sábado, 24 de septiembre de 2011

Intervención de la Virgen María en Alemania

Fuente: Zenit.org

EICHSFELD, viernes 23 de septiembre de 2011

El Papa Benedicto XVI quiso recordar hoy a los católicos alemanes cómo la Virgen fue su consuelo en los momentos de peligro vividos a lo largo de la historia, y especialmente durante el sigo XX.

Benedicto XVI se detuvo, durante su viaje de Erfurt a Friburgo, tercera etapa de su viaje apostólico a Alemania, en un santuario muy querido a los católicos del país, el de Eztelsbach, meta de peregrinación durante siglos.

El Papa rezó vísperas con los alrededor de 90.000 peregrinos reunidos en la explanada de la colina donde se erige el santuario, y durante su homilía, quiso recordar el significado de este lugar en la historia de la Iglesia alemana.

"En dos dictaduras impías que han tratado de arrancar a los hombres su fe tradicional, las gentes de Eichsfeld estaba convencida de encontrar aquí, en el santuario de Etzelsbach, una puerta abierta y un lugar de paz interior”

El Pontífice recordó que “cuando los cristianos se dirigen a María en todos los tiempos y lugares, se dejan guiar por la certeza espontánea de que Jesús no puede rechazar las peticiones que le presenta su Madre”.

Los fieles “se apoyan en la confianza inquebrantable de que María es también Madre nuestra; una Madre que ha experimentado el sufrimiento más grande de todos, que se da cuenta de todas nuestras dificultades y piensa en modo materno cómo superarlas”.
Cuántas personas han ido en el transcurso de los siglos en peregrinación a María para encontrar ante la imagen de la Dolorosa, como aquí en Etzelsbach, consuelo y alivio”, destacó.

El Papa invitó a los presentes a contemplar con amor la figura de esta Dolorosa, “una mujer de mediana edad, con los parpados apesadumbrados de tanto llorar, y al mismo tiempo una mirada absorta, fija en la lejanía, como si estuviese meditando en su corazón sobre todo lo que había sucedido”.

En la Piedad de Etzelsbach, al contrario de otras representaciones similares, el cuerpo de Cristo muerto está vuelto hacia su madre: “los corazones de Jesús y de su Madre se dirigen uno al otro, se acercan el uno al otro. Se intercambian recíprocamente su amor”.

Este gesto constituye una enseñanza para los fieles, xpicó: “no es la autorrealización la que lleva a la persona a su verdadero desarrollo, aspecto que hoy es propuesto como modelo de la vida moderna, pero que fácilmente puede convertirse en una forma de egoísmo refinado. Es, sobre todo, la actitud del don de si mismo, que se orienta hacia el corazón de María y con ello hacia el corazón del Redentor”.

En el momento de su sacrificio por la humanidad, Él constituye en cierto modo a María, mediadora del flujo de gracia que brota de la Cruz. Bajo la Cruz, María se hace compañera y protectora de los hombres en el camino de su vida”, añadió.

Pero el acogerse a la Madre de Dios en los momentos de peligro no debe quedarse “en las necesidades del momento”, sino “ir más allá”.

¿Qué quiere decirnos verdaderamente María cuando nos salva del peligro? Quiere ayudarnos a comprender la amplitud y profundidad de nuestra vocación cristiana. Con maternal delicadeza, quiere hacernos comprender que toda nuestra vida debe ser una respuesta al amor rico en misericordia de nuestro Dios”.
Es, explicó el Papa, “como si nos dijera: entiende que Dios, que es la fuente de todo bien y no quiere otra cosa que tu verdadera felicidad, tiene el derecho de exigirte una vida que se abandone sin reservas y con alegría a su voluntad, y se esfuerce en que los otros hagan lo mismo”.

"Donde está Dios, allí hay futuro", concluyó el Papa, citando el lema de este viaje:
donde dejamos que el amor de Dios actúe totalmente sobre la vida, allí se abre el cielo”, allí “las pequeñas cosas de la vida cotidiana alcanzan su sentido y los grandes problemas encuentran su solución”.

sábado, 10 de septiembre de 2011

¿Divorcio por aburrimiento?

Fuente: www.aceprensa.com

En un artículo publicado en The Daily Telegraph, la periodista Angela Neustatter reflexiona sobre la tendencia actual al emotivismo sobre los proyectos duraderos, lo que lleva a algunos a romper sus compromisos conyugales cuando desaparece el encanto de los comienzos.

Neustatter se apoya en las conclusiones de un informe realizado por Grant Thornton-Reino Unido, una organización especializada en el sector de la auditoría. Después de entrevistar a 101 abogados de familia, esta empresa concluye que el aburrimiento se ha convertido en la gran amenaza de las parejas para permanecer juntas.

La infidelidad, que antes encabezaba la lista de razones principales para las rupturas conyugales, ha sido ahora sobrepasada por otra causa: la de quienes afirman que “ya no estamos enamorados” o “nos hemos ido distanciando”.

Estas conclusiones están en sintonía con las estadísticas de divorcio en Reino Unido que maneja Neustatter: de media, dice, los matrimonios se rompen a los 11 años. Y también coincide con la tendencia al emotivismo en las relaciones amorosas.

Tendencia que pusieron de manifiesto Malcolm Brynin, coeditor de Changing Relantionships, un polémico estudio publicado por el Economic and Social Research Council en 2009, en el que afirma que la gente se junta y permanece unida sólo cuando obtiene una ventaja personal.




Curioso “romanticismo”

Ya se sabe que el romanticismo en una relación amorosa va y viene. El mérito de One Poll, una empresa especializada en encuestas, está en haber logrado “medir” su duración. Por lo visto, el encanto se esfuma –de media– a los dos años, seis meses y 25 días después de contraer matrimonio. Eso es precisión.

De todos modos, dice Neustatter, la desaparición del romanticismo en el matrimonio –algo que seguramente habrá ocurrido en todos los tiempos– causará más o menos estragos en función de la actitud de los cónyuges. Si las expectativas de una persona son que mi marido o mi mujer me satisfagan en todo momento, es previsible suponer que este problema no hay “romanticismo” que lo arregle.

De ahí que Neustatter piense que el enfoque adecuado ante la falta de romanticismo en el matrimonio sea el de trabajar juntos –marido y mujer– sobre la relación conyugal. Resistir, codo con codo, los momentos de adversidad. Y volver a sacar brillo al matrimonio con pequeños gestos.

Crisis superada

Ha llegado el momento de ponerse personal”, escribe Neustatter. “Mi marido Olly y yo alcanzamos el clásico punto ‘por los suelos’ en nuestra relación cuando nuestros hijos dejaron el hogar. No veíamos nada bueno en que cambiara el tamaño de nuestra familia y no encajamos bien las nuevas circunstancias; cada vez parecíamos más irritados el uno con el otro, y empezábamos la deriva hacia el distanciamiento. Sin duda, estábamos en ese momento de perplejidad en que todo hacía aconsejable la separación”.

