sobre el anterior pontífice. Nada más verle, sus 30 años de parálisis quedaron para el recuerdo. Fue inmediatamente a visitar a su médico. «Me puse frente a él y le entregué mis muletas. Durante cinco minutos permaneció mudo», afirma. El médico, que conocía perfectamente su historial, musitó: «No hay ninguna razón médica para explicarlo».

El caso de Gianni Vecchio ha ocupado muchas páginas de los rotativos italianos. En los años 70, uno de los asiduos clientes de su peluquería, ubicada cerca del Vaticano, era el cardenal Karol Wojtyla. Tras la muerte de Juan Pablo I, durante la elección del nuevo Papa, Gianni se encontraba en la plaza de San Pedro cuando el nuevo Papa salió al balcón de la basílica. Entonces reconoció la voz de uno de sus clientes. «Cuando le vi, grité: “¡Yo le conozco, le he cortado el pelo!”. "Fue un día muy alegre para mí».

Hace unos meses, a Vecchio le diagnosticaron una hernia discal. «Cuando entré en el hospital vi una foto de Juan Pablo II y Madre Teresa. Durante meses había sufrido dolores muy fuertes. Cuando me dieron los resultados, compararon dos resonancias y la hernia había desaparecido».
_

jueves, 1 de abril de 2010

La primera Semana Santa de la historia

Es el libro perfecto para estos días: La primera Semana Santa de la Historia. Carlos Llorente, su autor hace un recorrido por las calles de la Jerusalén del año I d.C. intentando revivir las últimas horas de vida de Jesús.

Aficionado a las maquetas, Llorente reconstruye lo que que posiblemente fuese el monte Calvario, concretamente el lugar de la crucifixión y del santo Sepulcro
Basándose en investigaciones sobre la Sábana Santa y en estudios topográficos y arqueológicos llega a conclusiones que, si bien no están probadas científicamente, deben acercarse bastante a la realidad de los hechos que allí tuvieron lugar hace 2.000 años.

Ando inmersa en la lectura de este libro que os recomiendo vivamente. Si tienes fe, te ayudará a vivir estos días de Semana Santa; si no lo eres, te aportará conocimientos históricos.

Sin duda, el libro es un nuevo acierto de la editorial Homo Legens.
_