Entonces se pararon en seco. ¿Qué pasaría si cada cual se fuera por su lado? Pues que, tarde o temprano, lo más probable –dice– es que acabarían echándose de menos tras dos décadas y media de convivencia, y acabarían echando de menos también la historia familiar que habían construido juntos.

Así que se pusieron manos a la obra. “Empezamos a comportarnos como al principio de nuestra relación, haciéndonos comidas especiales el uno al otro, escapadas al cine, vacaciones cortas para dos, comidas de domingos con nuestros hijos una vez al mes. Y mientras nos íbamos aproximando, fue posible hablar de cómo nos habíamos ido distanciando y de la gozada de crecer juntos otra vez”.

El que Neustatter haya mostrado aquí su intimidad no tiene nada que ver con un reality show. Más bien, se trata de un pequeño testimonio que refuerza la afirmación que viene después: “Las investigaciones actuales muestran que si la gente logra manejar y resistir las malas rachas, dirige su atención a lo que tiene y comparte con el otro en vez fijarse en lo que se está perdiendo, los beneficios psicológicos y físicos son enormes”.

“No es una cuestión de moralidad versus narcisismo –como si hubiera que elegir entre escalar una cumbre o quedarse la cama autocompadeciéndose–, sino de entender qué es lo que, al final, nos hace felices”.

viernes, 19 de agosto de 2011

Discurso de Benedicto XVI en el Vía Crucis con los jóvenes en la Plaza de Cibeles


Queridos jóvenes:

Con piedad y fervor hemos celebrado este Vía Crucis, acompañando a Cristo en su Pasión y Muerte. Los comentarios de las Hermanitas de la Cruz, que sirven a los más pobres y menesterosos, nos han facilitado adentrarnos en el misterio de la Cruz gloriosa de Cristo, que contiene la verdadera sabiduría de Dios, la que juzga al mundo y a los que se creen sabios (cf. 1 Co 1,17-19). También nos ha ayudado en este itinerario hacia el Calvario la contemplación de estas extraordinarias imágenes del patrimonio religioso de las diócesis españolas.

Son imágenes donde la fe y el arte se armonizan para llegar al corazón del hombre e invitarle a la conversión. Cuando la mirada de la fe es limpia y auténtica, la belleza se pone a su servicio y es capaz de representar los misterios de nuestra salvación hasta conmovernos profundamente y transformar nuestro corazón, como sucedió a Santa Teresa de Jesús al contemplar una imagen de Cristo muy llagado (cf. Libro de la vida, 9,1).

Mientras avanzábamos con Jesús, hasta llegar a la cima de su entrega en el Calvario, nos venían a la mente las palabras de san Pablo: «Cristo me amó y se entregó por mí» (Gál 2,20). Ante un amor tan desinteresado, llenos de estupor y gratitud, nos preguntamos ahora:
- ¿Qué haremos nosotros por él?
- ¿Qué respuesta le daremos?
San Juan lo dice claramente: «En esto hemos conocido el amor: en que él dio su vida por nosotros. También nosotros debemos dar nuestra vida por los hermanos» (1 Jn 3,16). La pasión de Cristo nos impulsa a cargar sobre nuestros hombros el sufrimiento del mundo, con la certeza de que Dios no es alguien distante o lejano del hombre y sus vicisitudes. Al contrario, se hizo uno de nosotros «para poder compadecer Él mismo con el hombre, de modo muy real, en carne y sangre… Por eso, en cada pena humana ha entrado uno que comparte el sufrir y padecer; de ahí se difunde en cada sufrimiento la consolatio, el consuelo del amor participado de Dios y así aparece la estrella de la esperanza» (Spe salvi, 39).

Queridos jóvenes, que el amor de Cristo por nosotros aumente vuestra alegría y os aliente a estar cerca de los menos favorecidos. Vosotros, que sois muy sensibles a la idea de compartir la vida con los demás, no paséis de largo ante el sufrimiento humano, donde Dios os espera para que entreguéis lo mejor de vosotros mismos: vuestra capacidad de amar y de compadecer. Las diversas formas de sufrimiento que, a lo largo del Vía Crucis, han desfilado ante nuestros ojos son llamadas del Señor para edificar nuestras vidas siguiendo sus huellas y hacer de nosotros signos de su consuelo y salvación.
«Sufrir con el otro, por los otros, sufrir por amor de la verdad y de la justicia; sufrir a causa del amor y con el fin de convertirse en una persona que ama realmente, son elementos fundamentales de la humanidad, cuya pérdida destruiría al hombre mismo» (ibid.).

Que sepamos acoger estas lecciones y llevarlas a la práctica. Miremos para ello a Cristo, colgado en el áspero madero, y pidámosle que nos enseñe esta sabiduría misteriosa de la cruz, gracias a la cual el hombre vive. La cruz no fue el desenlace de un fracaso, sino el modo de expresar la entrega amorosa que llega hasta la donación más inmensa de la propia vida. El Padre quiso amar a los hombres en el abrazo de su Hijo crucificado por amor. La cruz en su forma y significado representa ese amor del Padre y de Cristo a los hombres. En ella reconocemos el icono del amor supremo, en donde aprendemos a amar lo que Dios ama y como Él lo hace: esta es la Buena Noticia que devuelve la esperanza al mundo.

Volvamos ahora nuestros ojos a la Virgen María, que en el Calvario nos fue entregada como Madre, y supliquémosle que nos sostenga con su amorosa protección en el camino de la vida, en particular cuando pasemos por la noche del dolor, para que alcancemos a mantenernos como Ella firmes al pie de la cruz.

martes, 16 de agosto de 2011

¡Fiesta!

- ¡Felicidades!
-¿Por...?
- Porque hoy hay fiesta en el Cielo. Cada vez que una persona se confiesa, en el Cielo hay fiesta.

Es lo que el sacerdote le dijo a Marta el día de su primera confesión. Han pasado muchos años, y cada vez que acude a contarle a Jesús como le ha ido en los últimos días, a pedirle perdón, y a decirle que quiere recomenzar - en definitiva, en eso consiste el sacramento de la confesión- imagina la escena en el Cielo.
Una pandilla de ángeles, con su ángel de la guarda a la cabeza, avisando al resto de la corte celestial:
"ya viene, ya viene", mientras Marta se acerca al confesionario. Su ángel le va soplando, para que no olvide nada de lo que había visto hace un rato, mientras hacía su examen de conciencia.
Cuando el sacerdote, que en ese momento es el mismo Dios, va a darle la absolución, después de unos cuantos consejos para ir luchando hasta la próxima confesión, su ángel vuelva a avisar al resto: "ya", y tocan campanas. Para que todos se enteren allí arriba, que Jesús está de fiesta, porque una de sus ovejas, vuelve o quiere seguir en el redil.

Marta piensa en la fiesta del perdón JMJ, ¿cómo será la fiesta en el cielo? ¿Te imaginas al ángel de cada una de las miles de personas que pasarán por los confesionarios del Parque del Retiro avisando a todos. ¡¡¡Cómo será la hipermegafiesta en el Cielo!!! Cuantas historias de amor entre Dios y cada uno de esos penitentes. Y habrá ángeles diciéndole a los demás, que su custodiado viene de lejos, de hace años, o que es la primera vez que.
Y Marta da gracias a Dios, porque Madrid es una fiesta. Y cuanta razón tuvo el primero que dijo que "de Madrid al Cielo".



martes, 9 de agosto de 2011

Feminismo del bueno

Es lo que pensé al leer la biografía de Edith Stein. Mujer libre, por buscar la verdad y encontrarla. De mente privilegiada y trabajadora infatigable.
Hoy, canonizada, copatrona de Europa: santa Teresa Benedicta de la Cruz. Y mártir: "El amor vence al miedo".




Fantástica la película La settima stanza. Obra de arte que nos cuenta los últimos años de su vida con cadencia de tango. Aunque es del 95, no se ha estrenado en España. Ya os digo, feminismo del bueno. Nada que ver con lo que en España adoctrinan las ministras de la cosa.
Con suerte, la podéis ver subtitulada youtube.

sábado, 25 de junio de 2011

Justicia social


Hace poco releía una entrevista al Prelado Javier Echevarría, en la que afirma: “Una buena formación intelectual, profesional, espiritual, ética, ayuda a inventar o descubrir mil formas de ejercitar la justicia en el trabajo ordinario y en todas las relaciones entre los hombres. Como obispo, considero esta tarea un reto pastoral apasionante”.
Por eso los cristianos, no podemos eludir jamás el compromiso personal en defensa de la justicia, de modo particular en aquellas manifestaciones más relacionadas con los derechos fundamentales de la persona: el derecho a la vida, al trabajo, a la educación, a la buena fama…

En su libro Amigos de Dios, San Josemaría deja escrito: “Hemos de sostener el derecho de todos los hombres a vivir, a poseer lo necesario para llevar una existencia digna, a trabajar y a descansar, a elegir estado, a formar un hogar, a traer hijos al mundo dentro del matrimonio y poder educarlos, a acceder a la cultura, a asociarse con los demás ciudadanos para alcanzar fines lícitos, y, en primer término, a conocer y amar a Dios con plena libertad”.
Hay una frase que solía repetir: “¡Todos somos iguales! Cada uno de vosotros valemos lo mismo, valemos la sangre de Cristo”.

En una ocasión se dirigía a un grupo de mujeres que estaban al frente de Montefalco, una labor social del Opus Dei en México, y les decía: “Hay que intensificar las labores con obreras y campesinas. Hemos de ayudarles a que adquieran la cultura necesaria para que puedan sacar de su trabajo más fruto material y lleguen a mantener la familia con mayor desahogo y dignidad. Para eso, no hay que hundir a los que están arriba… ¡pero no es justo que haya familias que estén siempre abajo!”. Es un horizonte claro de su concepto de la justicia social. Lo ha escrito y predicado siempre: “la solución no es que no haya ricos, sino que no haya pobres”.

No es casualidad que una de las homilías más conocidas de San Josemaría se titule “Amar al mundo apasionadamente” y que en sus escritos y vídeos se pueda apreciar su inquietud por promover una mayor justicia social a través de colegios, universidades, centros de estudios, clubes juveniles, dispensarios médicos, residencias de estudiantes, centros de formación profesional, etc.

Además, la justicia social no está circunscrita a las actividades de carácter asistencial, ni a un tipo de países, ni a determinados grupos de individuos. La justicia abarca todas las relaciones entre los hombres.
Por ese motivo, representará siempre una misión fundamental, de hombres y mujeres que vivan su fe de forma coherente en todas las profesiones: empresarios y trabajadores, políticos, maestros, funcionarios, abogados,... Nadie está exento de dicha responsabilidad.

domingo, 19 de junio de 2011

Sensatez

En 1919 el diario socialista de París «L’Humanité» publicó una carta dirigida por un padre a su hijo. Trataba de la enseñanza de la religión y fue escrita con tanta honradez, que contrasta con lo que se oye por aquí en estos tiempos de mucho sectarismo. Dice así:

«Querido hijo:
Me pides un justificativo que te exima de cursar la religión, un poco por tener la gloria de proceder de distinta manera que la mayor parte de tus condiscípulos, y temo que también un poco para parecer digno hijo de un hombre que no tiene convicciones religiosas. Este justificativo, querido hijo, no te lo envío ni te lo enviaré jamás.
Te parecerá extraño este lenguaje después de haber oído tan bellas declaraciones sobre la libertad religiosa pero, ¿cómo sería completa tu instrucción sin un conocimiento suficiente de las cuestiones religiosas sobre las que todo el mundo discute?
¿Quisieras tú, por ignorancia voluntaria, no poder decir una palabra sobre estos asuntos sin exponerte a soltar un disparate?
No es porque desee que seas clerical, a pesar de que no hay en esto ningún peligro, ni lo hay tampoco en que profeses las creencias que te expondrá el profesor.
Cuando tengas la edad suficiente para juzgar, serás completamente libre; pero, tengo empeño decidido en que tu instrucción y tu educación sean completas, y no lo serían sin un estudio serio de la religión.

Dejemos a un lado la política y las discusiones, y veamos lo que se refiere a los conocimientos indispensables que debe tener un hombre de cierta posición.
Estudias mitología para comprender la historia y la civilización de los griegos y de los romanos, y ¿qué comprenderías de la historia de Europa y del mundo entero después de Jesucristo, sin conocer la religión, que cambió la faz del mundo y produjo una nueva civilización?
En el arte, ¿qué serán para ti las obras maestras de la Edad Media y de los tiempos modernos, si no conoces el motivo que las ha inspirado y las ideas religiosas que ellas contienen?

En las letras, ¿puedes dejar de conocer no sólo a Bossuet, Fenelón, Lacordaire, De Maistre, Veuillot y tantos otros que se ocuparon exclusivamente en cuestiones religiosas, sino también a Corneille, Racine, Hugo, en una palabra a todos estos grandes maestros que debieron al cristianismo sus más bellas inspiraciones?
Si se trata de derecho, de filosofía o de moral, ¿puedes ignorar la expresión más clara del Derecho Natural, la filosofía más extendida, la moral más sabia y más universal? —éste es el pensamiento de Rousseau.
Hasta en las ciencias naturales y matemáticas encontrarás la religión: Pascal y Newton eran cristianos fervientes; Ampère era piadoso; Pasteur probaba la existencia de Dios y decía haber recobrado por la ciencia la fe de un bretón; Flammarion se entrega a fantasías teológicas. ¿Querrás tú condenarte a saltar páginas en todas tus lecturas y en todos tus estudios?
Hay que confesarlo: la religión está íntimamente unida a todas las manifestaciones de la inteligencia humana; está en la base de la civilización, y es ponerse fuera del mundo intelectual y condenarse a una manifiesta inferioridad el no querer conocer una ciencia que han estudiado y que poseen en nuestros días tantas inteligencias preclaras.

Ya que hablo de educación: para ser un joven bien educado, ¿es preciso conocer y practicar las leyes de la Iglesia?
Sólo te diré lo siguiente: nada hay que reprochar a los que las practican fielmente, y con mucha frecuencia hay que llorar por los que no las toman en cuenta.
No fijándome sino en la cortesía, hay que convenir en la necesidad de conocer las convicciones y los sentimientos de las personas religiosas.
Si no estamos obligados a imitarlas, debemos, por lo menos, comprenderlas, para poder guardarles el respeto, las consideraciones y la tolerancia que les son debidas. Nadie será jamás delicado, fino, ni siquiera presentable sin nociones religiosas.
Además, no es preciso ser un genio para comprender que sólo son verdaderamente libres de no ser cristianos los que tienen facultad para serlo, pues, en caso contrario, la ignorancia les obliga a la irreligión. La cosa es muy clara: la libertad, exige la facultad de poder obrar en sentido contrario.

Querido hijo: convéncete de lo que te digo: muchos tienen interés en que los demás desconozcan la religión, pero todo el mundo desea conocerla. En cuanto a la libertad de conciencia y otras cosas análogas, eso es vana palabrería que rechazan los hechos y el sentido común. Muchos anti-católicos conocen por lo menos medianamente la religión; otros han recibido educación religiosa; su conducta prueba que han conservado toda su libertad.
Te sorprenderá esta carta, pero precisa, hijo mío, que un padre diga siempre la verdad a su hijo. Ningún compromiso podría excusarme de esa obligación”

domingo, 29 de mayo de 2011

Una nueva voz en defensa de la vida familiar

Por John Flynn.
ROMA, 22 de mayo de 2011 ( ZENIT.org )

La familia es la piedra angular de la sociedad y el instrumento para el bienestar de los individuos. ¿Es cierto?

Cierto. Y estas afirmaciones son comunes en las fuentes católicas, basadas en la antropología cristiana. Pero no es tan común oír estas verdades en el mundo laico.

Aún así, un reciente informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) ha hecho precisamente esta afirmación.

Una nota para los medios que acompañaba el informe, publicada el 27 de abril, señalaba que las familias son una fuente clave de respaldo económico y social para las personas, además de ser un instrumento crucial de solidaridad.

Las familias proporcionan identidad, amor, cuidado, alimento y desarrollo para sus miembros y forman el núcleo de muchas redes sociales”, afirmaba.

El informe, titulado “Asegurar el Bienestar de las Familias”, reconocía también que la pobreza está aumentando en familias con hijos en casi todos los países miembros de la OCDE.

Los padres se enfrentan, además, a problemas al tratar de combinar trabajo y compromisos familiares. El informe pedía a los gobiernos que adoptasen políticas de apoyo a las familias, dándoles asistencia y ayuda económica con iniciativas como el permiso para los padres y flexibilidad laboral.

Según la OCDE el gasto público medio en prestaciones familiares asciende a poco más del 2,2% del PIB.

Una de las áreas en la que más se podría hacer es en las ayudas a la natalidad. Muchas familias quieren tener más hijos, explicaba el informe, y en muchos países la gente no tiene tantos hijos como, según dicen, querrían.

Según el informe, las tasas de natalidad de los países de la OCDE han caído de modo significativo desde donde estaban hace unas décadas, cuando el promedio era de 2,2 hijos por mujer, hasta los actuales 1,7 hijos por mujer.

Los países con un nivel más alto de fertilidad dan un mayor apoyo tanto en forma de pagos en efectivo como en servicios a las familias con hijos pequeños. Las políticas que permiten a las madres un trabajo a tiempo parcial también ayudan a las familias a combinar el empleo y el cuidado de los hijos de modo más eficaz.

Apoyar a las familias no es bueno sólo para los padres, apuntaba el informe. “El bienestar de los niños está íntimamente unido al bienestar de la familia. Cuando prosperan las familias, prosperan los niños”.

Estudio en el Reino Unido

Los hallazgos de un estudio reciente en el Reino Unido apoyaban la importancia de la vida familiar. A finales de febrero se publicaban los resultados de una encuesta de 2009 realizada en 40.000 hogares por el Institute of Social and Economic Research de la Universidad de Essex.

El estudio abarcaba una amplia gama de temas, pero uno de los capítulos se dedicaba a la familia. Entre los resultados estaban los siguientes puntos.

- Al tener en cuenta una serie de factores, se descubrió que las personas en parejas de hecho son significativamente menos felices en sus relaciones que las personas casadas.

- La satisfacción de los jóvenes con su situación familiar está claramente ligada a la calidad de las relaciones con sus padres. En las familias en las que la madre del niño no es feliz en su relación, sólo el 55% de los jóvenes afirman estar "completamente satisfechos" con su situación familiar - en comparación con el 73% de los jóvenes cuyas madres son "muy felices" en sus relaciones.

- Los niños de familias monoparentales son menos propensos a considerarse plenamente felices con su situación.

-- No sorprende que el estudio descubriera que los niños que no discuten con ninguno de sus padres más de una vez a la semana tengan un nivel de felicidad mayor que aquellos que tienen frecuentes disputas. La encuesta también descubrió que la felicidad de los niños mejoraba cuando sometían a discusión temas importantes con sus padres con frecuencia.

-- También es importante cenar juntos en familia. Los niños que no cenan con su familia al menos tres veces a la semana son más propensos a decir que son plenamente felices en su situación familiar que aquellos niños que no cenan nunca con su familia o lo hacen menos de tres veces a la semana.

Calidad

Otro estudio reciente de Estados Unidos examinaba la influencia de la calidad de la relación de sus padres sobre los niños. La organización Child Tends publicó su estudio el 8 de abril.

Con el título “Calidad de la Relación de los Padre y Resultados de los Niños según Subgrupos”, analiza las respuestas de más de 64.000 padres con hijos de entre 6 y 17 años.

Mostraba que la calidad de la relación de los padres era “asociada de modo continuo y positivo con una serie de resultados del niño y de la familia”. Estos resultados incluyen problemas de comportamiento, rendimiento escolar y comunicación padres-hijos.

El estudio señalaba también que las investigaciones de los últimos años sugieren que las relaciones de mayor calidad de los padres tienden a propiciar, en los hijos, actitudes más positivas hacia el matrimonio, que a su vez hacen más probable que haya relaciones y matrimonios de buena calidad.

Comentando este estudio, Elizabeth Marquardt, directora de la página web FamilyScholars.org, y ella misma autora de un libro sobre cómo los hijos se ven afectados por el divorcio, lamentaba el hecho de que el estudio guarde silencio sobre hasta qué punto el estatus marital influía en los niños.

En el comentario que hacía en su página web, explicaba que profundizar en las tablas y estadísticas del estudio sobre el tipo de relación familiar proporcionaba una clave fundamental a la hora de interpretar los resultados. Al desglosar el tipo de familia, la encuesta mostraba que los hijastros tenían el doble de probabilidades de tener problemas de comportamiento, si se los compara con los niños que viven con sus propios padres casados.

Los problemas aumentan para aquellos niños que viven con parejas de hecho. Tenían casi tres veces más probabilidades de tener problemas.

Estas diferencias tan importantes también están presentes en otros parámetros, como las relaciones sociales y el comportamiento escolar.

Marquardt mencionaba también que los resultados del estudio mostraban que la calidad de la relación entre los adultos dependía de si estaban casados o no. La mayor estabilidad y durabilidad de una pareja casada son de gran ayuda para los hijos.

El matrimonio es bueno

Aunque la noticia de que el matrimonio es bueno tanto para las parejas como para sus hijos no es nueva, sigue siendo confirmada por las investigaciones. A principios de año, el doctor John Gallacher y David Gallacher, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Cardiff, publicaban un artículo en BMJ Student.

(...)
Cuando se trata de los niños, Kay S. Hymowitz, en un artículo publicado por el Los Angeles Times el pasado 11 de noviembre, mantenía que las relaciones inestables son más perjudiciales para los niños que la pobreza.

Se basaba en el material publicado en el número de otoño de la revista Future of Children. Los artículos de la revista eran la conclusión de un estudio sobre 5.000 niños nacidos en zonas y cuyos padres pertenecían en su mayoría a minorías.

El estudio sobre Familias Frágiles y Bienestar Infantil ha seguido a estos niños que nacieron a finales de los noventa.

Al nacer, la mitad de las parejas vivían juntas sin estar casadas, aunque declararon a los investigadores que había mucha probabilidad de que se casaran. Sin embargo, cinco años después sólo el 15% de estas parejas se había casado, y el 60% habían roto.

Muchas de las familias rotas tenían problemas económicos y los hijos tenían poco contacto con su padre biológico.

El estudio mostraba que los niños con madres solteras tenían más problemas de comportamiento que aquellos con dos padres y que estos problemas empeoraban con cada ruptura y nueva relación.

¿Responderán los gobiernos al llamamiento de la OCDE a aumentar su apoyo a las familias? El coste de no hacerlo es demasiado alto.

martes, 17 de mayo de 2011

Tal día como hoy...

... hace 19 años, Juan Pablo II, -hoy beato-, proclamaba beato a Josemaría Escrivá. A los que tuvimos la suerte de estar en Roma ese día, nos emociona volver a ver estas imágenes.

¿Por qué ir a la JMJ?

¡La Cruz y el Icono de la JMJ han llegado a Almería!

Esta mañana desembarcaba en el puerto de Almería la Cruz y el Icono de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ). Arropados por numerosos alumnos de los colegios de la capital, la Cruz de los jóvenes ha llegado hasta la Santa y Apostólica Iglesia Catedral de la Encarnación, donde ha sido recibida por el obispo diocesano, monseñor Adolfo González Montes.

En su intervención, el prelado ha pedido a los jóvenes, que abarrotaban la Catedral, a que afianzaran sus raíces cristianas, en un momento de la historia donde la cruz de Cristo vuelve a ser rechazada tal y como sucediese hace veinte siglos.

Un acto emotivo que da el pistoletazo de salida al itinerario que seguirá la Cruz y el Icono de la JMJ por los distintos puntos de la geografía de la diócesis de Almería.

viernes, 6 de mayo de 2011

El cardenal Dziwisz habla de Juan Pablo II

Por Jesús Colina

Después de cuarenta años como secretario inseparable de Karol Wojtyla, el cardenal Stanislaw Dziwisz, hoy arzobispo de Cracovia, confiesa que todavía tiene cosas por descubrir de Juan Pablo II. En esta entrevista, responde a preguntas que han surgido en torno a las revelaciones surgidas con motivo de la beatificación.

¿Cómo conoció a Juan Pablo II?

Le conocí cuando era mi profesor en el Seminario y, como obispo auxiliar de Cracovia, me ordenó sacerdote. Nunca habría imaginado todo lo que vino después. Sólo me dijo: «Venga para ayudarme». «¿Cuándo?», le pregunté, sin esperarme esta petición suya. «Hoy mismo», respondió. «Iré mañana», le repliqué. Comenzó así mi servicio junto a Karol Wojtyla, sin más palabras, sin acuerdos específicos.

¿Como describiría su personalidad?

El Papa era muy gentil, pero firme: dirigía las situaciones hasta el último día de su vida. Con delicadeza, pero con firmeza. No reaccionaba de manera emotiva: era su gran fuerza. Durante el Viaje al Chile de Pinochet, por ejemplo, cuando la Misa estuvo a punto de ser interrumpida, a causa de desórdenes e intervino la policía del dictador con gases lacrimógenos, el Papa fue el único que se quedó en el palco, no se movió.
No se unía a ningún poder civil. El régimen soviético tenía miedo de él, no sabía cómo anunciar su elección al papado, porque liberaba a la gente del miedo: No tengáis miedo, es el eslogan de su pontificado. Era un hombre de gran personalidad: no dejaba las cosas sin resolver. Las polémicas de estos días sobre un presunto silencio sobre el padre Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, que después fue condenado por Benedicto XVI, proceden de ambientes hostiles. Él no condenaba a las personas sin juicio, pero era muy firme.

Hemos sabido por Joaquín Navarro-Valls que el Papa conservaba en pequeñas fichas, en su reclinatorio, intenciones de oración que procedían de todo el mundo. ¿Cómo era?

El Santo Padre las tomaba una tras otra, durante su oración, y las presentaba al Señor. Él nos había enseñado a transcribirlas, a partir de las cartas que le llegaban, para recogerlas todas juntas: hemos aprendido de él a respetar cada petición y a no descuidar ninguna. Hoy seguimos haciendo lo mismo en la Curia de Cracovia: las transcribimos y las proclamamos en la oración de los fieles, pidiendo al Santo Padre que interceda ante Dios.

Concretamente, usted, ¿cómo piensa mantener la herencia que ha dejado Juan Pablo II?

Estamos creando un centro en Cracovia, que tendrá como lema una de las frases más importantes del pontificado: ¡No tengáis miedo!, las palabras que pronunció al inicio de su ministerio papal. Oficialmente, el proyecto se inauguró el 2 de enero de 2006. Queremos promover la espiritualidad del Santo Padre y su mensaje con cursos de espiritualidad, de formación en el estudio de sus obras y de todos sus discursos. En el centro se podrá visitar un museo dedicado a la vida y a la actividad del Papa, y una casa destinada a encuentros con los jóvenes, además de una institución para el voluntariado. Acogerá también una casa para peregrinos que vengan a Cracovia a seguir las huellas de Juan Pablo II. En la cripta, bajo la iglesia del centro, se conservarán algunas reliquias del Beato. En particular, la sotana que llevaba el día del atentado, el 13 de mayo de 1981, con los agujeros de las balas y las manchas de sangre. Se podrá ver también una ampolla con la sangre de Juan Pablo II, tomada por los médicos para los tests clínicos en el último día de vida. Fue Navarro-Valls quien me sugirió que pidiera a los médicos algo de sangre del Papa. Yo lo hice y los médicos me dejaron una ampolla con su sangre, que todavía está líquida, pues creo que mezclaron una sustancia química para que se preservara con el pasar del tiempo.

Según los rumores, Juan Pablo II hizo milagros en vida. ¿Es verdad?

En Polonia, muchos llaman a Juan Pablo II cudotwórca, que se puede traducir como el que hace milagros, pues atribuyen al Santo Padre una fuerza particular de intercesión. El Papa lo sabía, pero nunca quería hablar de ello. A quien le daba las gracias por haberle curado, el Santo Padre le respondía: «Es el Señor quien hace los milagros, no el hombre». Hemos recogido y seguimos recogiendo testimonios en este sentido, y contamos con amplia documentación. Pero yo sigo diciendo lo que decía Juan Pablo II: los milagros son obra de Dios y tienen lugar gracias a la fe de las personas que piden la gracia.
Tenemos, por ejemplo, el testimonio de una mujer enferma de cáncer en el cerebro que pidió al Santo Padre que rezara por ella. Él le impuso las manos pidiéndole que implorara a la Divina Misericordia, de quien Wojtyla era muy devoto. Poco después, la mujer volvió para decir que había sido curada.

¿Qué ve hoy en Juan Pablo II?

Siempre está presente en mi oración, y estoy convencido de que está a mi lado y me ayuda. Me doy cuenta de la necesidad que tengo de redescubrirle. Descubrirle y, quizá, quererle todavía más. Era un hombre de una gran riqueza espiritual, que la gente intuía en su interior. Hoy tengo que descubrir de nuevo esta profundidad espiritual e intelectual. Le quería como si fuera mi padre, y ahora le quiero, además, como el Bienaventurado que ya es.

viernes, 8 de abril de 2011

Via Crucis

“El Vía Crucis no es un ejercicio triste. Muchas veces enseñó Mons. Escrivá de Balaguer que la alegría cristiana tiene sus raíces en forma de cruz. Si la Pasión de Cristo es camino de dolor, también es la ruta de la esperanza y de la victoria segura”.

(Mons. Alvaro del Portillo, Prólogo del libro Via Crucis , de san Josemaría.)


El Via Crucis consiste en considerar 14 momentos del camino de Jesús hacia el Calvario el primer Viernes Santo, para meditar los sufrimientos de Jesucristo y unirse interiormente a Él. San Josemaría tenía mucha devoción a esta práctica de piedad, como recuerda Mons. Javier Echevarría.

Tenía devoción al Via Crucis. Nos pareció muy lógico que un año, con ocasión de la fiesta de la Epifanía, pidiese como regalo uno portátil, con el fin de tenerlo a mano y poder contemplar esas escenas de la Pasión que tanto amaba.

He rezado muchas veces las estaciones con él —también se hallaba presente Mons. Álvaro del Portillo—, y he podido observar la piedad con que se arrodillaba después de la enunciación de cada una. Solía considerar esas escenas camino del Calvario todos los viernes, y de modo muy especial los días de la Cuaresma.

Nos incitaba a tener en nuestra mente, como en una película, aquellos momentos en los que se cumple la salvación de la humanidad: de manera que en cualquier coyuntura pudiésemos meternos como un protagonista más en la escena, para arrepentirnos de nuestras faltas, para acompañar a Jesús, para sentir la obligación de ser corredentores.

El 14 de septiembre de 1969, mientras nos mostraba —lleno de sumo respeto— un relicario de la Santa Cruz, nos habló largamente de la Pasión y Muerte de Nuestro Señor. Recogeré unos párrafos de aquella conversación:
«nosotros amamos —debemos amar— sinceramente la Cruz, porque donde está la Cruz está Cristo con su Amor, con su presencia que lo llena todo... Por eso, hijos, con el espíritu de la Obra, jamás podemos huir de la Cruz, de esta Cruz Santa en la que se encuentra la paz, la alegría, la serenidad, la fortaleza... En este relicario que conservamos aquí, se venera un trozo del Lignum Crucis que se guarda en Santo Toribio de Liébana. Me lo regaló hace muchísimos años el Obispo de León. A mí me molesta que se hable de Cruz como sinónimo de contradicción, de mortificación. La Cruz es algo positivo, desde que Dios quiso entregarnos la verdadera vida por medio de la Cruz... Después de que nos den la bendición, vamos a besar la Cruz, pero diciendo sinceramente que la amamos, porque ya no vemos en la Cruz lo que nos cuesta o lo que nos pueda costar, sino la alegría de poder darnos, despojándonos de todo para encontrar todo el amor de Dios... Debajo de este relicario hice poner: iudaeis quidem scandalum, gentibus autem stultitiam! ["para los judíos, escándalo; para los gentiles, locura": 1 Corintios 1,23], porque para los incapacitados, la Cruz es escandalosa e incomprensible».
En 1970, nos empujaba:
«sólo si nos unimos continuamente a la Pasión de Jesucristo, sabremos ser instrumentos útiles en la tierra, aunque estemos llenos de miserias».
Es imposible agotar las múltiples y numerosísimas consideraciones que hizo; pero pienso que, de algún modo, resume su unión al Sacrificio de la Cruz lo que le oí en la Semana Santa de aquel año:
«la Pasión del Señor: de ahí nos viene toda la fuerza. Cuando pienso en la Pasión de Jesucristo, me viene enseguida a la cabeza lo que he hecho yo en estos cuarenta y dos años de mi vida en el Opus Dei, y en aquellos otros en los que Él me preparaba antes de comenzar. Y me veo nada, y menos que nada: sólo he sido un estorbo. Por eso, cada día siento la necesidad de hacerme pequeño, muy pequeño en las manos de Dios. De este modo me consuelo con lo que he escrito tantas veces: ¿qué hace un pequeño? Entrega a su padre un soldado descabezado, un carrete viejo, una bola de cristal de botella. Pues yo lo mismo: lo poco que tengo quiero darlo enteramente y de verdad. Así, mi poquedad, fundida con la Pasión de Cristo, tiene toda la eficacia redentora y salvadora: ¡nada se pierde!»
(Javier Echevarría y Salvador Bernal, Memoria del Beato Josemaría Escrivá, Madrid 2000)

lunes, 28 de marzo de 2011

Habla el asesor de Encontrarás Dragones



Por Pablo J. Ginés en www.larazon.es

El padre John Wauck es sacerdote de la prelatura del Opus Dei. Nació en Chicago, estudió Historia de la Literatura en la Universidad de Harvard y trabaja como profesor de literatura y comunicación de la fe en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz, en Roma.

Pero de junio a octubre de 2009 pudo vivir una experiencia inusual: fue asesor en Argentina del rodaje de Encontrarás Dragones, la película de Roland Joffé ambientada en la Guerra Civil española en torno a la figura de San Josemaría Escrivá de Balaguer.

- ¿Cómo es que Roland Joffé le reclutó para el rodaje?

- Cuando filmó La Misión tuvo dos asesores jesuitas y le fue bien. Creo que incluso se llevaron a Jeremy Irons de retiro. Para esta película necesitaba alguien del Opus Dei. Después de escribir el guión, Roland pasó por Roma, nos conocimos, me invitó a ayudarle en el rodaje en Argentina, y allí estuve todas mis vacaciones de verano.

- ¿Cuál era su función?

- En la película aparecen bastantes sacerdotes: un oficial vaticano, un obispo de los años 30, curas... Interpretar una misa requiere hacer una serie de gestos concretos, no vale cualquier gesto. También confesar lo requiere. El guión sólo recoge diálogos, no describe los gestos. Eso es lo que yo explicaba. Los decorados, poner una Virgen del Pilar, por ejemplo, no era cosa mía. Pero sí las palabras, los gestos del clero, la forma de ser... Por ejemplo, pasé una semana viviendo con Charlie Cox, que interpreta a San Josemaría. Es algo que Roland ya probó con éxito con Jeremy Irons en La Misión, ponerlo a vivir con los jesuitas.

- ¿Sabía Charlie Cox de cosas de la fe?

- Charlie es católico, aunque él mismo se define como "no especialmente practicante". Es una persona muy abierta. Es curioso que se le da muy bien llevar una sotana, le salió bien a la primera. ¡No es tan fácil!

- ¿Presidió alguna misa en el set de rodaje?

- Sí, algunas, en los camiones, esos que se ven en la película, cuando rodábamos en zonas de campo remotas, lejos de todo. Una vez vino Wes Bentley, que es hijo de ministros protestantes, con curiosidad, muy abierto. Y nuestro experto en acentos, que es judío. También fuimos a misa al Santuario de Luján, importantísimo en Argentina. Para mí era raro estar en un rodaje, y para ellos era inusual tener un cura alrededor.

- ¿No le parece curioso que con 7.000 mártires españoles de esa época, la primera película sobre la persecución de los años 30 la protagonice un cura que no fue martirizado?

- Bueno, no es una película sobre los mártires de la época. Es una historia moral sobre los dragones, los de nuestro interior, que quizá son los peores, pero también los exteriores. Hay una apuesta: ¿tiene el dolor, el mal, un significado? Pero lo curioso es que esta película la haga un inglés ex-trostkysta, no creyente y de izquierdas como Roland Joffé.

- Y judío.

- No es judío. Ya sé que alguna prensa española lo ha dicho. Creció en la familia de Jakob Epstein, que era judío, pero era su abuelo adoptivo, no de sangre. Roland no tuvo ninguna formación en la fe cristiana ni tampoco en la judía.

- Así que el tema clave ¿es el misterio del mal?

- Fijémonos en cómo empieza: con la muerte en las familias, las hermanas de Josemaría, su padre, el padre de Manolo... La reacción de ambos huérfanos ante la pérdida es distinta. El niño Josemaría cobra conciencia de Dios con las huellas del monje descalzo en la nieve. Otro tema es cómo gestionar la culpa. ¿Cómo enfrentan sus culpas la revolucionaria húngara Íldiko y el anarquista Oriol? Fuertes, generosos... pero acaban mal, pierden el sentido de la vida ante el dolor, no saben gestionar el reto del mal. San Josemaría, en cambio, puede responder al reto, mediante la penitencia, por ejemplo.

- ¿Y esa escena del anciano judío moribundo en Barbastro? El joven cura Josemaría ¿ni siquiera intenta predicarle a Cristo?

- Esa escena no es histórica. La película no pretende ser un documental histórico. Y si nos fijamos, San Josemaría empieza a hablarle de Cristo pero el anciano le interrumpe. Dice: "Dios no me rechazará, ¿no?" Y luego rezan juntos. Es una escena imaginaria, aunque, claro, queda la pregunta de cómo un santo debe tratar a un judío agonizante. Es un tema delicado y aún no me habían preguntado por él. El actor es Derek Jacobi, el que protagonizó, Yo Claudio, un gran actor shakespeariano.

- ¿Habló de cosas espirituales con Olga Kurylenko, la guapa protagonista?

- No mucho. Ella es ucraniana y creo que ortodoxa, pero no practicante. Me contó que el cura católico de su pueblo, en Ucrania, cuando supo que iba a rodar la película, le regaló un ejemplar en polaco de Camino, el libro de San Josemaría.

- ¿Cree que alguien creció espiritualmente en el rodaje?

- Sin duda. Charlie Cox y Wes Bentley ya lo han dicho públicamente. Charlie ya afirmó en agosto de 2009, al acabar el rodaje, que le acercó a la fe y a la Iglesia. Y Wes dirá que vino en un momento duro de su vida. Si lees el New York Times verás sus años de problemas con las drogas. Ha explicado que el guión, la historia que cuenta y la gente que ha tratado han impactado positivamente en su vida. El rodaje le ha ido muy bien.

- Al final, la película es una historia de un padre y un hijo distanciados. Como sacerdote, ¿diría que es un problema de nuestra época?

- Sí, muy común. Hasta el cine lo recoge: en El Origen, la película de Chris Nolan y De Caprio, esa de sueños dentro de sueños, todo es un asunto de padre-hijo. Me pareció muy relacionada con Encontrarás Dragones. Padres ausentes... Mi padre es psicólogo. Hay muchos casos. Un amigo mío escribió un libro titulado El dios de los sin padre. Explica que en una sociedad de padres ausentes, sin padres, se genera un tipo de ateos a los que lo que les cuesta es concebir a Dios como Padre. ¿Cuántas veces se usa la palabra "padre" y en cuantos sentidos en esta película? En ella se ve cómo uno de los primeros miembros del Opus Dei, Isidoro Zorzano, que había sido compañero de clase de Josemaría, de su misma edad, joven, le llamaba "padre", no sólo como sacerdote, sino como fundador, padre espiritual. Y tanto Josemaría como el otro protagonista, Manolo, han tenido padres ausentes o distantes, y serán padres, ellos mismos, de distinta forma.

- ¿Qué reacciones ha suscitado la película?

- En Roma la gente dice: "no es lo que yo esperaba". No es que pensaran en una película como las italianas de LuxVide, pero les sorprende. Mucha gente dice que quiere verla otra vez para entenderla mejor, porque hasta el final no sabes adónde va. Eso es saludable.Es un film muy rico, con muchas ideas y personajes.

jueves, 24 de marzo de 2011

Encontrarás dragones. Una crítica

El escándalo del perdón

Por Juan Orellana en www.alfayomega.es

Roland Joffé, consagrado por películas como La Misión, Los gritos del silencio, Vatel o La ciudad de la alegría, estrena su última gran producción, ambientada en la Guerra Civil española y con san Josemaría Escrivá como uno de sus personajes principales. Ambos elementos, en manos de este guionista y director londinense, que no es creyente ni español, hacen del film una propuesta interesante, singular y desde luego atípica.


El argumento entrelaza dos historias: una real, relativa a la juventud de Josemaría, y la creación del primer grupo de amigos que dieron lugar al Opus Dei; la otra, ficticia, sobre un supuesto amigo de la infancia de Escrivá, Manolo, que pierde su fe, abandona el seminario y se infiltra como espía nacional en el bando republicano. Ambas historias discurren en paralelo, cruzándose en determinados momentos. La trama de Manolo llega hasta 2002. Su hijo Robert, periodista, prepara un reportaje por la inminente canonización de Escrivá. Descubre que su padre fue amigo del Beato Josemaría, y acude a él, ya enfermo y anciano, para obtener información. Entre ellos late un profundo desafecto. Hace ocho años que no se hablan. Este desencuentro es el nudo gordiano de un film que gira sobre la cuestión del perdón y la reconciliación.
De hecho, son el perdón y la reconciliación las categorías que más subraya el film de la figura de Escrivá de Balaguer en los años de la guerra. Nunca se posiciona contra los milicianos, ni a favor de la venganza ante el asesinato de un sacerdote amigo suyo. Ni siquiera juzga a los que le agreden e insultan en el Metro de Madrid. Siempre trata de ponerse en la posición del otro, entenderle, y finalmente amarle y perdonarle, actitud que a menudo va a despertar la incomprensión e indignación de los suyos.
Este testimonio de paz en medio de la guerra es mostrado siempre como consecuencia de una mirada de fe.


Es interesante ver cómo el agnóstico Joffé presenta el cristianismo en el mundo contemporáneo de forma atractiva y a la vez sencilla. No se puede decir que el film sea un biopic al uso, sobre san Josemaría -además, muchas cosas son pura ficción-, sino que más bien se trata de una indagación sobre la santidad y un testimonio de la excepcionalidad del cristianismo. Aún menos puede decirse que la película trate sobre el Opus Dei, aunque se señalan con nitidez algunas de sus características principales: su modalidad laical, la valoración vocacional de la vida cotidiana y la santificación en el trabajo, mostrada a través de una visión mística que tuvo el santo y que quizá no encaja demasiado en la narración fílmica.

El reencuentro paterno-filial es quizás lo menos original. Lo que sí tiene de particular es que se presenta como efecto a posteriori de la obra de Escrivá sobre su amigo Manolo, treinta años después del fallecimiento del santo. Y sobre este fallecimiento hay que decir que el film nos lo cuenta en el arranque de una forma visualmente impactante y sugerente.

Estamos ante una película que reflexiona sobre la dualidad humana, aunque no en un sentido maniqueo. El camino del bien y del mal se entrelazan de forma misteriosa, vertiginosa; todos los personajes llevan dentro el deseo de bien y la tentación del rencor: Encontrarás dragones es el anuncio de esta paradoja. Pero al final vence el bien. El perdón es la bisagra que permite que el camino del amor inunde el camino del mal.

Lo discutible

Algunas escenas tienen una altura dramática notable, como la del asesinato del padre Lázaro, el ocultamiento de Escrivá en una bodeguilla, o la escena de la confesión, en el parque zoológico. El tratamiento de la guerra civil es lo más discutible, no sólo por su falta de contexto o por su inverosímil e inexacta recreación del frente de Madrid, sino sobre todo por la glorificación del idealismo frentepopulista y su caricaturización de los nacionales, cínicos y ávidos de poder. Una opción lógica en un director que flirteó con el trostkismo, pero inaceptable para cualquier historiador que haga una lectura justa de la guerra.

La película cuenta con un reparto muy heterogéneo. Josemaría está muy bien representado por el poco conocido Charlie Cox, así como Wes Bentley en el papel de Manolo o Dougray Scott como Robert. La presencia española más importante es la de Unax Ugalde, que interpreta a Pedro, uno de los amigos de Escrivá. Jordi Mollá y Ana Torrent, los padres del santo, han quedado con poco papel en el montaje final, que ha tenido que reducir las secuencias de la infancia por razones de equilibrio dramático y de metraje. Hay otros secundarios llenos de interés, como Honorio el chocolatero, un auténtico educador; o la novia de Robert, que como la protagonista de Love Story, gasta su energía en conseguir la reconciliación de su novio con su padre.

Aunque el film no llega a la altura y redondez de La Misión, su diseño de producción y la dirección artística son espectaculares. Eugenio Zanetti, ganador de un Óscar por Restauración, ha hecho un trabajo deslumbrante. También la diseñadora de vestuario Yvonne Blake tiene un Óscar en su haber. La fotografía del mejicano Gabriel Beristain es también meticulosa y manierista.


sábado, 19 de marzo de 2011

Siervo bueno y fiel


San José, Padre y Señor nuestro, castísimo, limpísimo, que has merecido llevar a Jesús Niño en tus brazos, y lavarle y abrazarle: enséñanos a tratar a nuestro Dios, a ser limpios, dignos de ser otros Cristos.

Y ayúdanos a hacer y a enseñar, como Cristo, los caminos divinos —ocultos y luminosos—, diciendo a los hombres que pueden, en la tierra, tener de continuo una eficacia espiritual extraordinaria.

(San Josemaría, Forja, 553)

jueves, 17 de marzo de 2011

Faceta provida de Jane Russell

Murió hace dos semanas y los periódicos se llenaron de obituarios recordando a aquella belleza morena de los cuarenta... Nadie habló de otra faceta suya, la de luchadora provida.


Tras su muerte, la familia pidió a los amigos y fans que no enviaran flores y que destinaran el dinero a los dos centros de acogida para menores y mujeres embarazadas que tenía la actriz.

Cuando contaba 18 años, ya metida en el mundo de la moda y justo cuando comenzaba a estudiar interpretación, se quedó embarazada. Pensó entonces que un embarazo cortaría su carrera. Aunque sabía -más bien sentía- que el aborto no era la solución, decidió acabar con la vida del niño que estaba en camino.

Porque, lejanos ya los años de celuloide y estrenos, para Jane Russell -compañera de Marilyn en la célebre película de Howard Hawks- el recuerdo más vivo de la actriz es su enorme labor por los niños desfavorecidos y el esfuerzo que hizo por encontrar una familia a más de 40.000 pequeños gracias a su fundación, Fondo Internacional de Adopción Mundial (WAIF por sus siglas en inglés).

La joven Russell se refugió entonces en los brazos de su madre. “Ella estuvo a su lado en todo momento; sabía que lo que había hecho su hija estaba mal, pero le dijo que, si dejaba a Dios actuar en su vida, Él convertiría lo malo en bueno".

Con la ayuda de su familia, la actriz continuó su carrera cinematográfica y con 34 años puso en marcha una organización dedicada a la adopción y centrada, sobre todo, en los niños mayores o con discapacidad. Gracias a ella, decenas de miles de niños encontraron una casa y tuvieron una vida normal.

Tres de esos niños sin hogar pasaron a formar parte de la familia de Jane y, cuando murió a los 89 años, tenía seis nietos y 10 bisnietos en su árbol genealógico. Desde aquel 1955 hasta su muerte dedicó gran parte de su tiempo a obras de caridad y, sobre todo, a la lucha provida, a la defensa del no nacido y a hablar de Dios a quien quisiera escuchar. “Le apasionaba usar su fama y el cariño que la gente le tenía para dar a conocer la fe”, declaró la familia tras su muerte.

¿Por qué esto no ha trascendido? “Porque no es políticamente correcto para los medios de comunicación, pero ella no dudaba en contar lo que hacía, no le asustaba en absoluto”, aseguran los suyos.

Deja la huella del amor incondicional a los inocentes y, sobre todo, el convencimiento de que de algo intrínsecamente malo pueden salir muchas cosas buenas, en este caso miles de niños con hogar, si se deja a Dios actuar.
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